Los avances tecnológicos, los cambios sociales e incluso las disrupciones de origen natural, las cuales cuentan con el potencial de alterar profundamente la sociedad, como la pandemia por COVID-19, garantizan que la próxima década será igual o más vertiginosa que la actual, asegura el Índice de Desarrollo Democrático de México 2010-2020.
“Las nuevas formas de aprendizaje asincrónicos y virtualizados en diversas plataformas tecnológicas, junto a la inteligencia artificial, abrirá puertas muy interesantes hacia la creación y destrucción de fuentes de empleo. La economía, la organización social y el trabajo de millones de mexicanas y mexicanos serán en 2030 radicalmente distintos que en 2020”, dice el documento.
El cambio climático y la velocidad a la que se está deteriorando el planeta Tierra también jugarán un papel fundamental en el desarrollo democrático de los próximos diez años. El estudio de igual manera advierte sobre el rezago que podría provocar para el país la decisión de la actual administración de apostar por los combustibles fósiles y no las energías renovables.
“El cambio climático, tanto en sus consecuencias como en los mecanismos tecnológicos que se adopten para combatirlo, implicará cambios drásticos en la manera en que producimos, viajamos, aprendemos y convivimos.
“La multiplicación de los vehículos eléctricos y de hidrógeno, y su impacto en el transporte público, los avances en el uso de las energías solar, eólica e incluso nuclear representarán un enorme desafío para nuestra economía, que sigue todavía estando fuertemente influida por los combustibles fósiles”.
El IDD-Mex 2010-2020 concluye que todas estas transformaciones, y muchas otras que a estas alturas ni siquiera podemos visualizar, “tendrán un profundo efecto sobre la manera en que entendemos la democracia y sobre el funcionamiento de las instituciones que sostienen su ejercicio, así como sobre las expectativas de la ciudadanía respecto de su propia participación, la de los partidos políticos y el proceso electoral”.