La intromisión del padre del gobernador en la asignación de obra pública, en la operación política y en los cambios de funcionarios del gabinete de gobierno es insostenible para su propio hijo y para el PRI nacional.
Por más que en el círculo rojo del Comité Directivo Nacional del PRI sugirieron que Humberto Medina Aisnlie saliera de Nuevo León, que sacara las manos del gobierno de su hijo Rodrigo Medina, la influencia continúa más fuerte que nunca.
Y es que desde el 8 de septiembre de 2011, cuando el ex presidente Carlos Salinas de Gortari visitó Monterrey, el gobernador habría sido advertido de lo que ocurría.
El ex mandatario lo habría puesto en alerta sobre la pésima imagen y la ingobernabilidad que trae consigo la existencia de un gobernante por encima del gobernador.
Así también, Salinas de Gortari habría prendido entonces los focos rojos en el tema electoral, por los resultados de las encuestas que desde entonces hacía el tricolor en Nuevo León para analizar perfiles de candidatos.
Y con aquella plática entre el ex presidente y el gobernador, cuando se pasearon arriba de una lancha en el Paseo Santa Lucía, surgió la iniciativa de solicitar a Medina Ainslie que saliera de Nuevo León.
Fue un mensaje ligero, con el mismo carácter de una invitación a tomar al té en otro sitio.
Y así fue, el padre del mandatario neolonés tomó sus maletas y viajó a San Antonio, Texas.
Pero solamente para darle seguimiento a una serie de negocios inmobiliarios que inició allá con recursos de procedencia inexplicable.
Y no soltó sus negocios y su influencia política en el gobierno de Nuevo León.
A tal grado, que la inexplicable compra de los fraccionamientos Sundance Ranch y Clear Water Ranch en San Antonio, son ya una de las cargas más pesadas para el propio gobernador.
Porque los desarrollos texanos solamente aparecen a nombre de su padre Humberto Medina Ainslie y de su hermano Alejandro, pero ninguno de sus dos parientes tiene forma de explicar tan apresurada riqueza para esas inversiones en Texas.
Fraccionamientos que Reporte Indigo difundió y que hasta hoy no puede explicar la familia Medina o el propio gobernador.
Y luego las imposiciones de candidatos, las operaciones de priistas contra priistas, la lucha de la CTM contra los intereses del propio PRI, la intromisión del Grupo Allende que dirige el padre del gobernador y la derrota del tricolor en las elecciones del 1 de julio.
Perdió Felipe Enríquez la Alcaldía de Monterrey, pero también perdió su compadre Enrique Peña Nieto.
Josefina Vázquez Mota solamente ganó en Guanajuanto, que es bastión panista, y en Nuevo León y Tamaulipas que son gobernados por el PRI.
Por ello hay priistas que ya llaman “traidor” al Rodrigo Medina, aunque quizás gran parte de la operación de priistas contra priistas en el Estado fue idea del su padre, Humberto Medina Ainslie.
Luego los cambios en el gabinete, la presión de los grupos de la Iniciativa Privada para que el gobernador entregara las cabezas de tres funcionarios, apenas una semana después de las elecciones.
Rodrigo Medina, con el enemigo en casa y la crítica del priismo nacional y local, trata de cumplir el pacto con la Iniciativa Privada para buscar alguna facción de dónde asirse.
Sin embargo, el futuro para el gobernador después del tercer informe de gobierno, que será en noviembre próximo, es muy oscuro.
El priismo nacional, que ya dialoga con los empresarios regios, como Emilio Gamboa Patrón, que estuvo en la ciudad el lunes pasado, está por cobrar la deuda electoral que adquirió el mandatario nuevoleonés al perder el estado para Peña Nieto.
La fórmula tricolor es: luego de sus tres años de gobierno, llamarlo a formar parte de algún puesto secundario en la administración federal de Peña Nieto.
Pero una vez allá, congelar al ya para ese momento ex gobernador.
Quizás por ello hay quien dice que su padre está convertido en el peor enemigo que Medina ha tenido en su sexenio.
Es posible también que a causa de todo esto, hoy el gobernador está distanciado de su padre, mientras éste continúa haciendo sus negocios, además, quitando y poniendo gente en el Palacio de Cantera.
