El auge militar

A pesar del peso que han cobrado las Fuerzas Armadas a lo largo de los últimos tres sexenios, especialistas descartan la politización o ideologización del Ejército y recuerdan que su propia naturaleza y espíritu son de subordinación al titular del Ejecutivo Federal
Carlos Montesinos Carlos Montesinos Publicado el
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Con el creciente rol de las Fuerzas Armadas, el discurso del general Luis Cresencio Sandoval para sumarse al proyecto político del presidente Andrés Manuel López Obrador, causó sorpresa en algunos sectores. 

Aunque no es la primera vez que el poder militar lo respalda de manera explícita, la declaración se dio en un momento crítico, pues se alistan reformas a la organización del corporativo armado. 

En el 111 aniversario de la Revolución, el secretario de la Defensa Nacional llamó a que, “como mexicanos, es necesario estar unidos en el proyecto de nación que está en marcha” y declaró el respaldo de las Fuerzas Armadas a la llamada “cuarta transformación”, pues ven en ella los mismos propósitos que distinguieron a las primeras tres. 

El discurso no solo fue criticado por la oposición con el Grupo Plural y Acción Nacional solicitando la comparecencia del general secretario ante el Senado de la República, sino que también causó una advertencia de la organización Human Rights Watch respecto a que “la democracia peligra” cuando los militares se involucran en políticas partidistas.

En realidad, los acercamientos políticos de las Fuerzas Armadas al proyecto presidencial han sido recurrentes, particularmente en ceremonias. Hace dos años, en el mismo escenario, el almirante José Ojeda Durán aseguró que se mantendrían “siempre leales al licenciado Andrés Manuel López Obrador y, con ello, al pueblo de México”. 

El 2 de diciembre de 2018, cuando el primer mandatario asumió como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, el mismo general Sandoval proclamó en el Campo Marte que “juntos haremos historia”, lema de campaña de López Obrador y nombre de la coalición electoral que lo llevó a la Presidencia de la República. 

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Respecto a esto, Gabriela Nava, analista de inteligencia por el Centro de Estudios Hemisféricos William J. Perry, comenta a Reporte Índigo que, si bien estos posicionamientos han sido constantes, no se puede perder de vista la naturaleza y el espíritu de las Fuerzas Armadas mexicanas. 

“Uno de los primeros elementos de la doctrina militar mexicana es la subordinación al mando supremo y será siempre el presidente, del partido que sea, de la tendencia política que sea. Eso para el Ejército es irrelevante. Por otro lado, son de las pocas Fuerzas Armadas latinoamericanas que no están politizadas, que dentro de su doc- trina no incorporan componentes ideológicos, ya sea de izquierda o derecha”. 

Nava señala que una de las tareas clave de las Fuerzas Armadas, como lo establece el Artículo III de la Ley de Seguridad Nacional, es garantizar la estabilidad, integridad y permanencia del Estado mexicano. 

“El discurso del general va respecto a la integridad nacional, ya no se refiere solo a la integridad política y a la integridad territorial, sino a la integridad social. Esto es también porque, aquí coincido con López Obrador, el Ejército es el pueblo uniformado. Si la sociedad civil mexicana está polarizada y dividida, ¿por qué el Ejército tendría que ser la excepción?” 

Los discursos de sus secretarios son correspondidos por López Obrador con acciones concretas, como se vio en la iniciativa que envió el 19 de noviembre al Senado para reformar la Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, creando la figura del Comandante del Ejército como mando superior del corporativo armado. 

Bajo el argumento de que actualmente la Sedena vive una “dualidad de responsabilidades” como Secretaría de Estado y Cuartel General del Ejército, esta reforma permitirá a su titular enfocarse en sus facultades políticas como integrante del Ejecutivo federal y delegar las responsabilidades militares al Comandante del Ejército y su nuevo Estado Mayor Conjunto. 

Esto a la luz de la próxima reforma constitucional que formalizará el traspaso de la Guardia Nacional, principal corporación de seguridad pública, a la Sedena. En tanto que el pleno de la Suprema Corte de Justicia alista la discusión sobre el acuerdo que López Obrador emitió en mayo de 2020 para desplegar a las Fuerzas Armadas en tareas de esta índole. 

En entrevista con Reporte Índigo, Juan Manuel Aguilar Antonio, investigador del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia, cuestiona si los integrantes de las Fuerzas Armadas estarían realmente interesados en tener una mayor participación política a la par de sus operaciones militares. 

“Los militares no necesariamente creo que estén abocados a tener intereses políticos, pero sí creo que quieran tener un papel más trascendental en el ámbito de la toma de decisiones. Hubo personajes con características muy políticas, el caso más sonado fue el del general Salvador Cienfuegos, que hasta promovió una iniciativa dentro del Congreso”. 

En ese sentido, destaca el contexto “sui géneris” de las Fuerzas Armadas de México, siendo que es de los pocos países del mundo donde las secretarías de Estado siguen a cargo de militares en activo y no en situación de retiro o políticos civiles. Así como menciona la controversia por el historial latinoamericano de golpes de Estado y dictaduras. 

Si bien considera que este cambio no sería de fondo, Aguilar recalca que “hay una fuerte repercusión de que no tienen voz ni voto, hay fuertes carencias en que ellos se llevan la peor parte en esquemas adversos como la lucha contra el COVID-19 o el crimen organizado. Hay precedentes de determinadas autoridades de los bandos militares que desean una reivindicación o dignificación y abogan por el bienestar de las Fuerzas Armadas”. 

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