El cine de la indignación en México
El séptimo arte en México se ha cimentado en historias de denuncia que reflejan la realidad de un país sumido en la pobreza, la corrupción, la violencia y la desigualdad, problemáticas que han inspirado a decenas de creadores y que siguen influyendo en las nuevas producciones fílmicas
Hidalgo NeiraEl cine que se realiza en México está plagado de la realidad que se vive en el país.
Este espejo se percibe en las ficciones de reciente exhibición como La camarista, Chicuarotes o Las niñas bien, y también se hace presente en las películas que siguen circulando en festivales como lo son Huachicolero, Antes del olvido y Marioneta.
Todas reflejan algo en común: la imposibilidad de aspirar a una mejor calidad de vida, ya sea por la corrupción, la impunidad, la discriminación en cualquiera de sus formas o por el estatus económico.
“Si lo pensamos bien, no es casual que Buñuel haya filmado Los olvidados (1950) en este país. Llevamos muchos, muchos años, no sé cuantas décadas exactamente, pero tristemente México y –yo diría– América Latina, es fértil para generar sentimientos de indignación”, comenta el documentalista Everardo González.
El realizador ha hecho su carrera desde la mirada crítica, ejemplo de ello es el testimonial La libertad del diablo, estrenado en 2018 y el cual describe la violencia que se vive en México a causa del crimen organizado y la incompetencia de las autoridades encargadas de velar por la seguridad pública nacional; la película ganó el Ariel a Mejor Largometraje Documental.
Reporte Indigo conversó con otras voces del cine mexicano, tanto de ficción como documental, quienes exponen que las arbitrariedades seguirán siendo expuestas en su labor artística, ya que las problemáticas del país carecen de una solución a largo plazo, además aseguran que el cinéfilo demanda este tipo de contenidos.
En su segundo largometraje, Antes del olvido, Gómez Cocheiro narra la ficción de una vecindad del Centro Histórico de la Ciudad de México que está al borde del desalojo por parte de una empresa privada que pretende derribar el inmueble y edificar un centro comercial, todo con la venia de parte del gobierno.
Siendo observador de su entorno, consciente de la situación sociopolítica de su país y de las injusticias y disparidades entre clases, fue como Amat Escalante se embarcó en grabar historias que hablan de la violencia, narcotráfico y pobreza en la nación.
“Siempre me pareció inevitable hablar de eso, inspirarme de eso, es algo que viviendo en México ves en cualquier esquina de la ciudad, en cualquier parte del país, a menos que de plano estés ciego”, afirma Escalante, quien dirigió Heli (2013) cinta que describe la corrupción al interior de la seguridad pública y que ganó en Cannes como Mejor Director.
México no es el mismo después del 19 de septiembre del 2017, el sismo que movió la capital del país, además de nueve estados, afectó en todos los aspectos a sus ciudadanos, en el documental La voz del silencio, producido por Cultura Colectiva y dirigido por Jorge Uruchurtu, se deja en claro que se sigue esperando acción concreta por parte de las autoridades para restablecer bienes inmuebles y pérdidas económicas a los afectados.
Ante la indefensión, la carencia y el desasosiego, es como el cine de la indignación se ha edificado en México, el cual está lejos de desaparecer y se consolida más allá de un género, siendo parte de una identidad del arte forjada en la nación ahora presidida por Andrés Manuel López Obrador.
Cine, Arte en resistencia
La exaltación del crimen y la violencia, de la humillación y la podredumbre, de la bajeza y el abuso de poder, son temas que se viven en la cotidianeidad mexicana y han traspasado la barrera de lo artístico, de esto Gómez Cocheiro reflexiona y separa lo que vale la pena verse en pantalla grande y lo que se podría descartar del ojo crítico del ciudadano nacional.
“Creo que una serie de narcos realmente no aporta mucho, porque es regocijarnos en un estereotipo, pero el cine de la resistencia que se está haciendo en México va más allá de los estereotipos de lo que es lo mexicano, y lo que es cultural y políticamente también hoy en día”, expresa.
Al hacer Antes del olvido, ella estaba consciente de que su trabajo peligraba en encasillarse en lo conocido por el folclor mexicano, o irse al extremo de lo trágico, que incluso es celebrado en festivales internacionales.
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Heridas abiertas en el tiempo
Con el corto Amarrados, del 2002, Amat Escalante mostró una visión escalofriante de la vida en las calles de México, pues cuenta la historia de un niño sin hogar que vaga siendo adicto a inhalar pegamento, además de ser espectador de la explotación sexual, el cineasta demuestra cómo su cine refleja a una sociedad que adolece.
“Me he inspirado en eso, no necesariamente con la idea de cambiar algo, yo creo que para eso hay formas más efectivas que el cine (…) a la larga creo que viendo las heridas o la ‘enfermedad’ que puede haber, uno es más consciente y se acerca a una solución tal vez, pero ese no es mi propósito”, se sincera Escalante.
Al igual que González, el cineasta nacido en España, pero naturalizado mexicano, refiere que Los Olvidados de Buñuel es una marca que le ha permeado en su vida y su carrera por cómo el director extranjero supo ahondar en la pobreza mexicana a casi 70 años de distancia.
“Existe desde Los Olvidados de Luis Buñuel esa atracción y misterio de reflejar algo que es un poco difícil de entender (…)
¿Viviendo de pornomiseria?
En 1977, mientras Star Wars arrasaba en Hollywood y en las taquillas internacionales, los cineastas colombianos Luis Ospina y Carlos Mayolo, crearon un término que sacudió a toda Latinoamérica con motivo del cortometraje Agarrando pueblo, mismo que dirigieron y que era un falso documental de cómo se sobreexplota la imagen del tercer mundo desde la perspectiva audiovisual, convirtiéndose en el manifiesto de la “pornomiseria”.
El director observa que los problemas en México no cambian a pesar de que se tengan distintos partidos políticos en la silla presidencial y él seguirá haciendo documentales para señalar la indignación que se vive desde el terreno cultural y artístico.
“Como trabajo con la realidad, dudo que la realidad cambie en este sexenio, por lo menos, para acabar con lo que históricamente este país ha generado (…) no se trata de golpearle a los gobiernos en funciones, aunque sí también, se debe tratar de recordarles que hay cosas que tienen que cambiar”, refrenda el realizador de El Paso (2016).
Práctica inagotable en el cine
Pasado el sismo del 19 de septiembre del 2017, lejos de llegar la calma, se hizo presente la llamada de atención de los ciudadanos contra las autoridades de todos los niveles de gobierno, y con la llegada de la Cuarta Transformación, los pendientes se hicieron notables en forma de documental con La voz del silencio.
La denuncia social a través del cine documental y de ficción es una categoría que seguirá produciéndose ante las numerosas y diversas problemáticas que se presentan día a día
“Ir a Juchitán (Oaxaca) tanto tiempo después del sismo y ver cómo estaba todo, nos hizo darnos cuenta, a pesar de que a través de una cámara nada más te puedo mostrar un cuadro, tal vez una casa, que había cantidad de inmuebles por los que nadie se hace responsable”, indica Jorge Uruchurtu, quien trabajó el testimonial durante un año.
“Es un mecanismo natural de defensa comunicar lo que nos está pasando, entonces siempre se van a seguir haciendo producciones de este tipo, son las historias que vivimos día a día”, subraya.