Después de la tormenta de violencia del crimen organizado

Los habitantes de Tijuana, Uruapan y Ciudad Juárez retomaron sus actividades tras las jornadas de violencia que desataron integrantes del crimen organizado, sin embargo, aunque lo más escandaloso ya pasó, saben que regresan a seguir enfrentando extorsiones, asaltos y un clima de inseguridad constante
Roberto Hernández Roberto Hernández Publicado el
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A una semana de los ataques y bloqueos por parte del crimen organizado en distintos estados del país, los habitantes en ciudades como Tijuana, en Baja California; Juárez, en Chihuahua, o  Uruapan, en Michoacán, intentan regresar a sus actividades diarias a pesar de que saben que la amenaza del crimen organizado sigue latente.

Aunque aún no se han cuantificado con exactitud las distintas secuelas que dejaron los actos violentos en la sociedad, los mexicanos que vivieron el despliegue criminal afirman que, aunque lo peor ya pasó, permanecen las extorsiones, los secuestros, las amenazas y los asesinatos a pesar del despliegue de la Guardia nacional y de efectivos tanto estatales como municipales.

En Baja California las consecuencias de la violencia fueron notables el fin de semana, pues se reflejó en comercios cerrados y suspensión del transporte público.

Habitantes de Baja California, orillados por la necesidad y la rutina, salieron a hacerle frente a una oleada de violencia que paralizó gran parte de las actividades en el estado

Raúl Vásquez Krauss, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y de Alimentos Condimentados (Canirac) de Mexicali, comentó que habitualmente se espera un aforo de hasta 60 por ciento en los establecimientos, sin embargo, el fin de semana apenas se logró 40 por ciento.

Además, calculó que el 90 por ciento de los restaurantes afiliados a Canirac cerraron temprano el viernes, mientras que para el sábado un 30 por ciento abrió tarde.

“La gente se comportó tranquila, algunos se retiraron y otros decidieron terminar de cenar; la gente estaba un poquito confundida, no sabía qué pasaba, era algo que nunca habíamos vivido y estaban en espera de lo que dijeran las autoridades”.

Por su parte, Carlos B., un conductor de taxi, dijo que prefirió quedarse en casa.

“Claro que me afectó para pagar las cuentas de la renta de las placas y el vehículo, pero hubiera salido peor si salgo y me incendian la unidad”.

A partir del sábado, la actividad se regularizó. Miguel Vergara, propietario de una planta purificadora de agua dijo que las ventas en su negocio se elevaron 40 por ciento.

“Se vivieron compras de pánico, vendí más de lo normal, la gente venía y decía que quería llevarse todo durante el día para evitar salir por la noche. Yo no pude dejar de trabajar estos días de tanta violencia, pues si no abro, no saco para vivir”.

En Tijuana, las ventas en negocios se desplomaron 90 por ciento entre sábado y domingo, informó el presidente de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco), Julián Palombo Saucedo.

Además, al menos 50 por ciento de las maquiladoras se vieron perjudicadas con cierres parciales o totales durante el viernes y sábado, lo que causó estragos en el comercio exterior, pues según la Cámara Nacional de Autotransporte de Carga (Canacar) en Tijuana, se redujo 75 por ciento la exportación.

Ciudadanía en acción

Ante la nula respuesta de las autoridades al caos provocado por el crimen organizado, la ciudadanía tomó las riendas: vehículos particulares ofrecían transporte a quienes deambulaban por las calles la noche del viernes, y entre sábado y domingo, se organizaron a través de redes sociales o grupos de WhatsApp.

La Sociedad de Alumnos de la Facultad de Derecho, de la Universidad Autónoma de Baja California, publicó en sus redes sociales: “A toda la comunidad estudiantil. Debido a la falta de transporte público, solicitamos de la manera más atenta a los estudiantes que tengan carro o quienes tengan la posibilidad de dar raite a más compañeros, que por favor apoyen en hacer transporte colectivo. CESA Tijuana y SAFADE estaremos apoyando para cubrir los gastos de la gasolina de los compañeros que pongan su carro para apoyar. La prioridad es que todos lleguen con bien a sus casas. Cuídense mucho”.

En Ensenada, el panorama no fue distinto. Ángel Vázquez vio el momento en el que un camión fue incendiado en El Sauzal de Rodríguez, justo a la entrada del puerto.

“Iba en la combi camino a mi casa y entonces vi cómo prendieron un camión, no entendía nada, una señora dijo que eran los del cártel los que estaban haciendo eso”
Ángel VázquezHabitante de Ensenada

Durante el fin de semana fueron sus días de descanso y para el lunes la actividad fue normal. “Ya había transporte, ya me pude desplazar para ir a mi trabajo y no faltar”.

Bomberos, al pie del cañón ante el crimen organizado

Quienes también vivieron la jornada violenta de primera mano fueron los bomberos.

Uno de los elementos de la corporación, que prefirió reservar su identidad, comentó que hicieron frente a la adversidad, pero las carencias se hicieron presentes.

“Al momento en que estás atendiendo el incendio de un vehículo dejas un área descubierta. Cuando atendimos el tráiler incendiado en El Sauzal desprotegimos toda una zona, porque solo hay una unidad por estación, es decir, seis para todo el municipio”.

De acuerdo con su estimación, lo que más se gastó durante los incidentes del fin de semana fue combustible que probablemente les hará falta después.

“Tenemos litros exactos por día y al final de mes es cuando se nota la merma, porque la unidad ya no tiene crédito y hay que hacer todo un trámite burocrático para cargar diésel”.

El cuerpo de Bomberos de Ensenada atendió el incendio de tres vehículos, pero persistía la incertidumbre entre sus integrantes.

“El miedo es que nos paren en el camino o (los delincuentes) lleguen a amedrentarnos cuando estamos trabajando para apagar el incendio. Es difícil que se nos garantice la seguridad cuando estamos trabajando”.

Los bomberos vivieron la jornada violenta de primera mano, la cual superaron a pesar de la falta de recursos para poder desempeñar sus actividades, como apagar los incendios provocados por los delincuentes

Aunado a esto, la escasez de agua es una constante en Ensenada, lo cual se refleja en la labor de los bomberos.

“Ahorita solo tenemos una unidad cisterna de aproximadamente 10 mil litros para todas las estaciones de la ciudad, y cada que se vacía hay que rellenarla, el problema es cuando los incidentes son alejados, pues la pipa tarda en trasladarse o si se descompone no contamos con ella”.

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