Dejan su hogar por el ruido de los aviones en Valle de México

Habitantes de las colonias por donde pasan las nuevas rutas del rediseño del espacio aéreo en el Valle de México incluso han abandonado sus viviendas debido al alboroto que provocan los aviones a todas horas
Laura Islas Laura Islas Publicado el
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Elisa Barcenas dice que empezó a vivir un infierno hace más de cuatro meses, cuando escuchó que pasaban aviones arriba de su casa a todas horas.

El ruido era tan fuerte que le causó estrés y ansiedad y tuvo que empezar a recibir atención médica. La decisión más drástica que tomó fue abandonar su hogar porque ya le era imposible seguir viviendo ahí, relata.

Hasta entonces, ella vivía en la colonia San Antonio Zomeyucan, en el municipio de Naucalpan, Estado de México, con su familia. Desde hace un mes y medio, aproximadamente, residen en otro lugar, a varias horas de distancia. Su salud poco a poco ha mejorado, pero aún así sigue tomando medicamentos.

“Me enfermé, entonces los doctores me tuvieron que mandar a reposo, pero donde estaba yo viviendo el ruido era insoportable, ahora estoy en otra parte, pero igual estoy en reposo.

“En marzo empezó todo este cambio de salud, cuando inició todo el ruido. De hecho fui al Hospital Fray Bernardino, ahí donde estaba viviendo pasaba un avión tras otro y el ruido me alteraba bastante los nervios. Ahorita me siento un poquito más tranquila aquí donde estoy”
Elisa BarcenasEx Residente de la colonia San Antonio Zomeyucan, en el municipio de Naucalpan, Estado de México

La casa de Elisa está ubicada en una de las nuevas rutas que conforman el rediseño del espacio aéreo en el Valle de México.

“Es bastante el ruido, la casa está en una zona alta y los aviones a veces pasan muy bajito, hay ocasiones que pasan unos muy grandes y la verdad no sé qué tipo de aviones sean, pero están tremendos; y los vidrios se mueven y yo creo que todo eso está afectando”, señala.

Elisa menciona que afortunadamente su casa en Naucalpan la logró rentar pese a que el ruido es muy fuerte y pudo mudarse con su esposo y sus hijos aprovechando que las clases son en línea por la pandemia de COVID-19, pero no sabe qué va a pasar cuando sean presenciales.

Habitantes de las colonias por donde pasan las nuevas rutas del espacio aéreo en el Valle de México han abandonado sus viviendas por los aviones
Habitantes de las colonias por donde pasan las nuevas rutas del espacio aéreo en el Valle de México han abandonado sus viviendas por los aviones

Afectación a la salud del ruido de aviones

El ruido de los aviones provocado por el rediseño del espacio aéreo en el Valle de México ha modificado la vida cotidiana de los habitantes afectados y les ha provocado gastos que no tenían previstos, ya sea en consultas médicas o infraestructura para reducir el sonido.

Minerva López, quien vive desde hace seis años en Lomas de Tecamachalco, en el municipio de Huixquilucan, Estado de México, dice que ella trabaja desde su casa y ahora es imposible tan solo estar conectada vía Zoom, una herramienta que utiliza para dar clases. Incluso es complicado realizar actividades vitales como dormir.

“Por todas partes se escucha ruido, la verdad eso de estar utilizando todo el día audífonos está cañón. Ahora no puedo salir al jardín porque todo el tiempo está ahí el ruido. No podemos dormir en la noche sin tapones.”
Minerva LópezResidente en Lomas de Tecamachalco, en el municipio de Huixquilucan, Estado de México

“Algo de lo más importante que es dormir por la noche no se puede, hay (aviones) cargueros que te despiertan, algunos de ellos hasta hacen vibrar los cristales, a mí se me rompió uno de los vidrios de las vibraciones. Comer afuera es imposible, hay gente que ya se mudó, mi vecino ya se fue de aquí. Las aves también, teníamos un grupo que te despertaba por la mañana y hemos renunciado a eso por dormir con tapones”, menciona.

El ruido de los aviones ha modificado la vida cotidiana de los habitantes afectados y les ha provocado gastos que no tenían previstos para poder superarlo

Minerva señala que la zona donde ella vive era muy tranquila antes de la llegada de los aviones e incluso el nivel de los decibeles no llegaba a los 40, pero ahora está entre 70 y 80, según las mediciones que ellos han realizado. Todo lo anterior se ha visto reflejado en su salud y en la de su hija, a quien le han tenido que hacer estudios por alteraciones en el ritmo cardiaco.

“Yo estoy enferma del estómago desde hace más de dos meses, he tenido que tomar probióticos porque te crea ansiedad y me niego a tomar tranquilizantes”, dice.

Para poder disminuir el ruido, ella y algunos vecinos han tenido que recurrir a colocar ventanas acústicas, por las cuales han llegado a gastar hasta 100 mil pesos que no tenían contemplados, acusa.

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