[kaltura-widget uiconfid=”38045831″ entryid=”0_fx8eo1j7″ responsive=”true” hoveringControls=”true” width=”100%” height=”75%” /] Las del 1 de julio no sólo serán las elecciones más grandes en la historia del país, sino las más decisivas para la construcción del futuro de México.
En menos de 90 días estarán en juego 18 mil 311 cargos públicos, entre los que están la Presidencia de la República, 9 gubernaturas y el total del Congreso federal conformado por 500 diputados y 128 senadores.
Lo histórico del proceso electoral está no sólo en el tamaño de la elección, sino en las condiciones sociales, económicas y políticas que influirán en la decisión de voto de los electores.
Los cuatro candidatos presidenciales comenzaron ya sus campañas políticas y aunque cada uno persigue el mismo fin —ganar la elección—, tienen que librar diferentes batallas.
Andrés Manuel López Obrador arranca otra vez como puntero en su tercer intento por llegar a Los Pinos. Y como en las dos elecciones anteriores, el principal reto de López Obrador es que su proyecto provoque confianza y no miedo, para que más personas y sectores se adhieran a él.
Ricardo Anaya Cortés inicia la campaña en el segundo sitio de las preferencias electorales, por lo que su principal reto es disminuir el margen de ventaja que le lleva López Obrador.
Pero no es el único. Anaya Cortés también debe lidiar con las sospechas que la autoridad tiene sobre su patrimonio, así como con haber dejado un PAN dividido en su camino hacia la candidatura presidencial.
Una parte de esa división la encarna Margarita Zavala, esposa del expresidente Felipe Calderón y única aspirante independiente que hasta ahora ha sido reconocida por el INE —aunque su destino final todavía está en manos del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación—.
Zavala enfrenta no sólo el reto de validar su candidatura, sino de hacerse del voto de los panistas que no apoyan a Anaya y remontar el cuarto lugar que tiene en el arranque de campaña.
José Antonio Meade, el candidato ciudadano postulado por el PRI, tendrá no sólo que remar contra las encuestas y sondeos que lo ponen en desventaja en la contienda por Los Pinos, sino sortear el enojo y desencanto que ha producido entre los mexicanos el partido que lo respalda.
Durante estas semanas y hasta el 27 de junio, fecha en que terminan las campañas presidenciales, los electores conocerán no sólo las propuestas de cada uno de los candidatos a suceder a Enrique Peña Nieto, sino que los ataques estarán a la orden del día.
La gran elección
Aunque se ha dicho que serán más de 3 mil 400 cargos de elección popular los que estarán en disputa, la realidad es que son 18 mil 311 los servidores públicos que asumirán un nuevo cargo.
Además de los cargos federales y las gubernaturas, se elegirán a 972 diputados locales, mil 597 ayuntamientos, 16 alcaldes —en la Ciudad de México— mil 237 concejales, mil 665 sindicaturas, 12 mil 23 regidurías, 19 regidores étnicos y 144 cargos en las Juntas municipales.
Esto la convierte en la elección con más penetración local en la historia del país.
Aunado a esto será la primera vez que muchos estados apliquen la reelección de funcionarios —28 entidades— y el voto desde el extranjero será mayor que en 2012. Se aplicará la paridad de género en el total de la elección y por primera vez habrá candidatos independientes a la Presidencia de la República y al Senado.
Cada partido tendrá acceso a 255 mil 102 spots al día; los independientes apenas 7 mil 673 spots diarios.
El tope de gastos de campaña para la elección presidencial es de 429 millones 633 mil 325 pesos y este año será la primera vez que el rebase de ese tope sea causal de nulidad de la elección.
Habrán más de 11.5 millones de funcionarios de casilla y se imprimirán casi 280 millones de boletas electorales.
Se trata de la elección más numerosa, más costosa y con más implicaciones sociales para el futuro del país.
Ambiente crispado
El descontento por el aumento generalizado de precios provocado por una mayor inflación; el aumento a los combustibles; los bajos salarios; el empeoramiento de la inseguridad en todo el país y hasta los escándalos de corrupción en los que se ha involucrado a funcionarios federales, influirán en la decisión de voto de los mexicanos este 1 de julio.
Las campañas electorales de los candidatos intentarán mover la balanza para ganar el voto ciudadano. Y para ello utilizarán mucho más que discursos con sus propuestas.
Para Gustavo López Montiel, catedrático del Tec de Monterrey, en la campaña electoral se agudizarán los ataques que se vieron en las etapas anteriores del proceso electoral.
“Ahora vamos a ver un discurso mucho más intenso con respecto a lo que hemos visto hasta ahora. Por ejemplo, lo que salió respecto al caso de Anaya y su posible enriquecimiento, de repente lo que sale sobre Meade y su participación en el gasolinazo y todas esas cosas, las vamos a ver multiplicadas en la campaña.
Este tipo de actividades que se realizan en campaña no son sino parte del modelo político que impera en México, sostuvo López Montiel, donde aunque los candidatos defienden que sus campañas sí son de propuestas, en realidad los otros componentes de la campaña dicen lo contrario.
Los electores deben estar preparados. “No ha salido lo peor”, apunta el especialista. Y sobre estas campañas, se deberá tomar la decisión de por quién votar este 1 de julio.
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