Día de Muertos: el misterioso panteón donde un sepulturero preserva las tradiciones
En el pueblo de San Gregorio Atlapulco se venera esta tradición desde hace miles de años donde decenas de familias rinden homenaje a las personas que ya fallecieron
Daniel FloresEn el panteón comunitario del pueblo de San Gregorio Atlapulco, en Xochimilco, Ciudad de México, decenas de familias se reúnen en estas fechas para recibir a sus seres queridos fallecidos.
Con motivo del Día de Muertos, miles de personas honran a sus familiares difuntos con ofrendas de todo tipo, y es justamente en este panteón donde una persona ha ganado fama por conocer numerosas historias y preservar esta tradición.
Se trata de Juan Pablo Uribe González, cuyo oficio es cuidar de los muertos. Como sepulturero, esta persona ha sido testigo de años de despedidas, lágrimas, y recuerdos, pero también de las tradiciones más vivas y coloridas que inundan este panteón cada Día de Muertos.
Y es que en San Gregorio se encuentra uno de los 17 panteones de Xochimilco. Aunque no es tan grande como el de Xilotepec, donde entre el 1 y el 2 de noviembre se congregan hasta 100 mil personas, durante estos días festivos este lugar cobra vida propia.
La rutina de Juan Pablo Uribe consiste en recorrer el panteón para preparar las tumbas, limpiar las lápidas y acomodar las coronas de cempasúchil que las familias traen.
“No hay descanso”, asegura el oriundo de esta demarcación al sur de la Ciudad de México pues sabe que estos días son especiales, y que el panteón debe estar listo para recibir a quienes vuelven a visitar a sus muertos, incluso a aquellos que llevan años sin pisar el lugar.
Incluso, el trabajador detalla que algunos visitantes se le acercan para pedirle ayuda localizando tumbas que han dejado en el olvido; otros, más conocidos, le piden apoyo para limpiar una lápida o colocar una ofrenda.
Para muchos en San Gregorio, el Día de Muertos es un ritual que se repite cada año, una cita irremplazable con sus antepasados. Para Juan Pablo, el sepulturero, es además un recordatorio de que, en esos días especiales, el panteón deja de ser un lugar solitario y se convierte en un espacio vivo.