Cuando María Isabel Cruz Bernal y tres compañeras buscadoras más crearon el colectivo Sabuesos Guerreras para encontrar a sus familiares desaparecidos en Sinaloa, lo primero que hicieron fue tomar una pala y buscar en la orilla de un dren.
“Nosotras queríamos encontrarlos como fuera y no teníamos idea de qué buscábamos ni teníamos indicios de qué íbamos a encontrar”, dice.
En una de esas primeras búsquedas sin ton, ni son, recuerda, encontraron un cuerpo, pero la Fiscalía estatal les dijo que estaban locas, que eran restos de madera.
“Fue cuando nos dimos cuenta de que teníamos que aprender a buscar y a distinguir primeramente cada hueso del cuerpo humano.
“Buscamos en las universidades para que nos dieran algún curso de antropología; con los médicos, que nos enseñaran; buscamos por todos lados y gracias a las universidades y a la academia que nunca nos han dejado solas, pudimos aprender”, cuenta.
María Isabel cree que gracias a los especialistas que les han enseñado todo lo que saben han tenido éxito en sus hallazgos.
“No nada más sobre el cuerpo humano, sino sobre leyes, sobre psicología, ellos juegan un papel importante en la fundación de Sabuesos Guerreras”.
Problema creciente
Desde que desapareció su hijo, María Isabel dice que el problema de la desaparición forzada ha ido creciendo y las autoridades no reconocen la magnitud, sino solo unos pocos casos.
“La vemos de la fregada porque para el Presidente de la República y para todas las autoridades solo existen 43 desaparecidos y los de la guerra sucia.
“Simplemente no existen más, para ellos todo está bien, vivimos en un país donde no pasa nada y si no nos ponemos nosotras las pilas, este país va a seguir avanzando en la desaparición”, lamenta.
Dice que tan solo en Sinaloa han desaparecido 685 personas de enero a julio de este 2021, un foco rojo que las autoridades no quieren ver.