El Festival Internacional Cervantino (FIC) tuvo un propósito muy importante: traer lo mejor de las artes escénicas del mundo a México, lo que fue un hito en la historia de la cultura en el país, porque de otra manera muchos mexicanos no hubieran podido acceder a espectáculos de alto nivel, haciéndolo el evento cultural artístico más importante del año.
Por otro lado, también fue una gran escuela de periodismo cultural, no podría entenderse el desarrollo del periodismo cultural sin la historia del Cervantino.
“El periodista aprendió a tener habilidades para poder cubrir este festival de tanta complejidad y también aprendió lenguajes artísticos que le permitieron ejercer un nivel reporteril de calidad sobre lo que ocurría en el Cervantino”, asegura el doctor Juan Hernández, crítico de artes escénicas.
Hoy, tanto para Hernández como para el crítico musical Iván Martínez, el FIC está desdibujado, devastado y desmantelado, como muchas otras estructuras culturales del país; sin embargo, afirman que no sólo se puede responsabilizar al gobierno actual, ya que es un proceso que se vino generando desde sexenios atrás.
La política de desmantelamiento del Cervantino inició, de acuerdo con Hernández, doctor en Historia del Arte por la UNAM, con el expresidente Vicente Fox y Sari Bermúdez, encargada del extinto Conaculta, quienes decidieron que los festivales no eran necesarios, no solamente el FIC, sino toda la red de festivales que existía y que se había consolidado.
Luego vinieron los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, para los que la cultura era meramente entretenimiento, con una política cultural muy superficial y dirigida solamente a divertir a las masas; así empezó a decaer la calidad artística.
“El FIC en este momento es prácticamente un festival de quinta si lo comparamos con las grandes ediciones de hace 20 o 30 años, en donde era una referencia para las artes a nivel internacional”, sentencia Hernández.
Martínez reafirma la idea del doctor Juan y dice que no sería justo culpar solamente a esta administración —que si bien su política de austeridad y su visión de la cultura ha golpeado al FIC— las coyunturas se deben tomar en cuenta, como la actual crisis económica postpandemia.
Juan Hernández considera que no existe ninguna intención de recuperar el Cervantino, por lo que está condenado a su desaparición.
“Con toda honestidad, el Cervantino fue una tradición importantísima en los años 80 y 90 que se acabó en el 2000”.
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