Los cambios no arreglan gobierno
Por César Cepeda
Los cambios en el gabinete estatal, impulsados por Rodrigo Medina y su padre Humberto Medina Ainslie, se están convirtiendo en el sello de la actual administración estatal.
La crisis de inseguridad, las decisiones políticas y electorales y los escándalos de corrupción, pero principalmente los intereses de los Medina, han motivado estos ajustes en el equipo de trabajo del mandatario estatal.
En los 33 meses que lleva su gestión, el mandatario estatal ha realizado más movimientos de funcionarios de primer nivel, que los hechos en todo el sexenio pasado por su antecesor y padrino político, el ex gobernador Natividad González Parás.
En su gobierno, Medina ha designado cuatro secretarios de Seguridad, superando a los tres funcionarios que encabezaron esta dependencia en la pasada administración comprendida entre el 2003 y 2009.
Lo mismo ocurre en la Secretaría de Finanzas del Estado, donde Medina ha designado tres tesoreros desde octubre del 2009, mientras que con González Parás la responsabilidad de las finanzas recayó únicamente en un funcionario.
En la pasada administración sólo hubo un procurador del estado en los seis años de gobierno y en menos de tres años Medina ha tenido que nombrar dos.
La Secretaría de Seguridad Pública del Estado, el área que se supone debería ser la más importante en la actualidad, ha sido ocupada por cuatro secretarios en los dos años nueve meses que lleva la actual administración de Medina.
Y es que el gobernador comenzó su administración en octubre del 2009, improvisando con Carlos Jáuregui, quien duró apenas cuatro meses y tuvo que ser sustituido en el cargo por Luis Carlos Treviño Berchelmann.
Luego, éste fue el titular durante un año y luego fue reemplazado por el general Jaime Castañeda Bravo, quien salió a raíz de la masacre de 44 reos y la fuga masiva en el Cereso de Apodaca.
Hace cinco meses Medina realizó un cambio más en esta secretaría y nombró al general Javier del Real.
En lo que va del sexenio, van tres titulares al frente de la Tesorería: primero puso a Alfredo Garza, hace más de un año nombró a Othón Ruiz Montemayor y desde hace dos meses el tesorero es Rodolfo Acosta.
En los seis años de González Parás, la Tesorería fue manejada únicamente por Rubén Martínez Dondé.
Medina lleva dos procuradores de justicia: Alejandro Garza y Garza, y ahora Adrián de la Garza, mientras que en la administración pasada este cargo lo desempeñó en los seis años Luis Carlos Treviño Berchelmann.
De las 14 dependencias que conforman el gobierno central, Medina solamente en seis secretarías no ha realizado cambios de titulares.
Jesús Zacarías, secretario de Salud, el contralor Jorge Manjarrez, Juana Aurora Cavazos, secretaria de Desarrollo Social, y Fernando Gutiérrez, secretario de Desarrollo Sustentable, forman parte del equipo que comenzó esta administración en octubre del 2009.
Es el mismo caso para José Antonio González, secretario de Educación, y Carlos Almada, jefe de la Oficina Ejecutiva.
Cambios obligados en paraestatales
En la última semana, Medina ha tenido que realizar cambios obligados en dependencias que no forman parte del gobierno central, en dependencias descentralizadas.
La semana pasada Pedro Morales Somohano, director del Instituto de Control Vehicular, fue removido de su cargo por el escándalo de corrupción de tráfico de placas vehiculares en la dependencia.
En su lugar Medina designó a Juan Ernesto Sandoval, ex director de Canaco.
Acusado de irregularidades en su gestión, Luis Eugenio Todd también presentó su renuncia la semana pasada como director del Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado.
Fue el mismo caso de Mario Guerrero, quien presentó su renuncia a la dirección general de Metrorrey, tras haber sido denunciado por desvío de recursos.
Hace tres meses, Luis Gerardo Treviño tuvo que dejar la dirección del Isssteleón, tras hacerse público un quebranto en el fondo de pensiones de los trabajadores del estado.
Valenzuela inamovible
En la era Medina la Tesorería del Estado ha sido ocupado por tres tesoreros, pero él sigue en el cargo.
