Cuando tenía 14 años, Polo Gómez decidió decirle a su familia que era diferente, que era gay.
Sus padres no lo tomaron nada bien y le dijeron que si se quedaba en casa era para curarse y si no que mejor se fuera.
“Entonces salí de mi seno familiar para enfrentarme al mundo, a la calle, yo acudía a marchas de movimientos feministas y un día me enteré que había una marcha gay y dije ‘caray, entonces no soy el único’.
Empecé a conocer más gente, ya no me sentía solo, las personas me ayudaron en ese entonces”, recuerda a más de 40 años de los hechos el activista y presidente de Condomovil, una asociación civil que lucha por los derechos de la comunidad LGBTTTIQA.
Dice que las primeras marchas en pro de la diversidad sexual eran muy diferentes a las actuales, no habían carros alegóricos ni patrocinadores. Eran a pie y con un tinte muy político más que de fiesta, eran de protesta; menos de 100 personas salían a las calles a exigir sus derechos, a presentarse ante la sociedad y el gobierno para decir existo y merezco respeto.
A su paso la gente les aventaba botellas de agua, naranjazos, jitomates y huevos. Asegura que llegaba “la julia”, esas famosas camionetas de policías y se los llevaban al torito por tres días.
Todo eso él lo vivió. Lo corrieron en 1985 de su trabajo por ser gay y en 1990 lo despidieron de otro cuando se enteraron que era portador de VIH.
Ser homosexual, dice, no era fácil, más que una orientación sexual, parecía una vocación. Hoy a la distancia está convencido de que ha valido la pena, pero reconoce que aún falta mucho camino por recorrer.
“Realmente la Ciudad de México es amigable con la diversidad sexual, está a la vanguardia en comparación con el resto del país porque es una ciudad abierta.
La gente de la diversidad se siente más libre para poder expresarse, aquí fueron los primeros matrimonios igualitarios, las primeras sociedades de convivencia, sí creo que es una ciudad “gay friendly”, aunque faltan cosas.
“Todavía hay violencia de la policía, son agresivos cuando uno está exigiendo sus derechos, sus garantías individuales. Falta todavía sensibilizar a las corporaciones policiacas para que deje de haber esta represión hacia nosotros o nosotras”, expresa el presidente de Condomovil.
Para Enrique Torre Molina, activista y consultor de temas LGBTTTIQA, es importante reconocer los logros que se han conseguido en la Ciudad de México y que faltan en otras partes del país, como una vida cultural, artística, de organización social, de participación en medios y negocios, pero al mismo tiempo para él ninguna de esas cosas han conseguido acabar por completo con la discriminación ni con la homofobia ni con la violencia que viven las personas LGBTTTIQA, en específico las personas trans.
“Siguen habiendo despidos injustos por orientación sexual o por identidad de género, siguen habiendo casos de jóvenes que los corren de sus casas por salir del clóset.
Eso no quiere decir que la situación no haya mejorado o que no esté mejor que en el resto del país o, incluso, que en otras partes del mundo, pero creo que no es suficiente para decir que es una ciudad gay friendly”, explica en entrevista Torre Molina.
El activista señala que fue el propio gobierno de la Ciudad quien se autoproclamó como gay friendly, nadie le dio ese título porque además es un término en el que no hay un consenso en el mundo, ni siquiera en la comunidad LGBTTTIQA de lo que significa eso.
“Eso no quita que la Ciudad haya progresado y avanzado muchísimo. Cada vez hay más aceptación, creo que la propia población ha logrado, ganado y abierto puertas, no creo que todos estén a favor, pero esa es la realidad hasta en el país más abierto, incluso ahí habrá personas, políticos u organizaciones que estén en contra de la comunidad LGBTTTIQA.
En ningún lado hay una aceptación absoluta, yo creo que en la Ciudad de México estamos en un gran punto, el trabajo en favor de la inclusión es una labor que nunca se va a terminar mientras haya un solo acto de discriminación y de violencia”, sentencia Torre Molina.
Pero también está seguro de que la Ciudad se encuentra en un punto en el que si sale un candidato o político a hablar en contra de la diversidad sexual, como lo hizo Mikel Arreola, sus ideas ya no resuenan tanto porque ya no tienen cabida, ya no son bienvenidas, son parte de un discurso que ya expiró.
