Derechos humanos ya

Envueltos en un absoluto desorden, están varios asuntos delicados en Guerrero, sin que por supuesto la CNDH haya anunciado que vaya a llamar al Gobernador o a los encargados de aplicar la ley en aquella entidad. No falta quien diga que es complejo “conocer” lo que pasa en cada municipio, más cuando son muchos los munícipes, pero resulta que precisamente eso, y no otra cosa, es gobernar. Quien diga que el gobernador puede ser ajeno al orden y sano desarrollo de los municipios, no acaba de entender nuestro sistema político.

Gabriel Reyes Orona Gabriel Reyes Orona Publicado el
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Envueltos en un absoluto desorden, están varios asuntos delicados en Guerrero, sin que por supuesto la CNDH haya anunciado que vaya a llamar al Gobernador o a los encargados de aplicar la ley en aquella entidad. No falta quien diga que es complejo “conocer” lo que pasa en cada municipio, más cuando son muchos los munícipes, pero resulta que precisamente eso, y no otra cosa, es gobernar. Quien diga que el gobernador puede ser ajeno al orden y sano desarrollo de los municipios, no acaba de entender nuestro sistema político.

Aguirre podrá decir que tiene la conciencia tranquila, pero no que gobernó Guerrero más allá de la formalidad.

No saber que pasa en esas demarcaciones y las indeseables formas de proceder de algunos presidentes municipales, es no saber gobernar, ya que tal conocimiento es buena parte de lo que un gobernador debe saber, más allá de cortar listones y organizar eventos promocionales.

No es el primer lío que enfrenta Aguirre, pero posiblemente será el último, ya que la situación nos ha colocado nuevamente en la página roja internacional. Es precisamente la clase de amigos que sobran a cualquier político, no importando que tan alta sea la investidura. 

Como ya hemos afirmado en este espacio, la CNDH sólo llega cuando el problema ya tiene un responsable y existe la voluntad política de asumir los costos en un entorno de “daños controlados”.

Ahora no es el caso, por lo que no vemos a ese organismo autónomo haciendo lo que debe hacer, y menos lo hará, al encarar un proceso electivo de su alta burocracia, misma que se entronó a sí misma como paladín de los derechos fundamentales, contando con el apoyo del aparato mediático colaboracionista. 

Pero este caso, como otros que engalanan nuestras portadas, nos deja claro que el sistema que pretende articular la protección de los derechos humanos a través de comisiones estatales, que sirven de forma grotesca al gobernador, hagan lo que hagan sus incondicionales, ha fracasado. 

Personajes que podrían ser canonizados son postulados para encabezar la magna simulación de un local aparato protector de las garantías ciudadanas en cada estado, pero es claro que la ausencia de efectividad de tales órganos recorre el país de frontera a frontera, sirviendo solo de parapeto a la CNDH, para que ésta pueda escoger los asuntos que le permiten hacer política, y por supuesto, los amigos correctos.

Es buen momento para que los defensores de la CNDH saquen a relucir las estadísticas hechas a modo y los casos del pajar, que únicamente están armados para palomear un deber constitucional, el cual es tan letra muerta como muchas ofertas contenidas en una Carta Fundamental caduca e ignorada. 

Es tiempo de conocer de viáticos, gastos de representación y de publicidad de la CNDH, para que se valoren y tomen en cuenta al encontrar a quien deba ser su titular.

Pero sobre todo, para atender un problema más grave que los que soluciona la inefable reforma electoral, sí, la grave crisis que emergió de un aparato ficción.

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