A los 17 años, los médicos le dijeron a Coyult Ithaí que tenía una enfermedad renal grave y solo le quedaban seis meses de vida. Trece años después es una artista cuyas obras se han expuesto en países como Japón, Holanda, Alemania y Serbia.
Cuando la desahuciaron en el año 2007, se dedicaba a dibujar cómics y cursaba el bachillerato, pero prefirió pintar porque era más probable que si moría, sus pinturas fueran conocidas.
“Era seguir en el cómic, mi sueño, o pintar y tener la opción de publicar algo, de exponer”, relata la joven que toda su vida ha vivido en la alcaldía Iztapalapa de la Ciudad de México.
Así inició en la pintura y con ayuda de algunos colectivos de artistas independientes consiguió espacios para dar a conocer sus obras en la red de Fábricas de Artes y Oficios (FAROS) de la Secretaría de Cultura, en vitrinas de estaciones del Metro y en galerías de arte.
Además, estuvo en tratamientos médicos durante 4 años y logró revertir el diagnóstico médico adverso, pero esa experiencia la marcó tanto que creó su serie de pintura “Sueño versus realidad”
Antes de enterarse de su padecimiento médico, ella pintaba los cómics en blanco y negro, pero descubrió que también los colores podían dar la sensación de desesperación y locura que quería expresar.
“El magenta es un color que representa a la locura y lo empecé a usar mucho”, menciona.
El primer cuadro de su serie son dos figuras humanas de espaldas, trabajando en diferentes escritorios: representan los dos caminos creativos que ha explorado, uno de ellos elegido por necesidad, la pintura.
En el segundo cuadro están los personajes y personas que han marcado su vida, pintados de diferentes formas. Arriba, están quienes la apoyaron en su carrera como pintora y abajo los personajes que hizo como creadora de cómics.
“Es otra representación del sueño-realidad y de cómo uno no puede estar sin el otro”, explica.
El último cuadro de su serie se llama “La frontera de mi razón” y lo hizo a partir de que un conocido le preguntó qué pasaba por su mente cuando hacía sus obras.
Consiste en la silueta de una persona desde el pecho hasta la cabeza con diversas figuras, colores y dibujos de monstruos, plantas y raíces que están en toda la pintura; considera que es un resumen de las dos piezas anteriores.
Tras vencer su enfermedad ha hecho 270 pinturas que se han expuesto tanto en la Ciudad de México, como en otros países como Japón, Holanda, Alemania, Serbia, República Checa, España, Argentina, Colombia, Brasil, Venezuela y Nigeria.
Las exposiciones internacionales como el Mail-Art-Projekt 2020-2021 y Echigo-Tsumari Art Field 2021 se concretaron gracias a diversas convocatorias de la modalidad arte-correo, donde los creadores que cumplen con ciertos requisitos y lineamientos, envían sus obras a otros países con la posibilidad de que sean compradas.
“Por fortuna, ninguna de mis obras ha regresado, se han quedado en otros países”, cuenta.
Además, ha creado vestidos de moda alternativa y ha montado pasarelas con ocho modelos y actualmente estudia creación literaria.
Los otros obstáculos para Coyult Ithaí
Durante su carrera, Coyult Ithaí también ha tenido que enfrentarse al machismo y a los estigmas sociales de la maternidad.
La joven de 31 años relata que desde el inicio de su carrera artística hace 13 años, ha padecido situaciones como el hostigamiento sexual.
“Me acuerdo que una vez que busqué una exposición individual y el promotor me pidió que me acostara con él. Obvio dije que no”, menciona.
Además de la violencia de género, en 2016 Coyult Ithaí tuvo a su hijo, por lo que también se enfrentó a los estigmas que hay en la sociedad sobre la maternidad.
“Un amigo mío, que fue lo que más me dolió, me quitó de una lista de expositores al saber que estaba embarazada”, dice.
También, una promotora le canceló una participación por la misma razón.
“Ah, que ya no puedes por tu hijo, se me había olvidado, me dijo para cancelar la invitación”, dice.
La artista plástica atribuye esto al estigma social de que cuando las mujeres son madres, no pueden dedicarse a otra cosa que no sean los hijos o que deben pedirle permiso a su pareja.
“Cuando te ven exponiendo, te preguntan: ¿tu marido te deja? y ¿cómo le haces con tu hijo?, como si por ser madre no pudieras hacer otras cosas”, menciona.
Aunque acepta que dichas situaciones le han provocado llanto y frustración, ha salido adelante con su arte y actualmente tiene una trayectoria de 13 años.
Arte a segundo plano
El arte no es la principal fuente de ingresos de Coyult Ithaí pese a toda su experiencia y trayectoria, debido a que en México no es bien pagado.
Su ingreso personal depende de su trabajo como vendedora de libros y junto con su pareja mantienen su hogar.
Lo anterior ha obligado a que el arte pase a segundo plano y la mayor parte del tiempo cuida a su hijo Kalid.
“Si pudiera y fuera mi ingreso estable, podría dedicarme 8 horas al día, pero como no lo es, solo lo hago en mis tiempos libres, como un hobby, a eso se redujo”, menciona.
El arte ha sido un bálsamo para Coyult Ithaí, pero no todo ha sido positivo, pues ha padecido hostigamiento sexual y también discriminación por su maternidad
Actualmente, cuenta, su hijo de cinco años ha aprendido a valorar lo que realiza Coyult y respeta cuando su mamá trabaja.
“A él no le gusta pintar, pero ha aprendido a respetar”, menciona.