Mujeres trans, el grupo más vulnerable
“Intento fallido de mujer”, “pervertido, seguro estás endemoniado”, “desviado sexual”, “puto”, son algunos de los insultos con los que tienen que lidiar este grupo de la población, ya que son las personas que más rechazo enfrentan, muchas veces empezando por sus familias.
“Siempre pensamos en la familia como el espacio en el que recibimos amor, aceptación, cariño y apoyo, pero muchas veces es el primer espacio donde uno enfrenta rechazo y discriminación después de la calle. Las personas trans enfrentan muchísimo acoso por parte de la policía, por parte de prestadores de servicio en restaurantes, en bares y hospitales”, enfatiza Torre Molina.
De acuerdo con la Segunda Encuesta sobre Discriminación de la Ciudad de México, realizada en junio de 2017, la percepción de discriminación hacia personas transexuales fue de 74.1 por ciento y 43.4 por ciento dijo que se les discrimina mucho “por no ser un sexo definido”.
El 79.7 por ciento señaló que se discrimina a las personas transgénero y 46.5 por ciento calificó que se les rechaza mucho. La principal manera es con “insultos”.
Para Enrique Torre Molina un primer paso en la Ciudad de México para erradicar la discriminación hacía este sector de la población fue la aprobación de la ley de reconocimiento de identidad de género, que quita las barreras y costos a las personas que quieran cambiar sus documentos de identidad para que correspondan con quienes son.
A partir de la disposición en el Código Civil del Distrito Federal para la reasignación de actas de nacimiento y hasta febrero de 2014, las personas que iniciaban el proceso de cambio de identidad debían realizar un juicio de reconocimiento de identidad de género, por lo que únicamente 164 personas habían ejercido ese derecho.
Con la reforma del 5 de febrero de 2015, en la que se elimina el juicio y se asienta como trámite administrativo, se incrementó la emisión de actas de nacimiento.
Así, de marzo de 2008 a octubre de 2017, el Registro Civil concretó 2 mil 552 Actas de Reconocimiento de Identidad de Género para personas Trans, de las cuales mil 735 personas solicitaron pasar del género masculino al femenino y 817 del femenino al masculino.
“Esto debería hacerse en el resto del país. Y aquí en la Ciudad habría que hacer mucho trabajo en temas de acceso a la salud, de acceso al trabajo. Queda mucho por hacer tanto social como culturalmente y en materia de educación”, indica el activista.
¿Y la agenda LGBTTTIQA?
De los siete aspirantes a Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Mikel Arreola, candidato del PRI, es el único que ha mostrado una postura clara en contra de los derechos de la comunidad LGBTTTIQA.
“La familia será mi prioridad. La Ciudad de México será la ciudad de los valores, de la familia. Claramente les digo: Mikel Arriola está en contra de la adopción entre parejas del mismo sexo”, declaró el candidato en uno de sus eventos.
“Lo que está haciendo Mikel es bastante patético, está documentado que hay muchísimas entrevistas antes de que él empezara a contender por la jefatura de gobierno en las que habla a favor de temas como el matrimonio igualitario. Lo que está haciendo es porque seguro hubo alguien, algún estratega político, que le dijo a él y a su equipo que lo que les convenía era posicionase en contra de estos derechos”, manifiesta el consultor Enrique Torre Molina.
En el caso de los otros candidatos, Torre Molina no ha escuchado algo que lo sorprenda ni para bien ni para mal. Dice que frente a estos temas están haciendo lo que se esperaba.
“No se están manifestando en contra porque no tendrían porqué, pero tampoco están proponiendo algo novedoso”.
Por su parte, Polo Gómez cuenta que este año hubo un encuentro nacional de activistas en estos temas y se formó la Coalición Mexicana LGBTTTI+ y han logrado que todos los partidos políticos se comprometan a integrar estos temas en sus plataformas.
“En el caso de Morena se está pensando en una Secretaría de la Diversidad Sexual, cosa que hace 40 años ni siquiera lo hubiéramos podido imaginar”.
Sin importar quién gane las elecciones del 1 de julio, Torre Molina le recomienda a los candidatos a Jefe de Gobierno que escuchen y platiquen muy de cerca con las organizaciones de la sociedad civil porque tienen un gran conocimiento de los temas, que vean lo que proponen en cuestión de jóvenes, de salud y de VIH en específico que es muy importante para la comunidad.
Y a la población en general les recomienda que piensen muy bien su voto, sus decisiones como ciudadanos y en sus actitudes más allá de votar. Y les pide que entiendan que lo que busca el movimiento de la diversidad es lo mismo que quieren todos, vivir una vida tranquila, con todos los derechos y las libertades que el resto de la sociedad ha tenido siempre.
