La crisis que estamos viviendo es la más grande de todos los tiempos y su rastro quedará en la cultura de nuestros días.
Tenemos, de manera rutinaria, una crisis casi cada sexenio. Empezaron a registrarse desde los años 30, una década después comenzó el llamado “Milagro Mexicano”, cuando se buscaba una estabilización de la economía y un crecimiento sostenido con la bonanza petrolera.
Llegaron los años 70 y desde entonces casi cada vez que cambia el presidente llega una nueva crisis y con ella se empantanan las posibilidades de comprar vivienda, automóviles y lograr una vida digna.
Desde 2009 no teníamos una tan aguda y se prevé que la pandemia por COVID-19 sea la más grande en la historia de México.
Los economistas de escuelas privadas y públicas consultados: Mylene Cano (ITAM) y Hugo Rangel (UMSNH), coinciden en que se viven tiempos complicados y solo queda apretarse el cinturón y ser prudentes en el gasto.
La caída de la actividad económica formal en este periodo histórico de la primera pandemia del siglo XXI carece de precedentes luego de que los gobiernos del mundo “autoindujeron” una parálisis social necesaria para evitar contagios por el nuevo coronavirus.
Asimismo, la crisis se ha plasmado en el arte y la comunicación casi como una constante en las grandes obras y la cultura popular.
Tanto el sociólogo argentino Ignacio Irazuzta como el documentalista mexicano Everardo González coinciden, a pesar de ser de nacionalidades y generaciones distintas, en que ambos son producto de una crisis en sus respectivos tiempos, ya que el académico tuvo que migrar del país gaucho por falta de una estabilidad económica y el cineasta ha retratado con sus testimoniales la falta de igualdad social en México.
En el ingenio y la cultura mexicana la crisis ha tenido su auge en obras maestras como “Los olvidados” (1950), de Luis Buñuel, que retrata la vida de personajes desposeídos.
Mientras que en la cultura popular la crisis nos ha dejado personajes como “El Chavo del 8”, de Roberto Gómez Bolaños, un niño sin familia que no tiene nada para sobrellevar la vida, habita una vecindad y son, quizás, sus carencias unos de los elementos que lo identifican en Latinoamérica, donde alcanzó un éxito rotundo.
En el 2000 una película que marcó la escena nacional fue “Amores perros”, en donde los protagonistas eran personajes de la Ciudad de México movidos precisamente por sus carencias en el marco de una sociedad en decadencia de inicios de siglo.
Otra década perdida por la crisis
Si las crisis están tan calcadas en la memoria de los mexicanos es por el mal manejo económico que han tenido los gobiernos de las mismas.
Aunque desde los años 80 han mejorado la atención de las crisis económicas en comparación con el resto de América Latina.
“Lo que está en nuestra mente, en el colectivo mexicano, es el manejo de las crisis por los gobiernos. Este movimiento de subida y bajada, de apretarse el cinturón, de tener un poco más de recursos, eso siempre va a existir porque es parte del ciclo económico. A lo que nosotros hacemos referencia es al mal manejo de las crisis que han tenido constantemente los diferentes gobiernos de México a lo largo de las diferentes décadas”, afirma la economista del ITAM Mylene Cano.
La especialista dice que esta crisis recuerda los años 80, cuando las personas abandonaron la formalidad y se le consideró como una “década perdida” en materia de desarrollo económico.
“Justo lo que pasó en los 80 es que tuvimos esa transición de la formalidad hacia la informalidad que nunca se pudo recuperar y desde ahí tenemos ese grave problema. Y ante la falta de una política contracíclica lo que está pasando es que no va a poder haber una recuperación rápida del empleo y la gente tiene que trabajar. Eso va a significar simplemente más informalidad y pobreza”, considera.
Prudencia en gasto
Para Hugo Rangel, economista de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), en las familias tiene que haber prudencia en el gasto y evitar instrumentos financieros que nos comprometan en el mediano plazo porque hay riesgo de una alta volatilidad de las fuentes de ingresos y también de las tasas de interés en un corto plazo.
“A nivel de los gobiernos creo que también tiene que haber prudencia en términos del ejercicio del gasto. Debe de haber una revisión a fondo de las partidas de los presupuestos públicos para cancelar todo aquello que no es importante o que no ha dado resultados. Habrá que aplicar los presupuestos base cero, considerar que ninguna partida es funcional hasta que demuestre algún resultado”, explica.
Además dice que el Gobierno federal está incentivando los programas sociales ya que entre abril y mayo más de la mitad de los empleos perdidos fueron de jóvenes entre 18 y 29 años, según datos del IMSS.
“Estos programas como el de “Jóvenes Construyendo el Futuro” pueden ser una red de contención social para evitar que estos jóvenes salgan a las calles a buscarse un modo de vida fuera de la ley”, señala.
De acuerdo con el experto, en tiempos en que la economía está globalizada, el planeta se puede entender como una gran fábrica llena de engranes en la que si uno falla desestabiliza los sistemas de producción, y en esta crisis todo tardará en volver a la normalidad.
“Las partes de un carro se producen en distintos continentes, en distintos países del mundo, entonces si el aire acondicionado de un vehículo se deja de producir en China o en Taiwán o en Noruega, se rompe la cadena de suministro y la matriz ensambladora de ese carro no va a poder contar con ese aire acondicionado”, ejemplifica.