Peligrosa, increíblemente adictiva y al alza en consumo: así es el cristal, la droga llamada “fábrica de zombies” en Nuevo León.
Este estimulante, también conocido como metanfetamina, ha tenido un preocupante crecimiento en los últimos cinco años; de acuerdo con la Secretaría de Salud del Estado, hasta el seis por ciento de la población total de la entidad estaría “enganchada” a la sustancia, siendo niños y jóvenes de entre 12 y 17 años las principales víctimas.
Según la misma dependencia, el consumo problemático es más frecuente en las periferias de la Zona Metropolitana de Monterrey, en donde su uso está fuertemente ligado a robos y episodios de violencia intrafamiliar.
Para subrayar la gravedad de dicho escenario, en 2022 se calculó que cerca del 40 por ciento de las personas internas en centros de rehabilitación de Nuevo León estaban ahí por consumo de cristal, una cifra absolutamente escalofriante.
La droga es tan dañina que, quienes son adictos a ella, desarrollan serias afectaciones físicas y mentales que los llevan ser comparados con “zombies”, tal y como lo muestran numerosos metrajes en redes sociales: desorientados, exhibiendo una mirada extraviada, con problemas para articular palabras e incluso para mantenerse de pie.
Son estos mismos usuarios los que, con frecuencia, toman casas abandonadas para seguir consumiendo la sustancia, puntos en donde también se incrementan los índices delictivos y las situaciones de riesgo, tales como robos, violaciones y homicidios.
Al respecto, el ex titular de Seguridad Pública de Nuevo León, Aldo Fasci, calculó en 2019 que 7 de cada 10 delitos cometidos en la entidad están relacionados de una forma u otra con la venta de droga, siendo el cristal la más frecuente.
Los usuarios son cada vez más jóvenes
Se estima que el 73 por ciento de los consumidores actuales en Nuevo León no rebasan los 19 años; algunos, incluso, llegan a tener su primer contacto con el cristal a los 8 años, casi siempre influenciados por personas de su círculo cercano.
De acuerdo con información de la Secretaría de Salud de Nuevo León, el 43 por ciento de los jóvenes en centros de rehabilitación afirman haber conseguido sus dosis en la calle, mientras que un 38 por ciento las adquirió en su propio domicilio.
Este último dato revelaría que, en muchos casos, los padres de los nuevos consumidores también estarían ‘enganchados’ al cristal, creando un círculo vicioso difícil de erradicar.
“Definitivamente es el cristal lo que más se consume (…) Es una conducta que repiten los adolescentes, y no sólo porque lo ven, sino porque no hay acercamiento o guía por parte de los adultos hacia ellos; los padres deberían tener la comunicación con los adolescentes, revisarles las mochilas, para que ellos estén enterados de lo que traen sus hijos”, afirma Ismael Jasso, coordinador de Prevención Social en el municipio de El Carmen.
Por otro lado, Arlen Espinoza, psicóloga de la casa de rescate ‘Desafío al Cambio’, dedicada a la rehabilitación de personas adictas a las drogas, afirma que el descenso en la edad de primer consumo es un síntoma preocupante no sólo para el presente, sino para el futuro.
“Hemos detectado a niños que desde muy pequeños están involucrados, muchos de ellos ya perdidos en las calles, siendo padres, estando ligados al crimen organizado, niños que tienen una educación baja y el ciclo continúa (…) Este problema de la niñez afecta mucho hoy, pero si no hacemos algo va a afectar a cada vez más generaciones, nos impresiona que cada vez vemos que empiezan a consumir desde más chicos”, reveló.
Creación de laboratorios
Ante un crecimiento notorio en la demanda de cristal, los grupos delictivos que trafican con la sustancia se han visto forzados a hacer más sofisticados sus métodos de operación, pasando de ser vendedores a fabricantes.
Uno de los ejemplos más claros es la creación de laboratorios clandestinos para producir metanfetaminas, mismos que se han convertido en el motor de un negocio que, poco a poco, se acerca a los niveles del narcotráfico a gran escala.
Montar un laboratorio de esta naturaleza implica la toma de rancherías o quintas abandonadas en zonas apartadas, en donde pueden producir sin preocuparse de ser observados por las autoridades.
Se estima que estos sitios pueden ser montados en un solo día, ya que tanto el instrumental utilizado, como los ingredientes que se utilizan en la fabricación de las sustancias (raticidas, ácido muriático o aceite para vehículos), además de ser extremadamente dañinos para el consumidor, pueden ser comprados en cualquier ferretería.
El precio por dosis puede ser de alrededor de 25 pesos, lo cual la hace barata y fácil de conseguir.
Por lo menos tres de estos laboratorios fueron desmantelados por las autoridades en 2023 en los municipios de Pesquería, Doctor González y Salinas Victoria, municipios que están en el ‘top’ de consumidores de cristal en Nuevo León.
El tráfico de estas sustancias es altamente rentable para los grupos delictivos, ya que la demanda sigue en aumento y sus efectos devastadores atrapan a los consumidores prácticamente desde la primera dosis, manteniéndolos cautivos de un ciclo de adicción que es difícil de romper.