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El presidente Donald Trump experimentó el cierre de Gobierno más largo en la historia de Estados Unidos, sin embargo, su estrategia de apagón parcial del país no tuvo características novedosas. Al contrario, el republicano se transformó en el aprendiz de una tradición tan antigua como la política estadounidense.
El cine es el encargado de recordar que el olor del presente tiene el toque azufroso del pasado. La película El Vicepresidente: Más Allá del Poder, que estrena hoy en las salas mexicanas, describe a detalle la vida del exvicepresidente Dick Cheney y su paso por la política hasta arribar al momento cumbre en su carrera al lado del exmandatario George W. Bush.
La producción se estrena en un periodo de tensión, luego de queTrump quiso imponerse con un cierre parcial de Gobierno para que se incluyera en el presupuesto federal los 5 mil 700 millones de dólares que necesita para financiar el muro fronterizo, la joya entre sus promesas de campaña.
Los cierres de Gobierno o shutdowns ocurren cuando la legislación para asignar los recursos necesarios para la operación de las agencias gubernamentales no se puede promulgar en el Congreso. Por lo tanto, la ley establece que la mayoría de las dependencias deben suspender a su personal no esencial y detener o limitar sus actividades durante un periodo.
Los 35 días de pausa parcial convirtieron al magnate en el presidente con el cierre de Gobierno más largo de la historia de Estados Unidos. Además, la medida es temporal porque la administración sólo permanecerá abierta hasta el 15 de febrero porque aún no cuenta con presupuesto.
“Todos los gobiernos lo hacen, pero la tendencia es más fuerte en las presidencias republicanas como en las de Nixon, Reagan y Bush. Un poco porque es la mentalidad conservadora de que la democracia no debe ser un obstáculo para implementar ciertas cosas que son buenas y convenientes para el país”, explica Walter Astié-Burgos, quien fue embajador alterno de México en Washington durante la presidencia de Ronald Reagan.
En este sentido, la política que aplica Trump retoma elementos de lo realizado por otros gobiernos dirigidos por republicanos y también algunos demócratas.
La historia de Estados Unidos cuenta con 21 apagones desde que comenzaron en 1976, 13 protagonizados por mandatarios del partido del político neoyorquino y 8 por el frente contrario.
Las administraciones de Ronald Reagan y Jimmy Carter son las que más cierres de gobierno han experimentado. El segundo más largo después del de Trump fue el de Bill Clinton con 21 días.
Larry Rubin, representante del Partido Republicano en México, considera que las dos fuerzas políticas principales de Estados Unidos han realizado de forma equitativa cierres de Gobierno.
El político añade que el tercer shutdown de Trump es el más largo hasta ahora porque el republicano pretendía que la Cámara de Representantes decidiera lo antes posible una estrategia para atender el flujo migratorio que llega a Estados Unidos.
La ineficiencia del Congreso es evidente para los ciudadanos porque la Cámara Baja no realiza una reforma migratoria desde hace más de 15 años”, advierte Rubin en entrevista con Reporte Indigo” autor=”” puesto=””]
No obstante, la doctora en relaciones internacionales Arlene Ramírez Uresti puntualiza que existe una particularidad en los cierres de Gobierno de los republicanos que se mantiene hasta la administración de Trump: la construcción de un enemigo externo y una estrategia para erradicarlo que necesita financiamiento extra.
“Los republicanos que recurren a los cierres siempre lo hacen por temas de seguridad nacional, desplazamiento de tropas y llamamiento de la milicia al extranjero”, asegura la internacionalista.
Enemigo público: La historia se repite
En El Vicepresidente: Más Allá del Poder, el director Adam McKay cuestiona las formas de operar de los republicanos cuando compara un discurso del exmandatario Ronald Reagan con las políticas actuales de Donald Tump. En una escena, el también actor de Hollywood dice la emblemática frase “Make America Great Again”.
El político neoyorquino retoma la frase en sus discursos en contra de las personas migrantes, sujetos representados por el presidente como el enemigo en común de los estadounidenses actualmente.
“Es muy difícil la cohesión nacional, entonces la forma de unir a toda esa gente tan diversa fue teniendo un enemigo común para que se solidaricen con el gobierno. Después de la independencia en 1776, el gran enemigo que se proclamó fueron las monarquías europeas, por eso vino la política de aislacionismo”, evoca Astié-Burgos.
Los rivales cambiaron conforme el paso de generaciones. En la Primera Guerra Mundial fue la Alemania Imperial, después no solo sería el país germano sino el grupo del Eje al ser derrocado el gobierno nazi, finalmente la Unión Soviética pasaría se convertiría en el nuevo detractor y así hasta la actualidad.
“Con las Torres Gemelas quedó demostrado cuál era el nuevo gran enemigo y de ahí para acá con Trump sigue siendo el terrorismo el adversario, pero como ya se ha logrado avances en derrotar al Estado Islámico se han revivido otros viejos problemas”, declara Walter Astié-Burgos, quien fue embajador alterno de México en Washington durante la administración de Ronald Reagan.
En los últimos 20 años la población árabe ha sido un supuesto peligro para los estadounidenses, no obstante, Trump ahora conjuga ese miedo con el temor a los migrantes y también considera las drogas como problema –igual que durante la presidencia de Reagan–.
“El terrorismo aún es un tema, pero se le agrega esta idea de que los migrantes son el problema en Estados Unidos. Mucha gente que apoya a Trump piensa que son criminales que traen drogas y se apropian de los recursos públicos”, describe Pablo Piccato, profesor de historia de la Universidad de Columbia en entrevista para Reporte Indigo.
La construcción del enemigo común de Estados Unidos es una constante en los Gobiernos republicanos y muchas veces los presidentes de este partido combaten esa supuesta amenaza con financiamiento que provoca shutdowns.
