Reunidos en el Museo de Memoria y Tolerancia, familiares de personas privadas de la libertad en países de América Latina, relataron cómo les cambió la vida tener a alguien detrás de las rejas.
Maria Sirvent, directora de la organización Documenta explicó que las necesidades y los obstáculos a los que se enfrentan familiares d personas privadas de la libertad están siendo ignoradas.
De acuerdo con Sirvent, mantener económicamente a una persona en prisión es difícil ya qué hay poca oferta laboral en los centros penitenciarios, por lo que se vuelve responsabilidad de las familias, en su mayoría en las mujeres, obtener ingresos para mantener a sus seres queridos.
Con base en un estudio de Documenta, 41.5% de familiares en CDMX, Morelos y el Estado de México, perdieron su trabajo por inestabilidad de tener a un familiar preso, 50.4% tuvo que conseguir un trabajo adicional para asegurar la sobrevivencia de la familia mientras que un 51.6% dejó de frecuentar amigos y el 18.4% tuvo que mudarse.
Además, se destacó que 60% de los familiares presentaron problemas de salud relacionados al encarcelamiento de seres cercanos y el 58.9% padeció ansiedad y depresión en contraste con un 23.3% que cayó en alcoholismo, estrés y pérdida de peso.
Andrea Casamiento de la Asociación Civil Familiares de Detenidos en Cárceles en Argentina, explicó que a raíz de haber tenido preso a su hijo supo lo que era tratar de entender el lenguaje legal, ver que en varios países se repite la historia de inacción. “Tu vida gira en torno a la cárcel, en ver cómo pasas tarjetas de teléfono, comida, palabras de apoyo, yo ahora me doy cuenta que tuve una vida formada en la cárcel”.
Gustavo Martínez Rodríguez, miembro de la Asociación Azul Originario de El Salvador, destacó que su lucha se centra en la sensibilización e información para que la población sepa qué hacer por sus familias.
Liliana Escorza, del Centro de Atención Integral a Familiares de Personas Privadas de Libertad en México, destacó que son los familiares quienes son orillados a defender sus derechos, a involucrarse en el proceso legal, a querer terminar con las torturas a presos.