Contra el ‘burnout’ y el estrés laboral, problema de salud

En México millones de personas padecen de agotamiento crónico ocasionado por el estrés laboral. Aunque la OMS ya catalogó este síndrome como una enfermedad que debe atenderse, en el país no se ha actualizado la ley ni se han brindado los recursos para poder llevar a cabo esta tarea
Rubén Zermeño Rubén Zermeño Publicado el
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Una enfermedad invisible amenaza al mundo y es tan difícil de distinguir que se puede confundir con el cansancio diario. La causa de este padecimiento no es ningún virus ni bacteria, sino las cargas excesivas de trabajo y el estrés laboral a los que se somete gran parte de la población.

México es uno de los países con índices más altos de estrés. De acuerdo con información dada a conocer por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), alrededor del 75 por ciento de los mexicanos que trabajan padecen estrés, de los cuales el 40 por ciento, alrededor de 18.4 millones de mexicanos, sufren del síndrome de “burnout” o fatiga crónica por estrés laboral.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el “burnout” es una patología ocasionada por el estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado con éxito.

Entre los síntomas que identifica la OMS se encuentran sentimientos de falta de energía o agotamiento, sentimientos negativos respecto al trabajo y sensación de ineficiencia y falta de realización en el ámbito laboral.

Jesús Saldaña confiesa que cada día le cuesta más trabajo levantarse para ir a trabajar. Al principio pensó que solo era “flojera”, después la apatía provocada por el mal ambiente laboral, luego se lo achacó a alguna enfermedad que no lo hacía rendir.

Después de un chequeo médico se dio cuenta que lo que realmente tenía era un agotamiento crónico (burnout) provocado por el estrés laboral, la falta de organización de sus superiores, las exigencias de los clientes de la agencia y la inestabilidad laboral de su gremio.

Aunque el médico le recomendó a Jesús tomarse un respiro y faltar unos días al trabajo, lo cierto es que no pudo hacerlo ya que la Ley Federal del Trabajo (LFT) no reconoce al “burnout” como una enfermedad incapacitante ni un riesgo de trabajo, mucho menos considera que la patología fue ocasionada por la actividad que realiza.

Esta situación persiste a pesar de que el Artículo 513 de la LFT, en el que aparece la Tabla de Enfermedades de Trabajo, señala que la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, previa opinión de la Comisión Consultiva Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, debe de actualizar la lista.

Pese a este ordenamiento, la tabla se ha mantenido solamente con 161 enfermedades desde 1970, año en el que se promulgó la Ley Federal del Trabajo actual.

Debido a esta situación, Jesús confiesa que renunciará pronto, ya que además del agotamiento crónico le diagnosticaron depresión y problemas gastrointestinales, aunque no sabe si esta decisión ocasione que su estrés se agrave o se desvanezca.

Reforma pendiente contra el estrés laboral

A finales de octubre de este año la senadora del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Sylvana Beltrones Sánchez, presentó un Proyecto de Decreto para reformar el artículo 513 de la Ley Federal del Trabajo y adicionar el “burnout” como el padecimiento 162 de la Tabla de Enfermedades de la LFT.

El argumento principal que utilizó la legisladora es que el síndrome no solamente trae consecuencias en el ambiente laboral, sino que también impacta en la salud del trabajador, llevándolo al desarrollo de enfermedades mentales como depresión y ansiedad, padecimientos cardiovasculares como hipertensión, aumento en el riesgo de infartos e incluso al desarrollo de adicciones como el alcoholismo y el tabaquismo.

Debido a esta situación, la Organización Mundial de la Salud incluyó al “burnout” en la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Conexos (CIE-11). La anexión entrará en vigor en enero de 2022, lo que obliga a todos los miembros de la OMS, incluido México, a prevenirla y tratarla.

“México, como país miembro de la OMS, utiliza la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE). Es por ello que es tan importante que se actualice la Ley Federal del Trabajo para incluir este síndrome en la tabla de enfermedades de trabajo”
Sylvana Beltrones SánchezSenadora del PRI

En el Proyecto de Decreto para reformar la LFT que presentó Beltrones, la senadora priista alertó sobre el subregistro que tiene el IMSS respecto a las patologías mentales, por lo que los números que presentó podrían ser mucho más altos.

“El IMSS tiene un gran problema respecto al no registro de las patologías mentales de los trabajadores, si bien, lo que reporta puede ser mínimo e insignificante, su subregistro inhibe el primer contacto clínico entre el trabajador que lo padece y el profesional en psicología y en neurociencias.

“Según información de este Instituto, 75 por ciento de los mexicanos padece fatiga por estrés laboral, superando a países como China y Estados Unidos. La cifra es alta y podría elevarse, pues, de acuerdo con el Instituto, el estrés es potencialmente contagioso, ya que estar cerca o visualizar a otras personas en situaciones de estrés, puede aumentar los niveles de cortisol del observador”, argumentó Beltrones.

Además de las consecuencias para la salud de los trabajadores, la priista alertó que debido al burnout hay pérdidas anuales por alrededor de 3 mil millones de pesos al año.

“Los problemas que generan estrés en el trabajo producirán consecuencias en la actitud y desempeño del trabajador, incluyendo una reducción en su motivación, en el compromiso hacia su empleo y su rendimiento, lo cual se verá reflejado en un aumento del presentismo, es decir, estar en el trabajo sin ser productivo; del ausentismo, en la rotación del personal y en el retiro temprano.. Comportamientos que producirán una disminución en la productividad y competitividad de la empresa y del país, agrega.

De acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), los costos directos e indirectos de la mala salud mental llegan a ser de hasta el cuatro por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) anual en países como México. En contraparte, solamente se dedica el dos por ciento del presupuesto general de salud pública a la salud mental.

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