El decálogo de las marchas

Las marchas y plantones en la capital del país ya no tendrán la misma libertad. Ayer, el Gobierno del Distrito Federal por fin estableció una serie de criterios que deberán respetar quienes realicen actos de protesta en la capital del país.

En concreto: serán permisivos con las manifestaciones, habrá reparación del daño a quien resulte afectado, castigo para quien cometa actos vandálicos y no se permitirán plantones en el zócalo.   

Jonathan Villanueva Jonathan Villanueva Publicado el
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“Aquí reitero que quien ataque a la ciudad, encontrará la respuesta de la ley"
Miguel Ángel ManceraJefe de Gobierno del DF
Mancera solicitó al gobierno federal la creación de un Fondo de Capitalidad, orientado al apoyo extraordinario a las y los capitalinos por afectaciones y para garantizar el desarrollo de sus actividades
El mandatario local advirtió que su administración será tolerante con las más 2 mil 370 marchas que se registran en la capital del país, pero que se sancionará a quien transgreda la ley o protagonice actos vandálicos
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Las marchas y plantones en la capital del país ya no tendrán la misma libertad. Ayer, el Gobierno del Distrito Federal por fin estableció una serie de criterios que deberán respetar quienes realicen actos de protesta en la capital del país.

En concreto: serán permisivos con las manifestaciones, habrá reparación del daño a quien resulte afectado, castigo para quien cometa actos vandálicos y no se permitirán plantones en el zócalo.   

Durante su primer informe de gobierno, el mandatario local, Miguel Ángel Mancera, advirtió que su administración sancionará a quien transgreda la ley o protagonice actos vandálicos (en alusión al conflicto magisterial).

“Aquí reitero que quien ataque a la ciudad, encontrará la respuesta de la ley, y lo digo evocando a Juárez: Nada por la fuerza, todo por la razón y el derecho”, afirmó mientras manoteaba enérgicamente.

El rumbo de la administración central lo confirmó el secretario de Gobierno, Héctor Serrano, un par de horas antes del acto protocolario, cuando en entrevista aseguró que no permitirán que los maestros vuelvan a tomar el Zócalo.

“La instrucción que tenemos del jefe de Gobierno es impedir en todo momento que puedan regresar los maestros; si hay necesidad de actuar de manera conjunta, con la Policía Federal, también lo haremos, aunque no creo que lleguemos a ese extremo”.

Incluso aseguró que tiene disponibles mil 800 granaderos y otro grupo de policías sectoriales en caso de ser necesario. Esto, en respuesta al amago de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) de tomar nuevamente la Plaza de la Constitución.

Mientras que en el Pleno de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) Mancera reiteró a sus opositores que seguirá trabajando de manera coordinada con el gobierno federal en esa y otras materias.

Y es que en días pasados, los sectores duros de la izquierda le propinaron una lluvia de críticas por su “pasividad” en el operativo que montó el gobierno federal para desalojar a los disidentes magisteriales.

Por eso aclaró en su primer informe de gobierno: “No promoveremos escenarios violentos ni caeremos en provocaciones que nos orillen a tomar decisiones equivocadas”.

Como parte de su discurso, Miguel Ángel Mancera enfatizó que su gobierno permitirá que sigan registrándose las más de 2 mil 370 marchas en el Distrito Federal, con todo y el costo político que esto represente.  

“No rehuiré a mis responsabilidades, ni tampoco las consecuencias de mis decisiones.

“La tolerancia es símbolo de fortaleza, nunca de debilidad. Pero la tolerancia encuentra razón cuando hay diálogo constructivo, cuando no se afectan los intereses de terceros”

La postura del mandatario local en el Recinto de Donceles y Allende fue más que clara: uno, de respaldo al gobierno federal en torno a este tema. Y dos, de una exigencia de reciprocidad.

“Ante hechos como los que hemos vivido, debemos garantizar el desarrollo de las actividades públicas y privadas de las y los capitalinos, pero también de la paz pública”.

“Por eso solicitaré de manera respetuosa y coordinada al gobierno federal, la creación de un  Fondo de Capitalidad, orientado al apoyo extraordinario a las y los capitalinos por afectaciones propias a su condición política”. 

