Educación y tecnología, mancuerna necesaria en México
La educación y la tecnología deben ir de la mano para garantizar el mejor aprendizaje y desarrollo de habilidades de los alumnos, sin embargo, para lograrlo se requiere de una amplia capacitación para los docentes, una estrategia clara, infraestructura de calidad y mayor inversión de recursos por parte del Estado
Ernesto SantillánPara que la educación en México salga del estancamiento, los alumnos se recuperen del golpe acertado por la pandemia de COVID-19 y se reduzcan las brechas de desigualdad entre los estudiantes, las tecnologías de la información son clave.
De acuerdo con la especialista, lo que diferencia la educación entre ser buena o mala es la calidad de los recursos que se utilizan.
“En este contexto necesitamos dotar a los maestros de nuevas estrategias, conocimientos y herramientas para que puedan desempeñarse de la mejor manera.
“Antes del internet, el acceso a ellos era a través de una clase presencial, sin embargo, eso ya cambió, ahora a la distancia se pueden cumplir con todas las necesidades en cuestión de aprendizajes”.
Esto sin duda representa un reto enorme para los maestros, quienes no solo tienen que adquirir nuevos conocimientos, también deben desaprender muchas de las estructuras tradicionales a las que estaban acostumbrados.
“La tecnología es disrupción y lo que hoy podemos pensar que es lo mejor, mañana ya no lo es. Entonces es necesario poder adaptarnos y no casarnos con una sola idea.
“Pero qué pasa con los maestros que no tienen la capacitación adecuada o los recursos tecnológicos, pues mantienen un sistema tradicionalista en donde el profesor es la única fuente de conocimientos”, dice Herrera.
Programas deficientes causan deserción
Para brindar atención a distancia durante la pandemia de COVID-19, el Gobierno federal implementó el programa Aprende en Casa, el cual contemplaba clases a través de la televisión, el internet y la radio.
Sin embargo, la falta de calidad en los contenidos, el pobre seguimiento por parte de las autoridades educativas y la carencia de herramientas y de infraestructura tanto para maestros como para estudiantes provocaron que millones de alumnos abandonaran las aulas.
“La pandemia tuvo un efecto negativo en el aprovechamiento y participación en todos los niveles educativos. La estrategia de Aprende en casa no logró llegar a todos los alumnos y no hay evidencia de su efectividad en el aprendizaje de los estudiantes”, dice la investigación del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, A. C. (CIEP), “Educación para todos: una tarea pendiente”.
De acuerdo con el INEGI, 33.6 millones de personas entre los 3 y 29 años estuvieron inscritas en el ciclo escolar 2019- 2020 (62 por ciento del total). De ellas, 740 mil (2.2 por ciento) no concluyeron el ciclo escolar: 58.9 por ciento por alguna razón asociada a la COVID-19 y 8.9 por ciento por falta de dinero o recursos.
Para el ciclo escolar 2020- 2021 se inscribieron 32.9 millones (60.6 por ciento de la población de 3 a 29 años), sin embargo, por la crisis sanitaria, no se inscribieron 5.2 millones de personas (9.6 por ciento del total de 3 a 29 años) al ciclo escolar 2020-2021.
Respecto a las principales desventajas, el 58.3 por ciento de los alumnos opinan que no se aprende o se aprende menos que de manera presencial, le sigue la falta de seguimiento al aprendizaje de los alumnos (27.1 por ciento) y la falta de capacidad técnica o habilidad pedagógica de padres o tutores para transmitir los conocimientos (23.9 por ciento).
Cerrar brechas de educación
El gasto por alumno es una medida que permite determinar la cantidad de recursos que ejerce el Estado en los estudiantes de acuerdo con su nivel educativo, explica el estudio “Educación para todos: una tarea pendiente” del CIEP.
“Con base en el gasto por alumno y las brechas de cobertura, se estima el gasto público aproximado necesario para poder proveer de servicios educativos, con la calidad actual, a todas las niñas, niños y adolescentes para los niveles inicial, preescolar y media superior.
“También se incluye la estimación de los recursos a nivel superior que se necesitarían para poder fomentar la inclusión, permanencia y continuidad, y proporcionar los medios de acceso a este nivel educativo”.
Según datos del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), para integrar a los 8.8 millones de menores que no están inscritos en los niveles educativos que les corresponde según su edad, se requerirían 188 mil 442 millones de pesos adicionales al presupuesto de educación, lo equivalente al 0.7 por ciento del PIB.