El decreto firmado por el presidente estadounidense Donald Trump con el que se ordena la construcción del muro fronterizo es la mayor agresión del Gobierno de Estados Unidos a México en los últimos años.
Con esta orden ejecutiva, las relaciones entre Estados Unidos y México entran en un punto crítico, y abren una profunda brecha entre ambos países, dando inicio a la que quizá ya sea la peor época de la diplomacia bilateral.
Trump irrumpe de esta forma en el podio de los grandes villanos norteamericanos en el imaginario colectivo junto al exembajador Henry Lane Wilson y el expresidente Herbert Hoover, dos de los estadounidenses que más daño han hecho al país.
A Henry Lane Wilson, embajador en México de 1910 a 1913, se le recuerda por su intervención en los asuntos internos del país en beneficio para el gobierno y los empresarios de Estados Unidos.
El diplomático fue artífice de episodios lamentables en la historia del país a inicios del siglo 20, sobre todo por su participación activa en la llamada Decena Trágica que culminó con el asesinato del presidente Francisco I. Madero.
Hoover, presidente estadounidense entre 1929 y 1933, buscó, al igual que ahora lo hace Trump, resolver los problemas de su país recurriendo al aislacionismo y al cierre de fronteras, y tuvo como principal blanco a los mexicanos.
A principios de la década de los 30, en el contexto de la gran depresión, la administración de Hoover deportó de manera inconstitucional a más de un millón de mexicanos y mexico-americanos; más del 60 por ciento eran residentes legales.
Con Trump, la historia parece repetirse, con la amenaza de deportaciones masivas, pero también con el proteccionismo comercial y económico que impuso Hoover y que más que ayudar a Estados Unidos a salir de la crisis, la agudizó y la prolongó.
La orden ejecutiva firmada ayer también significa una provocación al Gobierno mexicano, pues se dio en el marco del inicio de las reuniones de alto nivel para preparar el terreno del encuentro entre Trump y Enrique Peña Nieto.
Especialistas consultados por Reporte Indigo señalan que debe ser prioritario que México establezca una agenda multinivel, donde se establezcan las prioridades del país en la relación bilateral.
“Hay grandes oportunidades desde el punto de vista económico, desde el punto de vista social, desde el punto de vista financiero, pero aquí el punto es definir la agenda, definir los mecanismos que la hagan viable y sobre todo, posicionarla.
“Creo que es una buena oportunidad, insisto, bajo este nuevo esquema de avanzar hacia una agenda sobre los temas que nos competen”, apunta el doctor José María Ramos, investigador del Colegio de la Frontera Norte.
Para el periodista León Krauze, quien radica en Estados Unidos, aún con la versión más radical de Trump, aún es posible que no haya un gran cambio en la relación bilateral.
“La relación bilateral ha crecido de una manera que ninguna coyuntura política más allá de una catástrofe puede realmente incidir de manera considerable en las dinámicas ya establecidas”, señala Krauze.
Profundos vínculos
Aunque en los primeros días de la administración de Donald Trump parecen materializarse los peores temores para México, diversas voces destacan la existencia de lazos económicos y comerciales profundos y enraizados entre ambos países.
“Los intercambios comerciales, el tamaño de la relación bilateral nada más en el sentido económico es tal que sería suicida para cualquiera de los dos gobiernos tratar de dar marcha atrás a mucho de lo que se ha construido, y en muchos casos no se puede dar marcha atrás porque los vínculos son muy profundos”, señala León Krauze.
Por su parte, el académico del Colegio de la Frontera Norte, José María Ramos, sostiene que los grandes empresarios con intereses en ambos lados de la frontera tendrán que convertirse en un contrapeso.
“El diálogo económico de alto nivel es difícil que se pueda dejar de lado porque hay un sector empresarial que está involucrado en situaciones de infraestructura, de desarrollo económico, de tecnología que no se va a poder marginar del proceso de toma de decisiones”, explica.
El periodista León Krauze afirma que estamos ante un escenario inédito en la diplomacia entre ambos países, y aunque si bien, en el fondo podría permanecer sin cambios drásticos, las políticas de Trump sí tendrán un severo impacto.
“Este tipo de relación no se cambia de un plumazo ni por el capricho de un político o un grupo de políticos. Eso no quiere decir que ese político o ese grupo de políticos no puedan hacer mucho daño, sobre todo en el ánimo social”, sostiene.
La amenaza
Aunque es cierto que en el corto y mediano plazo deportar a millones de indocumentados luce como una quimera, el clima de odio y persecución que se podría vivir será desgastante para la comunidad migrante.
El discurso de odio de Trump creará un ambiente poco propicio para el migrante, lo cuál podría ocasionar que hubiera un éxodo en gran número ante el temor de represalias tanto de las autoridades como de la propia población.
Para José María Ramos, es importante impulsar desde la agenda del Gobierno mexicano, una estrategia centrada en destacar los aportes de la comunidad mexicana inmigrante en Estados Unidos.
“Es importante destacar, sobre todo, que la mayor parte de ellos van a trabajar (…) por ejemplo, menos del 1 por ciento de los migrantes están vinculado a delitos mayores”.
Ante una amenaza que aún no se sabe hasta qué grado llegará, Krauze apunta que los días por venir exigirán solidaridad por parte de toda la comunidad inmigrante en Estados Unidos.
“Incluso en su versión más suave ya será una amenaza porque ya está siendo y ha sido una amenaza culturalmente hablando. El cambio de tono, las consecuencias de que durante año y medio haya tomado a México como su villano favorito en varios ámbitos, ha tenido y seguirá teniendo consecuencias”, señala Krauze.