A su lado, estaba el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong —como invitado especial y en representación del presidente de la República, Enrique Peña Nieto— quien se limitó a escuchar la solicitud del mandatario capitalino.

Mientras que los diputados de oposición lamentaron que no hablara a profundidad de su responsabilidad en ese y otros temas, como el caso After Heaven, la corrupción en delegaciones, así como las irregularidades en torno a la supervía y la Línea 12 del Metro.

Por último, el mandatario capitalino enumeró los logros de sus primeros nueve meses de gobierno, pero no habló de sus debilidades y metas por cumplir para el siguiente año.

Aquí no privilegia el diálogo

Nadie sabía si Miguel Ángel Mancera los escuchaba. Por primera vez, el jefe de Gobierno del Distrito Federal en turno no estaba presente, de principio a fin, en su informe de actividades.

Ante su ausencia, parecía que las palabras iban dirigidas al viento. Por eso los gobernadores, dirigentes de partido, jefes delegacionales y demás invitados especiales no ocuparon sus lugares desde temprana hora.

El acto protocolario inició casi al mediodía. En el Pleno de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) ya había quórum (presencia mínima de 34 diputados), pero decenas de butacas vacías.

“¿Ya viste?… hay más reporteros que invitados especiales”, exclamó uno de los coordinadores de prensa del gobierno capitalino.

La valla metálica que colocaron desde Eje Central hasta el Recinto de Donceles y Allende era de fácil acceso. Tanto, que el único obstáculo era la barrera de granaderos que resguardaban el lugar.

Adentro, dio inicio la sesión, que mostraba a Miguel Ángel Mancera como un mandatario débil y temeroso, de acuerdo con los líderes parlamentarios.

Ahí, la mayoría de los legisladores encargados de fijar el posicionamiento de su bancada reclamaron la falta de diálogo con el jefe de Gobierno, que no estaba presente debido a un acuerdo parlamentario.

Cada uno expresó su descontento de no poder interactuar con Mancera Espinosa, cuando en administraciones pasadas el mandatario en turno estaba presente y permitía preguntas de todas las bancadas.

“Mis palabras van con la esperanza de que en algún lugar de este recinto, el destinatario principal de las palabras escuche y reflexione sobre la necesidad de privilegiar el diálogo entre los poderes”, dijo el diputado del PRI, Fernando Mercado, en tribuna.

Todos hicieron su soliloquio. El mismo que el jefe del Ejecutivo local replicó una hora más tarde. Y es que una vez que terminaron los posicionamientos, Mancera arribó entre aplausos.

Ahí, los diputados Priscila Vera y Édgar Borja, del PAN, así como la perredista Ernestina Godoy, trataron de ponerle sabor a la tediosa sesión: mostraron pancartas de protesta, pero contra asuntos ajenos a los tratados durante el informe.

Afuera, el escenario tampoco era favorecedor, sobre todo para el político independiente que asumió el cargo con 60 por ciento de aceptación, pues solo había unos 500 simpatizantes. 

El jefe de Gobierno nuevamente usó una corbata gris. Y entre los invitados especiales ya no estaba su antecesor Marcelo Ebrard, menos el líder de la corriente Izquierda Democrática Nacional, René Bejarano. Los mismos que en su toma de protesta estaban en primera fila.

“Si él (Mancera) hubiera querido, habría llenado, basta y sobra con el personal de estructura del GDF para abarrotar el recinto, pero no quiere dar ese mensaje”, acotó una funcionaria después de escuchar los cuchicheos sobre la baja afluencia.

El discurso del mandatario capitalino duró casi dos horas, fueron más de 100 minutos de cifras, de afirmaciones y de desinterés de las bancadas de oposición.

Las mismas que formularon una pregunta por escrito que será contestada en 8 días hábiles.

El jefe de Gobierno salió resguardado, entre aplausos y con la tranquilidad de no ser cuestionado por los temas que lo tienen en la mira, como la seguridad y las irregularidades en obras públicas.

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