La opinión pública vuelve a volcarse sobre el tema de la contaminación del agua en Jalisco, pues la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) emitió una serie de recomendaciones en torno a la problemática en los ríos Santiago y Lerma.
La dependencia señala que sus efectos en el ambiente han incrementado de tal forma y hay relación con casos de cáncer, leucemia, graves problemas respiratorios y en la piel.
Estas recomendaciones no son solamente para las autoridades responsables del saneamiento en esta entidad, también se incluyen a las de Aguascalientes, Durango, Guanajuato, Michoacán, Nayarit, Querétaro, Zacatecas y el Estado de México, además de 155 municipios en los que estos afluentes tienen paso.
A través de un comunicado de prensa, la dependencia federal detalla que las recomendaciones son para que las entidades puedan ejercer control y vigilancia en las descargas de las aguas residuales.
“Ya sea de sistemas de drenaje y alcantarillado o industriales y con ello crear un inventario actualizado, para verificar si éstas se realizan previo tratamiento y se encuentran funcionando en cumplimiento con la legislación vigente”.
Mínimo avance
Aunque los datos son poco favorables para un monitoreo del agua en esta entidad. De acuerdo con los datos proporcionados por la Comisión Estatal del Agua en Jalisco, y publicado en el último informe de gobierno, apenas el 59.32 por ciento del agua residual es tratada.
Empeora el panorama cuando se considera que la meta para el 2016 era de 59.38 por ciento, cifra que tuvo que bajarse ya que en 2015 se propusieron como meta lograr el 80 por ciento del tratamiento y sólo se logró el 59.05, es decir, en un año sólo se mejoró en 0.27 por ciento.
Por otro lado, el contexto de la infraestructura dificultaría el proceso de vigilancia, debido a que de las 137 plantas de tratamiento de aguas residuales en operación en la entidad, solamente 77 son consideradas como plantas de tratamiento dentro de la norma.
Además de que, en lo concerniente a los litros por segundo de agua saneada en la cuenca del río Santiago, estos fueron de 9 mil 578, cifra poco favorable debido a que en un año apenas y se ascendió en el saneamiento, ya que en 2015 el agua saneada fue de 9 mil 506 litros por segundo.
“Diversos estudios precisan que los recursos hídricos de la Cuenca de los Ríos Lerma y Santiago ya no pueden admitir una carga adicional de contaminantes, debido al deterioro causado por las descargas de aguas residuales provenientes de retornos agrícolas, de procesos industriales y de asentamientos humanos”, señaló la Profepa en su comunicado.
Modificar la legislación
Uno de los primeros estudios recientes sobre este problema surgió de la visita del Grupo de Trabajo de Naciones Unidas sobre Empresas y Derechos Humanos, en septiembre de 2016, donde emitió una declaración sobre el deplorable estado de contaminación en el río Santiago.
Otro fue el realizado en noviembre de 2016 en conjunto por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial de Jalisco y el Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde se concluyó que:
“Este cuerpo de agua recibe una gran cantidad de substancias distintas a lo largo de su recorrido. Se incrementa el problema de contaminación que exhibe conforme se incrementa la densidad poblacional y la presencia de industrias, lo cual indica que el tratamiento de agua está siendo ineficiente.
“Los residuales domésticos provenientes de asentamiento humanos, la actividad industrial y la actividad agropecuaria, son las fuentes principales de contaminación del agua”.
Ese mismo mes la organización Greenpeace México denunció la alta contaminación en el río Santiago, destacando su informe sobre la contaminación en esta cuenca y su vínculo con la salud pública de la región.
“Es preocupante que haya sustancias que escapan del tratamiento de la planta El Ahogado y que por su naturaleza son altamente tóxicas.
“Las plantas de tratamiento no son la solución, el único camino para mantener limpios los cuerpos de agua y mantener la salud de las personas y del ecosistema es evitar este tipo de descargas y modificar la legislación mexicana para ampliar la lista de sustancias reguladas y que los tres niveles de gobierno se hagan responsables de la contaminación, de la salud de las personas y el ecosistema”, señaló entonces el coordinador de la campaña de Tóxicos de Greenpeace México, Miguel Soto Treviño.