“Queremos los mismos derechos, no queremos más, queremos vivir con seguridad, vivir en paz, queremos tener un trabajo que nos guste y que nos dé para vivir. Queremos poder salir a la calle, ir al súper, al cine, a la escuela, salir de viaje y hacer toda nuestra vida con la garantía de que el ser quienes somos y el amar a quien amamos no nos va a costar ninguno de esos derechos, ni nuestra vida”, dice Torre Molina.
Celebran la libertad de ser y existir
Cuando camina por las calles de la capital del país y ve a jóvenes del mismo sexo tomados de la mano expresando su amor sin miedo al qué dirán, Polo Gómez se siente orgulloso de formar parte de una historia de lucha que le ha permitido a las nuevas generaciones disfrutar de su libertad.
“Cuando ves eso realmente dices ‘vale la pena seguir luchando’, varios de mis colegas que murieron por la gran epidemia del sida y no están para ver todos estos logros, pero los que estamos vivos, los sobrevivientes, seguimos luchando para que esto siga creciendo, que el arcoíris nos siga cubriendo a todos”, dice Gómez.
También reflexiona y señala que los encierros en el “torito”, la muerte de tanta gente y los plantones han derribado muros y brindado la oportunidad a muchas personas de realmente vivir.
“Cada día vemos en las marchas más a los amigos de ruta, que son todos los pobladores heterosexuales que están ahí marchando a la par de nosotros, desde los edificios ves cómo nos avientan papeles de colores, en las ventanas hay banderas colgadas de arcoíris, de personas que no son homosexuales necesariamente, pero que apoyan la causa. Las nuevas generaciones están tomando la estafeta”.
Todo esto le genera emociones encontradas a Gómez porque por un lado disfruta de los logros, pero también se da cuenta de la violencia que sigue existiendo en las calles y se pregunta ¿cómo en una ciudad como la nuestra siguen pasando este tipo de cosas? Te cuestionas si realmente somos una ciudad gay friendly o qué tanto queremos dar una imagen de ser así”.
Lo importante para los activistas es seguir visibilizando estos temas por lo que es fundamental que la marcha continúe, llenar las calles de colores, de muestras de amor, de baile y música, porque a 40 años de su creación, esta manifestación se ha convertido en una celebración en la que todos alzan su voz para decir “nadie es libre hasta que todos y todas seamos libres”.
“¿Por qué vamos a marchar? Para que sigan respetando nuestros derechos de ser, para denunciar un alto a la homofobia, lesbofobia, transfobia, bifobia que son unas de las consignas fuertes de este año. Para que el matrimonio igualitario llegue a todo el país y para que el tema de la diversidad esté en las plataformas de todos los partidos políticos para que cada día nos tomen más en cuenta.
No teman amigos y amigas heterosexuales, finalmente somos personas igual que ustedes, viendo la vida en esta gama de colores de este grandioso arcoíris de la diversidad”, finaliza Polo Gómez.
Tareas pendientes
Sin duda el camino recorrido es mucho. La batalla ha sido dura, pero al final las recompensas han valido la pena. Por ello, los activistas le piden a la comunidad LGBTTTIQA que no se vuelva complaciente y no sienta que ya está todo bien y que no hay nada más por hacer porque aún falta mucho.
“Falta erradicar por completo la discriminación laboral que es una realidad, sigue siendo un problema bastante importante. Aunque la discriminación en el trabajo por orientación sexual está prohibida sigue sucediendo porque hay empresas o empleadores que no conocen esa ley o no les importa y hay empleados que tampoco la conocen o cuando viven un caso de discriminación tienen miedo de hacer algo al respecto”, asegura Torre Molina.
Para él, otro pendiente es la violencia que sigue viviendo la población LGBTTTI+ en las calles, ya que explica que no es lo mismo ser una pareja gay, o de mujeres lesbianas en la delegación Cuauhtémoc, en la Miguel Hidalgo o en la Benito Juárez que en la mayoría de las demás delegaciones.
También se tendría que trabajar en contra del rechazo que viven muchas familias LGBTTTI+ con hijos en las escuelas.
“No es un tema del que escuchamos recurrentemente porque la realidad es que tampoco hay muchísimas parejas del mismo sexo con hijos, pero las hay desde antes de que se legislara sobre matrimonio y adopción”.
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