Crisis hídrica en Nuevo León: un recuento de la sequía

El año 2022 será recordado por los nuevoleoneses por la peor crisis hídrica en la historia reciente de la entidad.
Ricardo Alanís Carreón Ricardo Alanís Carreón Publicado el
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Desde mayo de 2021, cuando el Palacio de Gobierno todavía era ocupado por Jaime Rodríguez Calderón, una crisis hídrica comenzaba a asomarse por el horizonte de Nuevo León, pues las lluvias no eran tan copiosas como en otros años y las presas comenzaban a resentirlo; sin embargo, el asunto no estaba en el radar político ni formaba parte de la agenda pública, más concentrada en las elecciones que habrían de tomar lugar un mes después.

Para el 7 de mayo, la presa Cerro Prieto registraba un bajo nivel de almacenamiento al encontrarse a un 16.69 por ciento de su capacidad, en tanto que la presa La Boca marcaba a un 72.06 por ciento, y El Cuchillo apenas y sobrepasa el 52.75 por ciento del almacenamiento.

Ya con Samuel García al frente del Ejecutivo, el tema siguió sin figurar en los principales escaparates políticos situación que cambió en febrero de 2022, cuando a través de una publicación en el Periódico Oficial del Estado se realizó una declaratoria de emergencia por la sequía, derivada de la escasez de lluvias y matizada con los bajos niveles de las presas.

 

Comienza ‘pesadilla’ hídrica

Para el 9 de febrero se anunció la perforación de decenas de pozos someros en el área de la Macroplaza, así como en otros puntos de la Zona Metropolitana de Monterrey, como La Huasteca.

Días después se dio a conocer un plan de contingencia que consistió en racionar el suministro con cortes de agua programados por toda la metrópoli, decisión que provocó el malestar de la ciudadanía, fallas de servicio en decenas de colonias e incluso protestas en prácticamente todos los municipios metropolitanos.

Ante la crisis, el gobierno de García implementó operativos de abasto con pipas en las zonas más afectadas de la ciudad, además de la adquisición de un avión para bombardear nubes, calificada por diversos actores políticos como una ‘compra de pánico‘.

La situación llegó a un punto tan álgido que las autoridades optaron por llevar a cabo el proyecto de construcción de un segundo ducto de El Cuchillo para abastecer a la ciudad de agua; sin embargo, la medida no soluciona la falta del vital líquido, sino que apenas mejora la capacidad de distribución.

Casi de forma milagrosa, entre finales de agosto y principios de septiembre, en la entidad se presentaron lluvias que ayudaron a mejorar considerablemente el almacenamiento de las presas, devolviéndole la ‘normalidad’ a la población neoleonesa.

Sin embargo, justo cuando el problema parecía superado, el gobierno de Tamaulipas exigió a Nuevo León el trasvase de 200 millones de metros cúbicos, es decir, más de cinco veces la capacidad de La Presa de La Boca.

El acuerdo había sido pactado en 1996 entre ambas entidades, por lo que a pesar de resistir algunas semanas, la administración de Samuel García terminó por ceder el recurso a la entidad vecina, que lo utilizará para regar campos de cultivo.

En este punto, el ‘fantasma‘ de la escasez de agua volvió a rondar por Nuevo León.

 

No la tenía en el radar: Samuel

El 29 de junio de 2022, durante un recorrido para distribuir agua en colonias del sur de Monterrey, el gobernador admitió que la escasez de agua constituyó un problema que ‘no tenía en el radar‘.

Incluso, el mandatario afirmó que había que seguir rezando para que una depresión tropical o ciclón llegara a Nuevo León y la región noreste de México, dejando copiosas lluvias a su paso.

“Es un tema muy serio, muy delicado; yo se los juro que nunca tuve en el radar que me iba a tocar manejar un tipo de crisis como esta, pero tenemos gente experta y además muy entregada”, comentó.

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