Las finanzas estatales están a punto del colapso, principalmente por el alto endeudamiento y el gasto ejercido, sin embargo él es un intocable.
Se trata de Francisco Valenzuela Castellanos, Subsecretario de Egresos del Estado y hombre de todas las confianzas de los hermanos Jorge, senador, y Luis Mendoza, asesor de Agua y Drenaje de Monterrey.
Y los Mendoza a su vez están ligados a Humberto Medina Ainslie.
Valenzuela Castellanos coordinó las finanzas en la campaña de Rodrigo Medina y ahora, desde su cargo en la Tesorería estatal, controla prácticamente todos los pagos del gobierno del estado a proveedores.
Los alcaldes metropolitanos saben que si requieren recursos, tienen que acudir con Valenzuela Castellanos para que libere dinero, así como los proveedores que necesitan que les autoricen el pago de un servicio realizado al Estado.
Entradas y salidas por aspiraciones
Medina ha tenido que realizar cambios en su equipo de trabajo para promover a sus colaboradores a un cargo de elección popular.
Othón Ruiz Montemayor, Rogelio Arrambide y Pedro Pablo Treviño, eran funcionarios que conformaban el gabinete de Medina, pero que dejaron sus puestos para postularse como candidatos en el pasado proceso electoral en Nuevo León del 1 de julio.
Ruiz Montemayor dejó la Tesorería del Estado para registrarse como candidato del PRI a la Alcaldía de San Pedro, misma candidatura que buscaba Rogelio Arrambide, ex secretario de Desarrollo Económico, quien también renunció a su cargo.
En cambio, Pedro Pablo Treviño dejó la Secretaría del Trabajo de Nuevo León para contender como candidato a diputado federal por el Distrito 12.
Fue el mismo caso de Juan Manuel Cavazos, Irma Adriana Garza, Gustavo Caballero, Francisco Salazar y Marco Antonio González, quienes dejaron sus cargos en la administración estatal para contender por un cargo de elección en las elecciones pasadas.
Comunicación Social multiplica 12 veces gastos para imagen
Por Javier Estrada
A pesar de que el presupuesto para Comunicación del gobierno de Rodrigo Medina se ha multiplicado 12 veces en lo que va de su administración, el mandatario no ha podido corregir la mala imagen que tiene.
Y esto se puede comprobar con los resultados electorales pasados.
En tres años de su gobierno, cuatro directores han desfilado por la Coordinación General de Comunicación Social: Eloy Garza, Francisco Cienfuegos, Cynthia Yáñez y Enrique Laviada.
Ahora se perfila Jorge Domene como el nuevo encargado de la dependencia, quien hasta hace dos años no tenía experiencia en el ramo de la comunicación, cuando lo designaron portavoz del gobierno en materia de Seguridad.
La imagen y la publicidad fueron aliados de Medina durante su campaña. Como gobernador han sido fundamentales para tratar de contrarrestar mediáticamente la ola de inseguridad y la actual crisis política que atraviesa su gobierno.
El presupuesto para Comunicación del Gobierno del Estado pasó de 16 millones 767 mil pesos en 2009, a 206 millones 673 mil pesos en 2012, es decir, se multiplicó doce veces.
Estos recursos, etiquetados en las leyes de egresos como “servicios de comunicación social y publicidad”, están destinados para difundir en radio, televisión y otros medios mensajes gubernamentales.
Los servicios también incluyen producción, publicidad, fotografía y contenidos de Internet.
El año 2011 es el periodo en que Medina destinó más recursos para la Coordinación General de Comunicación Social, justo cuando se agudizó la crisis de seguridad.
En ese periodo se aprobaron 225 millones 511 mil pesos, de los cuales tan sólo el 89 por ciento se destinaron para mensajes transmitidos en radio, televisión y medios impresos.
Y en 2010, los gastos en comunicación sumaron 183 millones 882 mil pesos, cuando un año antes se había destinado un presupuesto once veces menor.
En total, de 2009 a 2012, el Gobierno del Estado ha destinado más de 632 millones 833 mil pesos al área de Comunicación, de acuerdo con los presupuestos aprobados por el Congreso de Nuevo León.