La Academia ha votado, y las letras del destino apuntan hacia una sola pluma. El premio es indivisible, jamás se debe declarar desierto, ni llega para quienes ahora son cómplices de la guadaña.
México guarda en su patria al nuevo portador de la medalla al Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes, Fernando del Paso, quien se unirá a la columna de los 39 agremiados mañana, al celebrarse 400 años del fallecimiento del escritor del Ingenioso Hidalgo de la Mancha.
Las 40 preseas que han sido entregadas anualmente a distinguidos literatos hispanoamericanos, han recaído en manos mexicanas en seis ocasiones: Octavio Paz, Carlos Fuentes, Sergio Pitol, José Emilio Pacheco, Elena Poniatowska y ahora Fernando del Paso.
A la medalla se suman 125 mil euros entregados por la Real Academia Española, en la ceremonia presidida por el rey Felipe VI, al interior del paraninfo del Colegio Mayor de San Ildefonso en la Universidad de Alcalá, en Alcalá de Henares, España.
Cervantes de Paz
En el México fracturado de un saliente José López Portillo, Paz fue el primer mexicano en hacerse acreedor del Premio Cervantes en abril de 1982 y el sexto en tomar la presea en la historia.
“Si yo dejase hablar a mis sentimientos únicamente, estas palabras serían una larga, interminable, frase de gratitud. Pero mi emoción es ciega. Bien sé que la realidad simbólica de este acto es más real que la fugaz realidad de mi persona”, comenzó en su discurso el poeta mexicano.
El México de Fuentes
Panameño de nacimiento pero mexicano por sus padres, Carlos Fuentes compartió su Cervantes de manera agradecida con México al recibirlo en 1988.
“México es mi herencia, pero no mi indiferencia; la cultura que nos da sentido y continuidad a los mexicanos es algo que yo he querido merecer todos los días, en tensión y no en reposo. Mi primer pasaporte -el de ciudadano de México- he debido ganarlo, no con el pesimismo del silencio, sino con el optimismo de la crítica. No he tenido más armas para hacerlo que las del escritor: la imaginación y el lenguaje”, dijo el autor de “Aura”.
El universo de Pitol
Pasarían 18 años para que el Cervantes estuviera en manos mexicanas, Sergio Pitol recibiría la medalla en 2005, bajo el México de la transición democrática de Vicente Fox.
Al aceptar el galardón, Pitol hizo un recuento de su vida, claramente marcada por su estancia en la nación azteca, la cual considera –al igual que Fuentes– nutrida por el exilio español en el siglo XX.
“Aquellos peregrinos, heridos por una guerra atroz y derrotados, crearon una atmósfera intelectual mejor, nos enseñaron a entender y amar a la España que ellos representaban y ampliar nuestros horizontes”, expresó.
Pacheco en voz y furia
Aturdido en una “irrealidad quijotesca” fue así como se describió a sí mismo José Emilio Pacheco al enterarse que era el trigésimo quinto medallista del Cervantes.
El dolor en México era punzante por la economía derrumbada en el gobierno calderonista, además del agravio presentado por la pandemia de influenza H1N1, que desató el terror nacional.
“Nada de lo que ocurre en este cruel 2010 -de los terremotos a la nube de ceniza, de la miseria creciente a la inusitada violencia que devasta a países como México- era previsible al comenzar el año”, pronunció.
Poniatowska: a la mexicana
De Francia para el mundo, pero mexicana de corazón y espíritu, al recibir el premio, Elena Poniatowska, la “Princesa Roja” aprovechó el foro del paraninfo para hablar de las muertas en Ciudad Juárez y la realidad en el país que la acogió a los 10 años de edad.
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