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El drama de los halconcitos

Su reclutamiento ha crecido en los últimos años. Son altamente cotizados por su lealtad y eficiencia. Sus costos de operatividad son mínimos y representan la mejor opción para la continuidad de los grupos delincuenciales. Son los halconcitos, el rostro perverso con el que el crimen organizado intenta perpetuarse.

De acuerdo a estimaciones de funcionarios de la Procuraduría General de la Republica (PGR), todos los cárteles de las drogas que operan en el país han incorporado en sus filas a niños de entre 12 y 17 años de edad.

“Los niños evaden fácilmente la acción de la justicia, por su propia condición natural, y rara vez son encarcelados, lo que les facilita regresar a las actividades delictivas”
Alfredo NaterasAntropólogo social e investigador de la UAM
La medida causa polémica porque la prisión preventiva no está considerada para los jóvenes y niños infractores en la Constitución

Su reclutamiento ha crecido en los últimos años. Son altamente cotizados por su lealtad y eficiencia. Sus costos de operatividad son mínimos y representan la mejor opción para la continuidad de los grupos delincuenciales. Son los halconcitos, el rostro perverso con el que el crimen organizado intenta perpetuarse.

De acuerdo a estimaciones de funcionarios de la Procuraduría General de la Republica (PGR), todos los cárteles de las drogas que operan en el país han incorporado en sus filas a niños de entre 12 y 17 años de edad.

Son parte fundamental de las actividades delictivas del cártel, principalmente en extorsión, secuestro y robo de combustible.

El pasado lunes, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) determinó que a partir de ahora, previa valoración del juez de la causa, sí es procedente la reclusión hasta por cinco meses de menores acusados de delitos graves, en tanto se dicta sentencia.

Evadir a la justicia podría ser la principal razón por la que el crimen organizado utiliza a los niños, explicó el doctor Alfredo Nateras, antropólogo social e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

“Los niños evaden fácilmente la acción de la justicia, por su propia condición natural, y rara vez son encarcelados, lo que les facilita regresar a las actividades delictivas”, comentó Nateras.

Es cada vez más frecuente el empleo de menores de edad en tareas delictivas, incluso en delitos de alto impacto como secuestro, extorsión, narcotráfico y homicidio.

El investigador detalló que es un tema que requiere exhaustiva revisión por parte de las autoridades judiciales, pues mientras que a veces se les criminaliza por el sólo hecho de ser menores, también a veces no se les dicta prisión preventiva, pese a la gravedad de sus ilícitos.

Levanta polémica

En el 2015, de un total de 7 mil 785 menores infractores que ingresaron a las cárceles del país, 7 mil 733 alcanzaron su libertad en forma inmediata, detalla el INEGI en el Censo Nacional de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema Penitenciario Estatales 2016.

De todos los niños infractores que en el 2015 alcanzaron la libertad, luego de ser detenidos como probables responsables en la comisión de un delito, 5 mil 852 de ellos siguieron su proceso penal en libertad; hasta el cierre del 2015, el total de menores infractores presos era de 3 mil 844, de los que 3 mil 606 son varones y 238 son mujeres.

Esta estadística es la que pudo haber influido en la decisión de la Suprema Corte de Justicia.

Se estima que esta medida podría contribuir a disminuir el reclutamiento de menores para la comisión de delitos de alto impacto, pero causa polémica porque la prisión preventiva no está considerada para los jóvenes y niños infractores en la Constitución; en el marco rector jurídico, sólo se contempla la prisión preventiva para adultos en proceso penal.

“No podemos permitir que la delincuencia organizada utilice a nuestros niños”, dijo la presidenta de la organización Alto al Secuestro, Isabel Miranda de Wallace.

Aunque el INEGI establece que la mayoría de delitos en los que incurren los menores infractores están relacionados al robo de casa habitación y vehículos, asalto a transeúntes en la vía pública y lesiones, Miranda de Wallace detalla que muchos menores están directamente relacionados a delitos de alto impacto social, como secuestro y homicidio.

Infancia tras las rejas

La estadística 2016 del INEGI revela la participación de niños y adolescentes en actividades delictivas:

3,844

Menores presos actualmente, la mayoría sentenciados por robo, lesiones, violación y homicidio

324

Menores infractores presentados este año ante el MP acusados de pertenecer a células criminales

7,785

Menores  que ingresaron a las cárceles del país en 2015

7,733

Detenidos alcanzaron su libertad en forma inmediata

11-15

Mil pesos por mes pagan las células criminales a los menores de acuerdo a su actividad

Seducidos por poder

Los halconcitos, como comúnmente se les conoce a los menores que avisan sobre la presencia policial en las inmediaciones en donde operan las células criminales, es un fenómeno que se ha generalizado en todo el país.

El principal atractivo para los halconcitos, dijo el doctor Nateras, es el pago económico.

“El que en su imaginario les permite acceder a situaciones de vida que no tendrían de otra forma: el dinero, las armas, las mujeres, el poder en sí, es lo que mueve a los menores a delinquir”.

De acuerdo con funcionarios de la PGR, el pago por el servicio de halconeo es altamente redituable en el mundo criminal.

Un niño que sirve como informante percibe ingresos dependiendo de su actividad. Los grupos dedicadas al trasiego de drogas les pagan hasta 15 mil pesos mensuales.

En el caso de delitos de secuestro el pago es de hasta 10 mil pesos, mientras que los grupos dedicados a la venta de combustible pagan entre 7 y 11 mil pesos por mes.

Sueños rotos

En un informe de la UNICEF, se detallan las expectativas de los menores infractores.

El “Diagnóstico de las y los Adolescentes que Cometen Delitos Graves en México”, elaborado por la antropóloga y psicoanalista del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Elena Azaola, establece que de un total de 278 menores infractores entrevistados en reclusión, “el 28 por ciento dijo no tener sueños, no confiar en nadie y no saber ni querer pensar en su futuro”.

Otro 68 por ciento de los menores encuestados para conocer sus expectativas de vida dijo que “les gustaría salir para apoyar a su familia, para construir una familia propia, para tener una casa y un trabajo y/o para estudiar alguna profesión, desempeñar algún oficio o poner su propio negocio”.

Aunque más de la mitad de ese universo desconfió de su entorno, al considerar, el 45 por ciento, que saldrán de la cárcel “igual a peor que como entraron”.

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