Ya sea dentro de las fronteras de México o fuera de ellas, históricamente las autoridades de procuración y administración de justicia investigan poco la corrupción, los posibles responsables no son sancionados, los activos desviados fruto de estos ilícitos no son recuperados y no hay reparación del daño.
Esto se debe, en gran medida a la falta de recursos y capacitación por parte de fiscales y jueces, a las deficiencias de las Procuradurías, Fiscalías y del Poder Judicial que se enfrentan a diversos problemas como los casos de lavado de dinero que involucran estructuras corporativas complejas y flujos financieros intrincados.
De acuerdo con el informe publicado por Transparencia Internacional y Transparencia Méxicana “Exporting Corruption. Progress report 2020: Assessing enforcement of the OECD AntiBribery Convention”, en México de 2016 a 2019 no se ha sancionado ningún caso por cohecho internacional y durante ese periodo la Fiscalía General de la República o antes la Procuraduría General de la República iniciraron solamente tres investigaciones, las cuales no se han presentado ante el Poder Judicial, no se han fincado responsabilidades ni sanciones y tampoco se han recuperado los activos desviados de dichos ilícitos.
Es así que casos como la investigación que el Departamento de Justicia de Estados Unidos realiza en contra de la multinacional mexicana CEMEX desde 2016 por presuntos pagos de sobornos por más de 20 millones de dólares a cambio de contratos y facilidades fiscales, o las realizadas desde 2015 por autoridades españolas en contra de la minera Grupo México, en el país no son castigadas, ni siquiera investigadas.
En los últimos años, durante la administración federal anterior, tampoco se registraron avances sobre el caso Odebrecht, la investigación más grande de corrupción en América Latina.
Asimismo, tras la detención de Emilio Lozoya, la Fiscalía General de la República busca avanzar en las implicaciones del caso Odebrecht en el país.
Además de algunas recomendaciones para que México mejore sus capacidades para procesar casos de corrupción internacional, Transparencia Internacional afirma que la reforma al Poder Judicial, planteada por el ministro Arturo Zaldívar, podría ser un primer paso.
Judicialización, la gran deuda
Para Carla Crespo, coordinadora de integridad corporativa de Transparencia Mexicana, el principal problema que ve en el país con respecto al combate a la corrupción internacional es la falta de judicialización de los casos, es decir, que se quedan solamente en la investigación.
Para ejemplificarlo, la especialista señala la situación que padece México con las campañas electorales, en las que los candidatos prometen y prometen justicia pero a la hora de ejercer su cargo, no cumplen.
“En Estados Unidos están recuperando dinero derivado de investigaciones y procedimientos judiciales, muchas veces se llega a acuerdos económicos, pero aquí no avanzamos de la investigación”, comenta la especialista a Reporte Índigo.
El siguiente problema que ve la entrevistada es la falta de capacidad de las personas dedicadas a investigar dichos delitos.
Es por eso que mientras en otros países ya hay sanciones por el caso de corrupción Odebrecht, como en Perú, aquí en México no se ha logrado, y la investigación avanza a pasos pequeños por la falta de cooperación internacional con la Fiscalía de Brasil.
“Uno de los principales problemas tiene que ver con la falta de capacidad para investigar estos delitos. No es lo mismo investigar un delito en el que los resultados son materiales y tangibles como un homicidio o un robo, que investigar un entramado que implica tráfico de influencias y sobornos que corren por el sistema financiero.
“La verdad es que si no se tienen las capacitaciones correctas y no se utiliza toda la capacidad del Estado para realizar estas investigaciones, no van a avanzar porque las fiscalías nunca van a lograr los elementos probatorios”, agrega.
Durante esta nueva administración el emblema del Gobierno federal ha sido el combate a la corrupción y el encargado de ejecutar la estrategia, Santiago Nieto, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda.
Al respecto, Carla Crespo comenta que los trabajos de la UIF son una buena señal de que México puede combatir la corrupción, pero advierte que esto no cambiará hasta que haya sanciones, se recuperen activos y haya reparación del daño.
“La corrupción no es un delito en el que no haya víctimas, las víctimas somos todos. La responsabilidad queda en la Fiscalía y en el Poder Judicial ya que el congelamiento de cuentas se puede echar para atrás, pero lo que no se puede echar para atrás es el día en el que un juez emita una sentencia y ésta quede firme, es decir, que no pueda ser impugnada por ningún medio”, concluye.
México y el mundo contra la corrupción
En el termómetro elaborado por Transparencia Internacional para medir los casos e investigaciones de corrupción internacional, se tomaron en cuenta los delitos que exportó cada país y el número de investigaciones que se han realizado al respecto y las sanciones que se han llevado a cabo.
De esta manera es como México se posicionó en los últimos lugares del ranking al exportar el 2 por ciento de los casos analizados en los últimos tres años, solo investigar tres y castigar ninguno.
Incluso México se colocó debajo de países como Colombia, en donde el gobierno impuso una multa de más de 1.8 millones de dólares a la empresa Inassa por otorgar sobornos a funcionarios públicos en Ecuador en 2016.
Para combatir la corrupción y los sobornos, el nuevo Tratado entre México-Estados Unidos y Canadá (T-MEC), a diferencia de su predecesor, el TLCAN, incluye un capítulo para prevenir esta actividad
El problema es que el T-MEC excluye de su catálogo de delitos graves el “soborno”, pero sí advierte sobre los efectos negativos de dichas prácticas.
Además, el tratado comercial aclara que los sobornos pueden ser sancionados si se cometen en México o en Canadá, países que lo consideran un delito. Por su parte, en Estados Unidos solamente se alienta a las empresas a prohibir dichos pagos.
Otra de las fallas del Gobierno mexicano en el combate a la corrupción internacional se debe al “Open Government Partnership National Action Plan”, en el cual las autoridades locales se comprometieron a impulsar un padrón de beneficiarios reales, es decir, las personas que pese a no ser los propietarios legales de una empresa, en realidad poseen los beneficios de la titularidad.
Esta práctica es muy común en México para el registro de algunas empresas fantasma, para evadir impuestos mediante “prestanombres” o para lavar dinero.
A raíz de esto, el Grupo de Acción Financiera Internacional (Financial Action Task Force), alertó por la falta de dicho registro.
“Una preocupación seria en todos los sectores es que los beneficiarios reales están siendo identificados solo en una medida limitada, sopesando sistemáticamente la efectividad de las entidades en la evaluación y gestión del lavado de dinero y riesgos de financiamiento al terrorismo”, señalaron.
Al respecto, Carla Crespo advierte que este tipo de información deja mal parado a México y ahuyenta la inversión.
“A México esto lo deja muy mal parado porque este tipo de informes sirven como indicadores para empresas y gobiernos para determinar si invierten o no en otros países.