De Balún Canán a Neiman Marcus

El aspecto físico que incluye la juventud eternizada, la buena ropa y lujosos accesorios, han sido el sello distintivo de la mujer más controvertida de la política mexicana. 

Elba Esther Gordillo nace en 1945 en Comitán de las Flores, el legendario pueblo llamado Balún Canán por los antiguos mexicanos. Su destino fue muy diferente del que les tocó vivir a sus compañeras de la escuela en el sencillo pueblo chiapaneco en donde también nació, pero en 1925, la gran Rosario Castellanos. 

Norma Garza Norma Garza Publicado el
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El aspecto físico que incluye la juventud eternizada, la buena ropa y lujosos accesorios, han sido el sello distintivo de la mujer más controvertida de la política mexicana. 

Elba Esther Gordillo nace en 1945 en Comitán de las Flores, el legendario pueblo llamado Balún Canán por los antiguos mexicanos. Su destino fue muy diferente del que les tocó vivir a sus compañeras de la escuela en el sencillo pueblo chiapaneco en donde también nació, pero en 1925, la gran Rosario Castellanos. 

Su carrera fue siempre de ascenso. A los 25 años se afilia al PRI y siguió hasta convertirse, en 1989, en la líder del sindicato más grande de México: El de los trabajadores de la educación, el mismo que, dicen, es culpable del rezago educativo de los mexicanos. 

Siempre junto al poder, amiga de presidentes y manipuladora tanto de sus afiliados como de los hombres y mujeres que le servían y a los que servía en su camino, Gordillo se convirtió en uno de los personajes más criticados, denostados y expuestos en la prensa mexicana. 

Consiguió doblegar a quien se interponía en su camino y para eso echaba mano de brujerías, ropa fina, bolsas de marca, frecuentes cirugías plásticas y también, ahora vemos, consumos millonarios en las tiendas más caras de Estados Unidos. 

Acumulaba propiedades y su mansión en la isla de Coronado, en San Diego, ha sido también exhibida por sus malquerientes, decía ella, y sin embargo nunca llegó a cuestionarse de dónde venía el dinero. 

¿A qué debe su poder Elba Esther? ¿A su talento? ¿A su habilidad para negociar? ¿A su habilidad para convencer? O realmente, ¿Será a la brujería? 

Ha sorteado todo tipo de reveses políticos desde que el presidente Salinas de Gortari le dio todo el apoyo y todo el poder a cambio de servirse del poder –y del voto– del gremio magisterial. Sin embargo vio venir lo contrario cuando entró Ernesto Zedillo, que planeaba deshacerse de La Maestra que le había hecho la vida difícil como Secretario de Educación. 

Para Elba Esther no parecía difícil seguir posicionada en su trono, pero en esa ocasión, según el libro “Los brujos del poder” de José Gil Olmos, acudió a la brujería, a gran escala, y viajó hasta África para mediante el vudú original, y no copias, asegurar su poder y permanencia en el puesto que le dio un nivel de vida que nunca hubiera soñado desde su natal Comitán. 

En aquellos años 90 La Maestra sabía que el gobierno federal planeaba realizar auditorías a su persona, a la dirigencia del gremio magisterial y a sus allegados más cercanos, pues los recursos que obtenían del erario federal gracias al fideicomiso Vivienda Magisterial (VIMA), que eran multimillonarios. 

Cuando supo que el gobierno de Zedillo indagaba sus cuentas y las de sus socios principales, utilizando a muchos de los dirigentes nacionales que ella misma había nombrado, ya cansados de su forma caprichosa y temperamental de dirigir, el grupo de santeros cubanos que la asesoraban, sugirió sujetarse a un hechizo extraordinario y se trasladó a Nigeria, en donde por 45 mil dólares le aseguraron la fuerza de un león. 

El hechizo funcionó, su poder perduró en la presidencia de Zedillo, y Elba Esther pagó un precio. Se dice que uno de sus nietos, hijo de su hija Maricruz Montelongo, murió atrapado en el elevador de su departamento. Fue el tributo que cobraron los brujos africanos, sin que ella imaginara qué podría haber sido. 

Siguieron los panistas. Ingenuos y muy comprometidos con el poder que La Maestra exhibía y con lo que los intimidaba. Fox y Calderón no pudieron tocarla ni con el pétalo de una rosa. Las irregularidades eran evidentes y la calificación de México en educación era más que reprobada. A tal grado intimó con los dos malogrados períodos del PAN, que se convirtió en asesora de moda de Martita Sahagún. Y seguro muchos de los trajes de marca que lucía la primera dama, eran regalos del SNTE.  

Su aspecto físico, siempre tratando de prolongar la juventud, también dieron mucho qué hablar. La sucesión de cirugías plásticas habían cambiado la expresión de su rostro. Pero su ropa, tan lujosa como se ve ahora con las cuentas que indagaron que debía a Neiman Marcus, mejoraba su apariencia. 

También gozaba de los lujos y se dice que acumula una fortuna inmobiliaria en la Ciudad de México. Según consignaron diversos medios, el Registro Público de la Propiedad y del Catastro de la Ciudad de México aparecen bajo su nombre, o de familiares cercanos, por lo menos cuatro departamentos y seis casas en Polanco y Las Lomas. Además de un penthouse de más de 7 millones de pesos, ubicado en el número 7 de la calle Galileo, en Chapultepec.

Sus paseos por las lujosas boutiques de Polanco también fueron tema de medios, y expertos en moda aseguran que la ropa y accesorios que viste son de marcas como Chanel, Prada, Escada, Louis Vuitton, Hermés, St. John y Diane Von Fürstenberg, entre otras. 

Cada día que aparece en público su atuendo puede llegar a costar más de 100 mil pesos, si se incluyen las bolsas de mínimo 40 mil pesos, los zapatos de 7 mil y sus trajes Chanel que pueden llegar a 50 mil pesos, según su originalidad y en dónde se adquieran. 

De Comitán hasta los lujos más escandalosos, así ha pasado la vida de una mujer que se dice “guerrera”.  

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