El crimen priva de ayuda a migrantes

Lixon es como una brillante ficha de dominó. En él prevalece más el tono oscuro reluciente de piel, que hace contraste con su dentadura blanca casi perfecta, de no ser porque le falta un diente.

Sonríe y desnuda su ser. Promete: será un famoso reggeatonero. Como los que escucha con sus enormes audífonos MT Lider. Mueve las manos y la cabeza, tararea. Para lograr tal sueño, llegará a Miami uno de estos días.

Mauricio Ferrer Mauricio Ferrer Publicado el
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19,000
migrantes
ha atendido
la organización
en cinco años
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Lixon es como una brillante ficha de dominó. En él prevalece más el tono oscuro reluciente de piel, que hace contraste con su dentadura blanca casi perfecta, de no ser porque le falta un diente.

Sonríe y desnuda su ser. Promete: será un famoso reggeatonero. Como los que escucha con sus enormes audífonos MT Lider. Mueve las manos y la cabeza, tararea. Para lograr tal sueño, llegará a Miami uno de estos días.

Desde hace semanas, meses, en abril pasado para ser exactos, salió de Honduras. De un lugar llamado Trujillo, capital del departamento de Colón, en aquel país que según datos de la Oficina sobre Drogas y Crimen de las Naciones Unidas (UNODC), en 2013 fue el más violento del mundo, con una tasa de 90.4 asesinatos por cada 100 mil habitantes.

“Honduras no sirve, ‘tá de la mierda”, dice Lixon, de 19 años.

Si allá está como él dice, acá, en México, la cosa no cambia mucho. Él lo sabe. En Coatzacoalcos, Veracruz, unos hombres armados lo bajaron del tren, de esa Bestia de acero a la que se trepó en la frontera sur mexicana, con rumbo al país de las barras y las estrellas.

Ocho migrantes contra la pared. Celulares, dinero. Los audífonos de Lixon tuvieron suerte. Quizá los defendió con su vida. O con sus piernas que le ayudaron a correr ese domingo de abril, y escapar de los sujetos que los encañonaron.

Lo que sea, menos los MT Lider. Y dentro de lo que sea está también el hambre. 

Son las 7:00 horas de un jueves en Guadalajara y Lixon y otros dos migrantes (otro hondureño y un nicaragüense), son como fantasmas sobre las vías del tren en la avenida Inglaterra.

Fuman un cigarrillo para engañar a la panza. No han probado bocado desde hace dos días. Uno de ellos fue a la Casa de Atención al Migrante de la organización FM4 Paso Libre, a poco más de kilómetro y medio de distancia.

“Fui para allá, pero estaba cerrada”, dice el hondureño Pedro Pablo. 

Pedro señala hacia el oriente. Y hacia ese punto cardinal, la casa, que en cinco años ha atendido a cerca de 19 mil migrantes, frente a estaciones de Ferrocarriles de México (Ferromex) no sólo está cerrada: está sin vida.

“Vinieron los del gobierno, se llevaron todo como desde hace una semana”, dice un anciano vecino.

Y entre ese “todo” hubo el cierre de uno de los pocos espacios que ofrecía a los migrantes un lugar donde darse un regaderazo, cambiar la ropa sucia y rota por alguna usada y limpia, y comer un buen plato con frijoles, arroz, huevo, carne o lo que el chef del lugar (usualmente un estudiante universitario voluntario) preparara entre las 4 y las 7 de la tarde de todos los días de la semana.

El miércoles pasado, FM4 Paso Libre emitió un comunicado en el que informó sobre el cierre de su Centro de Atención al Migrante (CAM).

“Tal y como ocurre en otras ciudades del país, grupos vinculados a la delincuencia aprovechan el aislamiento y la marginación a la que se orilla al migrante y lo violenta directamente (asalto, secuestro, abuso sexual y/o físico) o bien, lo involucra en sus actividades ilícitas, enganchándolos a alguna sustancia o reclutándolo por intimidación”.

Abajo las fronteras

“Ningún ser humano es ilegal, abajo las fronteras”, se lee en la cortina de acero que desde ayer permanece inmóvil en el CAM.