“Eso constituye uno de los ejes discursivos del ideario del Partido Republicano, entonces de manera natural justifican el uso de recursos para defender a Estados Unidos de lo que consideran una amenaza para la seguridad”, comenta la internacionalista Arlene Ramírez.
Otros gobiernos republicanos realizaron shutdowns para lograr iniciativas relacionadas con la política exterior al igual que Trump provocó un cierre por su exigencia de presupuesto para el muro fronterizo. Un ejemplo de esta situación es la administración de Reagan.
Una de las paralizaciones de su Gobierno fue la de tres días en diciembre de 1982. La Cámara de Representantes se opuso ese año a la financiación de misiles MX. Al final, Reagan dejó de lado su exigencia para financiar el armamento y el Congreso eliminó su plan de trabajo. El presidente republicano aceptó financiar la Corporación de Servicios Legales a cambio de más ayuda a Israel.
Desde un año antes, Reagan anunció la fabricación de cien nuevos misiles intercontinentales MX, cien aviones bombarderos B-1, nuevos submarinos nucleares Trident, equipados con misiles de crucero y una serie de medidas complementarias de control y sistemas de comunicaciones capaces de defender Estados Unidos de un eventual ataque nuclear soviético, ese enemigo común que se mantenía vivo en los ochenta.
El mismo Gobierno republicano se detuvo por otros tres días en noviembre de 1983. El cierre ocurrió porque Reagan y la Cámara de Representantes controlada por los demócratas no lograron un acuerdo. El organismo legislativo deseaba recortes en gastos de defensa y ayuda extranjera, con un aumento de los fondos para la educación.
La salida fue establecer un trato que consistió en que la Cámara Baja redujera la cantidad deseada de fondos para educación y aceptara la financiación de misiles MX. Los representantes obtuvieron sus recortes en ayuda y defensa extranjera, así como la prohibición del arrendamiento de petróleo y gas en refugios federales de vida silvestre.
Reagan también cerró por un día su administración el 18 de diciembre de 1987 porque el Congreso quería recortar los fondos a los Contras, grupos de insurgentes financiados por Estados Unidos que intentaron el derrocamiento del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Otra vez el fantasma del enemigo común en el extranjero. El Congreso obtuvo ayuda no letal para los Contras y el gobierno reabrió el 20 de diciembre.
El analista político Juan Pablo Galicia matiza en las razones detrás de los shutdowns republicanos. Considera que son más recurrentes en los gobiernos del partido de Trump porque este frente político tiene inherente la tradición de no gastar más de lo necesario.
“Los republicanos buscan que si se aprueba un nuevo presupuesto no implique déficit o deuda porque eso va en contra de la tradición del monetarismo y la responsabilidad fiscal que tiene mucho más interiorizado su partido”, concluye Galicia.
El arte como elemento de crítica
El filme del director Adam McKay retoma elementos del séptimo arte que critican a las autoridades de Estados Unidos. La cultura cinematográfica estadounidense lleva años forjando el ejercicio de oposición hacia sus gobernantes, basta con recordar Todos los hombres del presidente (1976), largometraje con el que se dio arranque a un nuevo cine de ruptura contra el poder Ejecutivo.
“Esa película creó un género y ahora se producen muchas cintas que son políticas y al mismo tiempo didácticas porque le explican a la gente cómo se lucha contra el poder. La política es un objeto de sátira constantemente (…) y existen películas muy influyentes que replican lo que pasa con la crisis financiera y otras sobre Bush o Clinton”, manifiesta Pablo Piccato, profesor de historia de la Universidad de Columbia.
La presidencia de Trump también tiene constantes reclamos en la televisión estadounidense en la actualidad. Uno de sus detractores es el programa nocturno de Jimmy Kimmel, quien contrató a un trabajador federal diferente por día cuando se dio el cierre parcial.
También está la sátira con cómicos como Jimmy Fallon, quien se disfraza del inquilino de la Casa Blanca en sketches en su show televisivo y el actor Alec Baldwin, quien imita al republicano desde que era precandidato.
Entre los trabajos críticos audiovisuales que más seguimiento reciben de la prensa está The Fourth Estate, serie documental que se adentra a la redacción de The New York Times y describe la tensa relación que el presidente tiene con los medios de comunicación.
La internacionalista Arlene Ramírez Uresti agrega La Aldea como una película que no habla directamente de política estadounidense, pero refleja la raíz ideológica de los gobiernos republicanos. Los personajes de este largometraje consideran una amenaza todo lo que reside fuera de la comunidad aislada con costumbres del Siglo XIX donde ellos viven.
La doctora en relaciones internacionales también menciona The Truman Show como un referente crítico porque es una película en la que el protagonista no se da cuenta que todo está elaborado a partir de un discurso ficticio como a veces sucede en la política estadounidense.
En esta película, un habitante de un pueblo en la playa poco a poco descubre que él es la estrella de un reality show de 24 horas.
La trama del largometraje está ubicada en 1979 e inspirada en la historia del policía negro Ron Stallworth y un detective judío que se infiltraron en una célula del Ku Klux Klan en Colorado.
Después de recibir el Premio del Jurado de Cannes por su largometraje sobre racismo, el director estadounidense Spike Lee dijo que Trump tuvo la oportunidad de denunciar al movimiento alt-right tras la violencia en Charlottesville, pero optó por decir que ambas partes tenían culpa en el enfrentamiento.
Es así como El Vicepresidente: Más Allá del Poder es una película que como otras recuerda que el gobierno de Trump no nace de la nada, sino que tiene sus fundamentos en una serie de tradiciones del Partido Republicano y del resto de actores de la política estadounidense.