Convierten pandilleros en Raza Nueva

Expandilleros buscan una Raza Nueva entre los sectores más marginados de Nuevo León. 

Se trata de un movimiento de la Arquidiósesis de Monterrey que dirige el Padre Juan Carlos Arcq Guzmán. En el que diariamente los jóvenes integrantes de “Raza Nueva en Cristo” visitan pandillas de 20 colonias en los municipios de Escobedo, García, Guadalupe, Juárez y Monterrey.

Para poder llegar hasta estos sectores, Reporte Indigo realizó una visita noctura el 14 de enero a la colonia Los Naranjos, en Juárez Nuevo León. 

Mayra González Mayra González Publicado el
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"Es una misión permanente con las bandas y las pandillas de las colonias”.
Luis Carlos DávilaExpandillero y misionero

Expandilleros buscan una Raza Nueva entre los sectores más marginados de Nuevo León. 

Se trata de un movimiento de la Arquidiósesis de Monterrey que dirige el Padre Juan Carlos Arcq Guzmán. En el que diariamente los jóvenes integrantes de “Raza Nueva en Cristo” visitan pandillas de 20 colonias en los municipios de Escobedo, García, Guadalupe, Juárez y Monterrey.

Para poder llegar hasta estos sectores, Reporte Indigo realizó una visita noctura el 14 de enero a la colonia Los Naranjos, en Juárez Nuevo León. 

Partimos a las 8:20 de la noche en compañía de nueve jóvenes ex pandilleros, ahora misioneros, en busca de observar el panorama completo de cómo tratan de convertir a estos jóvenes a través de la fe.

Partimos a pie desde la casa de una familia pertenciente al movieminto, ubicada en la colonia Rancho Viejo, en el municipio de Guadalupe. 

Después atravesamos la calle y tomamos el camión urbano de ruta hacia Tierra Naranjos. El cual estaba atiborrado de trabajadores, señoras y jóvenes que regresaban fatigados, algunos hasta dormidos, hacias sus hogares.  

Al bajar, caminamos entre un mercadito y las casas del área hasta adentrarnos en el corazón de la colonia de Los Naranjos. Las camionetas con vidrios polarizados, las casas de lámina, las calles con excremento de caballo y  unos perros ladrando agresivamente nos dieron la bienvenida. 

Y el recorrido a pie fue largo. Si uno creía que ya estaba alejado de la civilización y el área urbana, estaba equivocado. Porque para llegar con las pandillas del sector tuvimos que entrar a un terreno baldío en el  monte, en completa oscuridad. 

La linterna de uno de los misioneros sirvió para alumbrar algo el camino y dar con el paradero de la pandilla Los Vagos de los Naranjos.

Conforme avanzábamos en medio de los árboles, la basura y los caballos que deambulaban de un lado a otro, se empezaron a escuchar voces y carcajadas. 

Uno de los misioneros silbó la clave para evitar que los pandilleros interpretaran equivocadamente nuestra visita o nos confundieran con las pandillas rivales, a quienes llaman Los Chidos, Los Perdidos, Los Valle Locos entre otras más. 

Eran unos 25 adolescentes de entre 14 y 20 años que estaban “cotorreando”. Casi todos tenían dos aretes arriba del labio, sudaderas, tenis, lentes de sol, gorros, el rosario colgando del cuello y el pelo engomado peinado hacia adelante. 

Señalándonos, uno de Los Vagos preguntó al misionero: “¿Quienes son?”.

Y el misionero Armando Lucer le respondió: “el día de hoy les trajimos tres visitas”. 

Entonces una de las jóvenes preguntó: “vienen de Zetas o de visitas”. 

Después del saludo, el expandillero y misionero Armando Lucero Carrizsales, de 29 años de edad, leyó el pasaje de la Biblia y les planteó una reflexión.

“Son dos caminos verdad, de un lado viene Jesús carnal, de un lado representa la vida donde la gente está alegre. Y del otro lado viene la muerte donde la gente está triste, verdad.  ¿De qué lado te encuentras tu Pepito?”, preguntó el ex pandillero.

