En el corazón de una de las colonias con mayor crecimiento y plusvalía de los últimos años en la Ciudad de México: Santa María la Ribera, en la alcaldía Cuauhtémoc, sobreviven Perla Valdez y sus tres hijas en una habitación de tres metros por tres que está a punto de derrumbarse por los sismos.
En el número 157 de la calle Mariano Azuela viven 10 familias en 10 habitaciones pequeñas divididas en dos pisos. Las cinco del sótano se inundan con las lluvias y a las de arriba comienza a caérseles el techo a pedazos.
“El predio resultó afectado por el sismo de 2017, vino Protección Civil y lo catalogó como de alto riesgo. Después de eso no nos volvieron a visitar. Nosotros seguimos habitando aquí porque no tenemos dónde estar, después de los sismos pasados ni siquiera vinieron a ver cómo estaban las instalaciones.
“No nos han hecho caso, con el sismo pasado se abrieron más las grietas aquí en el paso, se vino también el cielo falso. Fue horrible, nosotros nos asustamos mucho, entramos en crisis. Las viguetas están dañadas desde el 2017 y ya solo estamos esperando a que caigan. Nosotros en caso de sismo nos tenemos que apresurar a salir”, comenta.
Todos los días Perla barre el piso de su cuarto y saca una gran cantidad de polvo, sabe que en cualquier momento lo que recogerá serán escombros de entre sus cosas. Confiesa que ella y sus hijas ya solo duermen ahí por el miedo de que el techo se venga abajo.
Ese miedo ocasionó que durante el sismo del 22 de septiembre agarrara a sus hijos y saliera a tropezones del inmueble lastimándose el pie.
“Si viviera en un lugar más seguro hubiera salido con más calma. Pero ahorita el tiempo es vital porque en cualquier momento se nos va a caer esto”, confiesa.
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