Delfina Gómez Álvarez limpia y transforma los cuerpos de seguridad del Estado de México

“No hay espacio para la corrupción ni la complicidad con el crimen”, advierte la gobernadora

Por primera vez en décadas, el Estado de México es testigo de una estrategia sin precedentes para transformar y sanear a sus cuerpos de seguridad, por lo que la gobernadora Delfina Gómez Álvarez ha dejado claro que no hay espacio para la corrupción ni la complicidad con el crimen dentro de las instituciones encargadas de proteger a la ciudadanía.

El reciente Operativo Enjambre marca el inicio de una limpia histórica en los mandos de seguridad, una promesa que, al parecer, no se quedará en el discurso.

El despliegue, que resultó en la detención de siete altos funcionarios municipales presuntamente vinculados con el crimen organizado, no solo evidencia la gravedad del problema, sino también el compromiso de esta administración por enfrentarlo con firmeza.

Enfrentan a la justicia

Estos funcionarios, quienes deberían ser la primera línea de defensa contra el delito, ahora enfrentan la justicia por su probable participación en actividades delictivas como extorsión, secuestro y homicidio.

El mensaje de la gobernadora Delfina Gómez Álvarez es claro: “La seguridad en el Estado de México no puede ser garantizada si quienes lideran los cuerpos de seguridad operan con intereses ajenos al bienestar público”.

Por ello, su administración no solo se ha enfocado en desmantelar estas redes de corrupción, sino también en renivelar y fortalecer a las instituciones policiales.

Mejora salarial

El pasado 24 de octubre, la gobernadora anunció un histórico programa para el rescate de los cuerpos de seguridad. Esto incluye mejoras salariales, capacitación y equipamiento, pero sobre todo, un énfasis en atender las causas estructurales de la inseguridad.

Este enfoque doble de acción inmediata contra el crimen y fortalecimiento a largo plazo de las instituciones plantea un cambio de paradigma frente a administraciones anteriores, donde estos problemas fueron ignorados o, peor aún, tolerados.