Pepito se quedó pensando por un rato. Pareciera que no hubiera entendido la pregunta. Algunos de ellos estaban bajo los efectos de la droga. 

Las sustancias que más consumen son el tolbeno, el reductor 1090 y el resistol súper 10005.

“Pues nos aventamos un tolbe” menciona uno. “Sí un tolbe.

 “Las mujeres no, cero vicios, bueno una que otra”, comenta una de las adolescentes, estudiante de tercero de secundaria. “A las mujeres no les damos reductor”, se oye una voz que interrumpe la frase de la jóven. 

Luego les preguntamos: ¿Y cuál es su símbolo?. “Somos el uno” respondieron todos, “Es así”, decían mientras hacían el símbolo con la mano.

Las niñas se hacen llamar “Pleiby-nenas”, eran siete. La más chica tenía 14 años y estaba emocionada porque iba a tener proximaenete su fiesta de 15 años. 

Y la más grande tenía 22 años de edad. El resto de la banda le echaba carrilla por ser la de mayor edad. 

Ninguno de los niños estudia. Algunos trabajan en la obra, otros dicen ayudarle a su papá en el negocio. Y otros más son “ninis”, no hacen nada. 

Respecto a las riñas con las pandillas rivales del sector, se pelean cada dos días. “Cada dos días hay pleito con pedradas y todo”, comentaban Los Vagos de los Naranjos. “Están Los Chidos, Los Valle Lokos, Los Perdidos…”, entre otros.

Al retirarnos a las 10:30 de la noche, tuvimos que tomar otro camino para evitar toparnos con bandas enemigas. Pues se corrió el rumor de una posible pelea esa noche. 

De regreso, tomamos el camión que pasaba a ocho cuadras de dónde nos encontrábamos. Ya que la ruta que nos había traído a la colonia ya no circula a esa hora. 

Con las visitas nocturnas de los misioneros de Raza Nueva en Cristo a las colonias más pobres de Nuevo León, como Tres Caminos, Tierra Propia, La CROC, Fomerrey 35, Nuevo Amanecer, Los Naranjos, Santa Mónica, entre otros más, aspiran a modificar el comportamiento agresivo de los pandilleros.

El apostolado que comenzó el padre Héctor Pérez Villarreal hace nueve años en el Departamento de Pastoral Juvenil en Situaciónes Críticas con Raza Nueva en Cristo, continúa extendiéndose por todo Monterrey.

Y es a través de jóvenes expandilleros, rehabilitados del círculo vicioso de las drogas, que el grupo sigue propagando los valores cristianos con la meta de convertir a pandilleros.

“Es una misión permanente con las bandas y las pandillas de las colonias”, explica el misionero Antonio de Jesús Valdez, de 20 años, ex integrante de la pandilla de Los Metiches de Escobedo.

“En otras partes el código es más fuerte. O sea si te sales, muchas veces te llegan hasta matar por haberte salido de la pandilla. Y aquí no, aquí como que son más alivianados y te dicen ‘pues es tu pedo, es tu problema si te sales o no’”.

La cultura de barrio y las pandillas es una realidad de la que difícilmente los jóvenes se pueden escapar, ya que son éstas las que les brindan protección frente a las demás bandas. 

 “La ventaja es que si estás dentro de la pandilla no te pegan, verdad. Y la desventaja es que estás atado a ella”, explica Luis Carlos Dávila Cuello, quien lleva nueve meses perteneciendo al grupo de Raza Nueva en Cristo.

 “Está difícil la verdad, y más con el etorno  en que te juntas, porque estás en un ciclo que son drogas y todas esa cosas, ese es el círculo de tu colonia, y pues lo único que tienes que hacer es salirte verdad. Tener la fuerza de voluntad para poder salir”.

La cultura de pandilla

Existe una cultura de simbolismos y ornamentos que distinguen a las pandillas. 

En este caso, es la vestimenta con la que la mayoría marca un estilo propio. Rapados, con patillas o con los pantalones más grandes de lo convencional. 

El tipo de música que escuchan es otro de las carcterísticas distintivas. Estos oyen música colombiana, el hip hop o el reggaeton.

De los símbolos con las manos, los más utilizadoas son “el uno” y “el star”.

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