En 2013, cuando Jorge Mario Bergoglio fue elegido como papa de la iglesia católica, se sabía que era un hombre abierto, alguien que le daba la mano a cualquier persona que deseara acercarse a Dios, incluso si pertenecía a la comunidad LGBTI+.
En comparación de otros jerarcas, Francisco simplemente sigue lo estipulado en el Catecismo de la Iglesia católica, sobre todo lo destacado en el número dos mil 358, el cual describe que los homosexuales “deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida”, se lee en el oficio católico.
Para el maestro Héctor Manuel Pedraza Rosales, académico de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, aun cuando el papa Francisco ha representado lo que dice el Catecismo con respecto a los homosexuales, su postura podría acrecentar todavía más la división que hay al interior de la Iglesia católica.
En entrevista, el académico sostiene que desde el momento en que el argentino asumió el pontificado hace seis años, ha enfrentado una oposición por sectores muy bien identificados dentro de la Iglesia, de tal manera que cuando realiza afirmaciones en favor de la comunidad homosexual, éstos utilizan el poder mediático que tienen, sobre todo la ultraderecha de la Iglesia católica, para desprestigiarlo.
“El cambio que está provocando dentro de la Iglesia es acrecentar la división entre los jerarcas, porque también tenemos que reconocer que dentro de la misma Iglesia existen varios movimientos de defensores de los derechos de las personas homosexuales (…) Va a haber todavía más rechazo por parte de los sectores ultra conservadores de la Iglesia, y por parte de los laicos, pues de alguna manera se sienten acompañados tras las afirmaciones del papa, las cuales no son nuevas”, enfatiza Pedraza Rosales.
De acuerdo con el también catedrático, debido a las declaraciones que ha presentado el papa Francisco no solo sobre los homosexuales, sino respecto a los religiosos que han cometido pederastia, el pontífice va a dejar una huella muy peculiar dentro de la Iglesia católica.
Sin embargo, aún haría falta que la unión de las personas del mismo sexo se refuerce en matrimonio o sacramento y no solo de manera civil, donde el papa ve múltiples beneficios para la comunidad.
‘Ni socialista ni comunista’
Aramis Augusto Reynaud Melgar opina que las personas que señalan al papa Francisco de progresista es porque, a lo mejor, no conocen mucho la doctrina social de la iglesia.
El papa, asegura el politólogo e internacionalista, sin duda ha apostado más por ser un papa que hace una labor de doctrina social, más que una moral, en el sentido de hablar de la pobreza, de las desigualdades y de la explotación, por eso a veces injustamente se le ha acusado de ser comunista o socialista.
“Contrario a lo que se dice mucho en los medios, el papa Francisco no se aparta de la doctrina social de la Iglesia católica, simplemente la continúa con un nuevo lenguaje, quizá más fresco, pero no diferente: su crítica al individualismo, a los excesos del capitalismo, al neoliberalismo y a los ‘males de la modernidad’ no son muy diferentes a lo que la Iglesia tradicionalmente ha expresado, incluyendo a papas tan ortodoxos como Juan Pablo II, que hizo una crítica similar en su famosa encíclica Centecimus Annus (1991), y a las críticas que la Iglesia desde el siglo XIX con la encíclica Rerum Novarum (1864), que es el gran referente de la posición de la Iglesia respecto al liberalismo, el socialismo y la modernidad”, argumenta Reynaud.
Al estudiar la doctrina social de la Iglesia católica, el especialista dice que es evidente que el papa Francisco no es muy diferente en sus posicionamientos a lo que han sido sus antecesores. Quizá la diferencia es que lo hace de forma más enfática, más mediática y con un carisma particular.
Es decir, que mientras Juan Pablo II o Benedicto XVI optaron más en sus pontificados por hablar del magisterio doctrinal de la Iglesia, de la doctrina, del dogma, de la parte moral, Francisco ha elegido hablar más de la parte social; sin embargo, no hay diferencias entre sus opiniones si se revisan a fondo.
“La diferencia entre el papa Francisco y sus antecesores inmediatos (Juan Pablo II y Benedicto XVI) es que él ha enfatizado la misericordia sobre la disciplina. Él habla más de pobreza y desigualdad que de moralidad, pero esto no quiere decir que haya diferencias de fondo. En temas de moral (aborto, divorcio, matrimonio y homosexual, etc.), Francisco es tan ortodoxo como cualquier otro papa lo ha sido”, sentencia Augusto.
Tal vez lo que valdría la pena resaltar entre el actual papa y sus antecesores más recientes es cómo se posiciona con respecto a la modernidad, ya que mientras los otros trataron de proteger a la Iglesia del liberalismo, el mercado, el aborto, la homosexualidad, los derechos de las mujeres y todos estos temas, porque los interpretaron como amenazas, Francisco ha tratado de entenderlos para adaptar el magisterio de la Iglesia a las nuevas realidades. No es que su doctrina sea diferente, más bien su estrategia es distinta.
La nueva estrategia de Francisco no renuncia a la disciplina, pero apuesta más por la misericordia como forma de comunicarse, de dialogar con la modernidad, con los nuevos fenómenos y las nuevas expresiones sociales que existen.
La gran pregunta que queda al aire es quién va a sustituir al Papa Francisco, si su sucesor continuará con su línea de mayor apertura al diálogo con la modernidad o habrá un regreso a la línea de Juan Pablo II o Benedicto XVI.
“Me parece que se ha sobredimensionado esta idea de que el papa Francisco es un rupturista, es más un continuador, sí ha sido innovador, pero hay más continuidades”, afirma.