Denuncia Kenia del Ángel Mendoza Violencia política de Género en Monterrey

Kenia del Ángel Mendoza, quien fue la primera mujer en asumir la Dirección de Operaciones de la Zona Norte de Monterrey, sufrió violencia política de género desde que llegó al municipio liderado por Luis Donaldo Colosio Riojas
Jorge Eduardo Villagómez Aréchiga Jorge Eduardo Villagómez Aréchiga Publicado el
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Una red de compadrazgos y complicidad al interior de la Secretaría de Servicios Públicos del municipio de Monterrey provocó que Kenia del Ángel Mendoza, exdirectora de zona, perdiera su empleo y fuera víctima de violencia política en razón de género, presuntamente con el conocimiento del alcalde, Luis Donaldo Colosio Riojas.

Oriunda de la zona y con una amplia trayectoria en el servicio público, Kenia fue la primera mujer en asumir la Dirección de Operaciones de la Zona Norte, misma que, a pesar de ser una de las más grandes del municipio, había sido históricamente ignorada por administraciones anteriores.

“La expectativa que yo tenía era la de resolver directamente con la gente, con una comunicación más directa. No soy una persona que funcione desde una oficina, de manera tradicional; soy mucho de ir a la comunidad y tener comunicación directa, y la posibilidad de resolver cosas a un mediano o corto plazo, problemáticas que tienen que ver con el descuido de la ciudad, me ilusionaba mucho”.

Sin embargo, su paso por la dependencia no inició de la forma en que ella hubiera deseado.

De entrada, le impidieron formar su propio equipo de trabajo, por lo que tendría que liderar a los trabajadores que ya se encontraban en la oficina durante la gestión anterior.

Aunque la situación le produjo incomodidad, Kenia decidió dejarlo pasar y enfocarse de lleno en sus nuevas responsabilidades.

Presencia permanente

Durante el recorrido que realizó junto a Alejandro Alvarado para conocer las instalaciones y a su nuevo equipo, el exdirector le pidió a Kenia un favor inusual.

“Cuando me da el recorrido me dice: ‘Yo nada más quiero pedirte una cosa; yo les doy un regalito cuando cumplen años, a todos, permíteme seguirlo haciendo’. También lo hacía en los operativos de los viernes, que se llaman ‘Ahora vamos juntos’, me decía que él les daba de comer, que les daba comida de su bolsillo”, narró Kenia.

La petición le pareció sospechosa y fuera de lugar, pues la idea de continuar presente en la oficina mediante dádivas sonaba más a una forma de seguir contando con la lealtad de sus exempleados que a un genuino interés en su bienestar.

La sospecha se transformó en irritación cuando descubrió que los ‘detallitos’ consistían en sobres con dinero en efectivo, los cuales repartía entre los trabajadores.

Kenia no dudó en reportar la situación tanto a Arturo Lenar Valdez, Director General Operativo, como al propio titular de Servicios Públicos, Santos Valdez Salinas.

Tras el reporte, se tomó la decisión de dar comida a los trabajadores con recursos de la dependencia, así como la de implementar un sistema de apoyo económico basado en el mérito de los operarios, quienes podrían acceder a un incentivo mediante el cumplimiento de sus metas.

“El resultado de hablarlo y estar insistiendo en que no fuera de su bolsillo era por quitarle un poco de ese control que seguía manteniendo, porque para mí, la traducción inmediata de ‘yo estoy dando esto’ es control, control sobre el personal”, reveló Kenia a Reporte Índigo.

Aunque ahora no lo puede concebir, los sobres con dinero no serían el único hallazgo que realizaría Kenia al respecto de su antecesor.

Un secreto ‘almacenado’

Al correr de los meses, y luego de ganarse la confianza de los trabajadores por tener un trato mucho más cercano al de los hombres que la precedieron, Kenia comenzó a escuchar historias en torno a lo que pasaba en los almacenes de la dependencia, en donde se guardaban insumos y se cargaba gasolina para los vehículos de la corporación.

“Es gente que ya tiene muchos años trabajando con ellos y sabe perfectamente lo que hacen y lo que no hacen (…) Había unidades descompuestas que de pronto agarraban una pieza de aquí, otra de allá, y las hacían funcionar; entonces las llevaban a los expendios donde se cargaba el combustible, las regresaban al almacén y seguían en estatus de descompuesto, pero el combustible ya lo tenían y se lo sacaban en bidones, muy temprano en la mañana o ya en la noche, cuando no hubiera nadie”, aseguró.

De pronto, Kenia comprendió la urgencia del exdirector por permanecer en contacto con los trabajadores: al interior de la dependencia se realizaba una ordeña sistemática de combustible, además de robo de insumos.

Buscando poner un fin al control de Alvarado sobre su equipo de trabajo, Kenia solicitó una reunión con Lucía Riojas, quien entonces fungía como Secretaría de Ayuntamiento de Monterrey, siendo la segunda al mando en el Municipio por debajo del alcalde Luis Donaldo Colosio, su primo.

Riojas no sólo estaba al tanto de la situación, sino que prometió tomar acción a la brevedad posible; además, le confirmó el trato preferencial con el que contaba Alvarado en la dependencia.

“Ella me dijo que iba a tomar cartas en el asunto, que ellos ya traían información de las prácticas de Alejandro Alvarado, que el secretario lo protegía, y no solamente él, también el director general, Lenar Tamez; son un equipo de trabajo que se protegen entre ellos”, reveló.

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