El centro que abrió en 2010 ha cambiado el panorama gris de esa zona industrial de Guadalajara. Los rojos, naranjas, azules, verdes, amarillos, morados color graffiti le han devuelto un poco de humanidad a las vías del tren que conectan hacia el centro del país y hacia el norte del mismo, rumbo a California, en Estados Unidos.

Hace cinco años, el grupo de voluntarios no llegaba ni a 10 muchachos. La primera coordinadora, Mónica Salmón, hizo una labor titánica que hoy se traduce en 75 voluntarios y cerca de 400 personas que les han brindado todo tipo de ayuda.

En 2013, FM4 Paso Libre vio por primera vez un estudio propio, concreto de la realidad del migrante por Jalisco, con base en 10 mil 588 entrevistas.

En “Migración en tránsito por la zona metropolitana de Guadalajara”, la organización demostró que la mitad de los migrantes que por aquí pasan, con destino a Estados Unidos, es agredida por la población civil, y que una cuarta parte es víctima de las autoridades.

El robo es el delito más común del que son víctimas; en 50 por ciento de los casos está presente.

Y eso que, según los testimonios recabados, la ruta Occidente es menos peligrosa que la que atraviesa por el Golfo de México, con puntos como Tierra Blanca y Coatzacoalcos, en Veracruz, o Tenosique, en Tabasco, en los que se han registrado ataques de Zetas hacia migrantes.

La inseguridad no sólo ha sido hacia quienes se trepan a un tren con mochila en la espalda. FM4 Paso Libre, en su comunicado de antier, dejó claro que desde hace año y medio, sus integrantes han sido amenazados.

“Desde hace tres meses hemos denunciado esta situación ante las autoridades municipales, estatales y federales, solicitando la aplicación de estrategias, para garantizar la continuidad de nuestra labor”, añadió.

Por la noche de ese día, la Fiscalía General del Estado, en tres párrafos, informó que apoyará al CAM, para que éste reinicie actividades lo antes posible.

Humildad, virtud del migrante: Iglesia

“El verdadero migrante llega con una actitud humilde”, describe Alberto Ruiz, párroco de la Casa para Migrantes El Refugio, en el Cerro del Cuatro, en la colonia Las Juntas, en Tlaquepaque.

Ruiz, subcoordinador de Atención a Migrantes de la Arquidiócesis de Guadalajara, dice que en los últimos años, personas en situación de calle se han disfrazado como migrantes para obtener alguna ayuda, pero regularmente son quienes cometen alguna conducta ilícita, lo que ha provocado discriminación hacia quienes sí lo son.

Con casi una década de atender a personas en tránsito en Guadalajara, el sacerdote señala las agresiones cometidas por empleados de Ferromex, quienes bajan a golpes a los migrantes.

La Casa para Migrantes El Refugio atiende en promedio a 15 migrantes al día; sus indicadores coinciden con los de FM4 Paso Libre: Honduras es el país que más expulsa gente. Casi 7 de cada 10 migrantes en Jalisco provienen de ese nación centroamericana.

De allá es Pedro Pablo, un mecánico de 22 años que lleva tatuado el nombre de su hija Aby en el pecho y en el brazo izquierdo. La tinta se la inyectó en Estados Unidos, del que fue deportado hace un año. Honduras, dice, no le ofrece nada a él ni a Aby. Por eso lo intentará una y otra vez.

“Yo soy de San Pedro Sula (tres veces considerada la ciudad más violenta del mundo), allá está la Mara y el gobierno juntos; llegué con tatuajes y me dijeron que me fuera, que me iban a cortar la cabeza, cuando yo no soy de ninguna Mara”, dice el hombre con la playera de la selección de futbol de Honduras.

Los dos hondureños y el nicaragüense esperarán la noche, para subirse a un vagón del ferrocarril. Lixon cantará hasta que el sol se oculte.

“Hoy muy bien estoy llegando/para toda esta gente/que me ha estado esperando/mi flotar lento y presente”. 

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