El Eternauta: historia tapatía

Un nombre que se difuminó al pasar de las décadas, perseguido y torturado por sus ideas políticas, recorre una ciudad que lo desconoce por completo. 

Escuchan su nombre en los cafés y las librerías sin saber de quién se trata. En su paso por la Ciudad de México fue recibido por exiliados argentinos.

Héctor Germán Oesterheld pisa suelo mexicano en la narrativa de Édgar Adrián Mora.

Jonathan Ávila Jonathan Ávila Publicado el
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La novela Continuum narra a Héctor Germán Oesterheld, a quien la dictadura militar argentina torturó y asesinó para acallar la crítica política y social que imprimía en guiones de historietas
"El narcotráfico es la dictadura en México. Es el responsable de los crímenes de lesa humanidad en este país. Y es el Estado el que debe responder por su tolerancia con estos delitos”
Estela de CarlottoPresidenta de la Asociación Abuelas de la Plaza de Mayo
"Guadalajara tiene al parecer una efervescencia de empresas culturales dedicadas a la impresión de libros bastante interesantes. (…) Editoriales que están publicando gente no sólo del ámbito local donde surgen sino de otros lugares de la república”
Édgar Adrián MoraEscritor

Un nombre que se difuminó al pasar de las décadas, perseguido y torturado por sus ideas políticas, recorre una ciudad que lo desconoce por completo. 

Escuchan su nombre en los cafés y las librerías sin saber de quién se trata. En su paso por la Ciudad de México fue recibido por exiliados argentinos.

Héctor Germán Oesterheld pisa suelo mexicano en la narrativa de Édgar Adrián Mora.

Porque su más reciente novela, Continuum –editada por la Editorial Paraíso Perdido, sello independiente de Guadalajara–, es la penetración de la voz ajena en una mente que la dictadura militar argentina torturó y asesinó para acallar su crítica política y social que dejaba en cada uno de sus últimos guiones de historietas.

Con una narrativa cruda, Mora, maestro en Estudios Latinoamericanos y catedrático de la Universidad Iberoamericana de origen poblano, se inmiscuye en la vida del ícono narrativo que pensó por primera vez al arte como una forma de protesta ante las atrocidades que ocurrían en la Argentina del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional.

La historia es latente en una violencia que aqueja a México, como dijo Estela de Carlotto, presidenta de la Asociación Abuelas de la Plaza de Mayo, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en 2014.

“El narcotráfico es la dictadura en México. Es el genocidio, es la violación de los derechos humanos, es el responsable de los crímenes de lesa humanidad en este país. Y es el Estado el que debe responder por su tolerancia con estos delitos que afectan, la mayoría de las veces, a los sectores más vulnerables”, dijo de Carlotto en la presentación del informe de Amnistía Internacional México.

Desaparecer a cualquiera

El inicio de la novela es cruel, Oesterheld aún no imagina que a sus cuatro hijas las desaparecería y asesinaría el régimen militar, junto con sus esposos, junto con sus hijos, que serán intercambiados en el mercado militar que hoy tiene a las Abuelas de Plaza de Mayo buscando a sus familiares. 

Para Mora, por el contrario, si bien la historia de Oesterheld fue la de una familia masacrada y destruida por un régimen militar, lejos se está en México del elemento político de oposición a un gobierno que pudieron tener las víctimas de las dictaduras militares de América Latina. 

Pero sí reconoce que por la magnitud del crimen organizado en este país puede ser desaparecido “prácticamente cualquiera”.

Ese halo de clandestinidad y martirio que vivió hasta sus últimos días el guionista de historietas fue lo que motivó a Édgar a contar su historia.

“(Para narrar) fueron muchas lecturas de testimonios, de un montón de fuentes. Se ha escrito en Argentina, sobre todo, muchos perfiles biográficos acerca de él, mucha gente que lo conoció directamente”, cuenta Mora en entrevista telefónica con Reporte Indigo.

De su historia supo mientras investigaba para una tesis de maestría, su gran capacidad productiva también lo apasionó, agregado a la crudeza de su fin, supo que alguien debía narrar a tal personaje.

“La tortura que la dictadura ejerció era prácticamente hasta el último minuto”, afirma sobre las técnicas que usó el régimen de Rafael Videla. Técnicas que recayeron en quienes, como Héctor G. Oesterheld, usaron el arte para dar mensajes poderosos.

Superhéroes en América Latina

Édgar Mora es autor de tres novelas más, partícipe de antologías de cuentos; así como colaborador en la revista bimestral de difusión literaria Punto de Partida, de la UNAM, y Cuadrivio, de creación y crítica que se edita en la Ciudad de México, entre otras.

Su labor tras la historia de este artista argentino, al que le gustaba decir en sus entrevistas que tenía ‘más lectores que Borges’, le costó entre cuatro y seis años de investigación y un año para redactarla y entregarla a la tapatía Editorial Paraíso Perdido.

La novela ya fue presentada el pasado 26 de febrero en la librería Rosario Castellanos, del Fondo de Cultura Económica de la Ciudad de México, y en Guadalajara se presentó la tarde este jueves en la cafetería y librería Palíndromo. 

El exbecario del Programa de Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) relata que su manuscrito no lo había entregado a ninguna editorial, pero cuando su amigo Rafael Villegas lo invitó a Paraíso Perdido vio la oportunidad de ver publicada la historia que siempre quiso contar.

“Guadalajara tiene al parecer una efervescencia de empresas culturales dedicadas a la impresión de libros bastante interesantes. Ocurre en Tijuana, en Monterrey, en las ciudades donde aparecen, Coahuila por ejemplo, editoriales que están publicando gente no sólo del ámbito local donde surgen sino de otros lugares de la república.

“Tuve la suerte de contactar con una editorial como Paraíso Perdido y que el libro saliera publicado ahí, en realidad no veo ventajas o desventajas con respecto a haberlo hecho en algún otro lado. Más bien la obra tendrá que hablar por sí misma y ver qué viene”, expresó Mora.

Ceñido a la idea del propio Oesterheld, Édgar ve que en América Latina también puede haber héroes de cuyas historias no se cuenta pues existe en el imaginario colectivo una idea de que los superhéroes están en ciudades como Nueva York o París.

“El luchó todo el tiempo por crear una escuela de historieta argentina de aventuras, que era algo que no existía. Hay una parte donde se cuestiona y dice ‘¿por qué no existen los superhéroes en América Latina?’. 

No nos creemos la idea de ser protagonistas, algo tiene que cambiar para que nosotros, como lectores y hacedores de historietas desde nuestros países, seamos protagonistas de esas historias”, destacó Édgar Mora sobre el protagonista de su historia.

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