La desactivación de las 28 mil alarmas vecinales de la Ciudad de México representa un riesgo para sus habitantes, advierten especialistas.
Las alarmas son un instrumento disuasivo de la delincuencia que complementa la estrategia de cuadrantes policíacos.
Sin ellas, los robos a casa habitación o a negocio podrían repuntar más de lo que han aumentado durante la nueva normalidad, señalan.
Tan solo de mayo a julio del 2020, las carpetas por dichos delitos han crecido hasta 37 por ciento.
El 3 de agosto pasado, el Gobierno local informó a través de un comunicado de la terminación del contrato con la empresa operadora de las alarmas vecinales, Comunicación Segura S.A de C.V.
El argumento es que en seis años de funcionamiento, el costo anual del programa ascendía a 386 millones 491 mil 706 pesos, una inversión total en su funcionamiento de 2 mil 318 millones 950 mil 240 pesos.
Para sustituir al programa se presentó “Mi C911e”, una aplicación telefónica que vincula a la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) con los habitantes de la capital y el Centro de Atención a Emergencias y Protección Ciudadana de la Ciudad de México (C5).
También se informó del aumento de cámaras de seguridad en la ciudad.
La Agencia Digital de Innovación Pública (ADIP) dio a conocer que 14 mil puntos de la Ciudad de México ya cuentan con 28 mil cámaras, dos por cada punto. La instalación significó un costo de 250 millones de pesos.
Sin embargo, expertos opinan que esto no es suficiente, pues aún existe una brecha tecnológica importante en la ciudad y el mismo C5 podría dar continuidad a las alarmas como auxiliar en la estrategia de seguridad local.
Alarmas vecinales, Elemento disuasivo y complementario
Raúl Septién, presidente del Consejo Nacional de Seguridad Privada (CNSP), asegura que aunque no hay datos concretos de cuánto aportan las alarmas al combate a la inseguridad, sí son un elemento visual disuasivo.
Explica que en las colonias de la capital, muchas veces los comités vecinales colocaban mantas advirtiendo a los delincuentes de que su localidad estaba conectada al sistema de alertas de la SSC, por lo que era un factor visual que ayudaba a combatir la inseguridad.
Añade que las alarmas eran herramientas que fortalecían los vínculos entre los policías y la ciudadanía, especialmente, desde que se retomó la estrategia de cuadrantes en la capital del país.
“Hacían el vínculo entre los policías y las personas, estas alarmas también eran utilizadas en negocios y tiendas de la colonia con una alerta sonora, que además de advertir a mandos de la SSC, facilitaba que llegaran los policías de la zona”, explica.
En la Ciudad de México, la estrategia de seguridad mencionada consta en asignar una cantidad específica de policías a cada uno de los 847 cuadrantes, dependiendo de la densidad poblacional, con el objetivo de mejorar la capacidad de respuesta de los uniformados.
Se retomó en marzo de 2019, después de que durante un año fue sustituida por los operativos.
Por otra parte, menciona Septién, la población adulta mayor no está totalmente familiarizada con las aplicaciones y los smartphone; todavía existe una brecha digital.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), respecto al Día Mundial del Internet, indican que en la Ciudad de México el 30 por ciento de los hogares aún carecen de conexión a internet.
Septién considera que quitar alarmas es parte de la política de descontinuar las estrategias de administraciones anteriores por ser de Gobiernos de ideologías contrarias.
La propuesta del presidente del CNSP es que las alertas vecinales sigan como un auxiliar de la aplicación de la estrategia de cuadrantes.
Repunta delincuencia
Desactivar las alarmas incrementará los índices de delincuencia que ya han presentado repuntes en la nueva normalidad tras la pandemia por COVID-19.
Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en la capital del país el robo a negocio ha repuntado de mil 134 carpetas de investigación en mayo, a mil 265 en julio.
Un incremento de 113 indagatorias judiciales, 11 por ciento más de mayo a julio del 2020.
Mientras que el robo a casa habitación, según la misma fuente, pasó de 199 carpetas de investigación en mayo, a 318 al término de julio.
Lo anterior, representa un incremento del 37 por ciento.
Raúl Septién explica que estos repuntes se deben a que el confinamiento terminó oficialmente en junio pasado y comenzó la reactivación económica en la nueva normalidad tras la pandemia de COVID-19.
Sin embargo, señala que estos índices aumentarán más en los delitos mencionados si no se reconsidera la aplicación del programa de alarmas vecinales.