El Gobierno del Distrito Federal (GDF) no ha logrado localizar, ni con las cámaras de vigilancia, a los responsables de colocar cuatro supuestas bombas en las inmediaciones del edificio de la Contraloría General local.
Las supuestas bombas que incluyen relojes, cables y mensajes de advertencia comenzaron a colocarse hace aproximadamente un mes, en vísperas de que Eduardo Rovelo Pico diera a conocer la lista de funcionarios con nuevas sanciones por irregularidades cometidas en la construcción de Línea 12.
Sin embargo, después del 15 de julio que se dio a conocer el paquete de 90 nuevas sanciones en contra de funcionarios, los artefactos elaborados manualmente continuaron apareciendo en las oficinas que se localizan en el Centro de la capital.
Y es que mientras para algunos son simples distractores, los elementos del Grupo Zorros de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF) han sido movilizados en los cuatro reportes ante la posibilidad de que las advertencias, que incluyen frases como “un regalo de Ayotzinapa”, “van a volar todos” y “es una bomba de movimiento”, pudieran concretarse.
Casos bajo lupa
Contraloría capitalina están: la Línea 12 del Metro Tláhuac-Mixcoac; la compra-venta de la casa de Río de Janeiro que ahora habita el ex jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard Casaubón.
Y las supuestas irregularidades en la compra de luminarias del Programa “Iluminemos tu ciudad”, a partir del cual fue retirado del cargo de secretario de obras, Alfredo Hernández, y otros casos que involucran a los titulares de las 16 delegaciones políticas.
El paquete de sanciones incluye amonestaciones, suspensiones, destituciones e inhabilitaciones
Sin embargo, mientras en la Contraloría General del DF se acumulan los expedientes de casos polémicos, la SSP del DF ve con preocupación las reiteradas amenazas de bombas que han sido colocadas en ese edificio.
Las cuatro amenazas
Hasta ahora, han sido cuatro las amenazas telefónicas advirtiendo sobre artefactos explosivos.
Al atender el último de los reportes, los policías del agrupamiento antibombas, Zorros, encontraron el artefacto envuelto con cables y pilas, en una caja de cartón de aproximadamente 15 por 10 centímetros.
Los patrulleros entrevistaron a un hombre identificado como Raymundo Solís, quien dijo que una persona se retiró del lugar gritando “van a volar todos”.
Sin embargo, al revisar el misterioso paquete, los uniformados concluyeron que no contaba con ninguna carga explosiva ni dispositivo alguno de iniciación.
Las supuestas bombas comenzaron a colocarse a principios de mes. La primera la dejaron entre unas columnas del edificio, se trataba de dos cajas del tamaño de cajetillas de cigarros, unidas por cables a una memoria USB; en su interior sólo se encontró basura.
Los elementos del grupo Zorros documentaron el hallazgo de un segundo artefacto abandonado en el mismo edificio de la Contraloría, en Tlaxcoaque y Calle 6, a unas cuadras del Palacio de Ayuntamiento donde atienden el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, y parte de su gabinete.
Desde el Centro de atención a emergencias, el C4, se solicitó apoyo a elementos especializados de la Secretaría de Seguridad Pública local para que inspeccionaran ante el reporte de un artefacto explosivo en las inmediaciones de la Contraloría.
Por dichas amenazas, los cuerpos antibombas de la SSP-DF se han movilizado de madrugada.
En los reportes internos de Seguridad Pública se especifica que se trata, en la mayoría de los casos, de cajas de cartón en las que se colocan artefactos, unos más elaborados que otros que contienen relojes temporizadores, cables y pilas.
El o los responsables de colocarlos se han dado a la tarea de escribir mensajes de causas o problemas que nada tienen que ver con las actividades que se realizan desde la Contraloría General.
En una de estas supuestas bombas se precisó, por ejemplo, que se trataba de un explosivo que se activaría al mover un balero, que provocaría una chispa en el explosivo con pólvora y dinamita.
“Tiene seis horas para desactivar la carga sino el reloj sonará”, se advierte en uno de los mensajes, que se han convertido hasta ahora en una burla para los elementos de Fuerza de Tarea y Zorros de la capital.
Los especialistas supervisan incluso debajo de los carros estacionados en las inmediaciones de la Contraloría, pero no han encontrado objetos de mayor peligro.
Las autoridades intentan localizar a través de las cámaras de videovigilancia a los responsables de movilizar a los equipos especializados, y establecer si hay un verdadero objetivo hacia la Contraloría.
Las amenazas se registran en medio de una confrontación entre el contralor general, Eduardo Rovelo, y su antecesor, Hiram Almeida (hoy secretario de Seguridad Pública local), quienes manifiestan acusaciones mutuas por la mala integración de expedientes en torno al caso de la paralizada Línea 12.