Rumbo al primer año de operación de Jóvenes Construyendo el Futuro, y a pesar de que el programa ha estado en medio de varios cuestionamientos, gracias al compromiso y esfuerzo de empleadores y becarios, el futuro de decenas de profesionistas que de otra forma no habrían podido acceder al mercado laboral, luce más promisorio.
Los becarios tienen entre 18 y 29 años de edad y se han ganado el rechazo de una parte de la sociedad mexicana que considera que generan un gasto innecesario para el país al formar parte de uno de los proyectos insignia del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
El programa está dirigido a los jóvenes que no estudian ni trabajan, un universo en el que también hay profesionistas que no han encontrado oportunidades laborales en su rama.
Actualmente existen un millón 300 mil jóvenes registrados, sin embargo, después de 10 meses de operaciones solamente cerca de 15 mil becarios que participan han sido contratados de manera fija, de acuerdo con Luisa María Alcalde, titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STyPS), dependencia responsable del proyecto.
El objetivo del programa es ambicioso. Busca que sus beneficiarios puedan capacitarse durante un año con una beca mensual de 3 mil 600 pesos para después incorporarse al sector laboral y les ofrece seguro facultativo.
Aunque la meta en una primera fase fue llegar a los 2 millones 300 mil becarios, para el próximo año los recursos del programa se redujeron en un 35.9 por ciento, al solo considerarse 25 mil 619 millones de pesos en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2020.
Además se ha acusado al programa de no contar con mecanismos de rendición de cuentas, lo que se espera pueda ser subsanado para el segundo año de operación.
El diputado José Martín López Cisneros, secretario de la Comisión de Trabajo, cuestiona los resultados en esta primera fase.
“La realidad es que no se ha cumplido con el objetivo, ha sido muy pobre el alcance que se ha tenido y está colmado de irregularidades.
El diputado panista indica que la reducción del 35 por ciento en su presupuesto para el año 2020 es la prueba de que el programa no funcionó y de que no se terminó de ejercer el recurso porque no lo operaron bien.
Organizaciones como Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) documentaron anomalías en el proyecto como la falta de pago, el despido de empleados y su sustitución con becarios, ausentismo, discordancia entre jóvenes registrados y los que están capacitándose, así como beneficiarios utilizados para actividades que no aportan nuevas capacidades, una responsabilidad atribuible a las empresas.
“El programa nació mal y aun cuando se le está reduciendo el 35 por ciento sigue siendo una cantidad bastante importante que bien se pudiese aplicar de otra forma o en otro programa”, dice el diputado.
Sin embargo, no todo el panorama es negro. El programa ha sido un refugio para jóvenes que han sabido aprovechar la oportunidad de capacitarse en una empresa, aprender un oficio o incursionar en áreas que les interesan.
La joven es bióloga egresada de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, de la UNAM, y actualmente es becaria de Huertos de Luz, una pequeña empresa enclavada en la comunidad boscosa de Santa Rosa Xochiac, en la alcaldía Álvaro Obregón de la Ciudad de México.
Ahí ella ha participado en procesos de cultivo a través de hidroponía, en el combate de plagas, así como en la deshidratación de frutos, su distribución y venta, lo que la ha motivado a querer tener su propio huerto en el futuro.
Además, hay empresas familiares y startups responsables con el crecimiento de los jóvenes y, aunque no están en condiciones de emplear posteriormente a los becarios, han mostrado compromiso al integrarlos, capacitarlos y abrirles oportunidades.
“El chiste es que las personas acá puedan aprender y llevarse algo bueno, hay quienes van a perdurar más que otros y estamos encantados.
“En un futuro el objetivo es integrarlos en el equipo principal y poderles dar esta capacitación muy amplia en el área tecnológica”, dice José Ángel López Mondragón, director de operaciones de la empresa Mariachi IO, la cual es experta en inteligencia artificial y desarrollo de software.
También puedes leer: STPS defiende Jóvenes Construyendo el Futuro
Construyendo Salvación para profesionistas
El programa Jóvenes Construyendo el Futuro fue lo que permitió a Emily Fernanda y a Bruno Arturo trabajar en lo que estudiaron.
Ambos son ingenieros en sistemas, pero antes no encontraban trabajo en su rama. Ahora son becarios en la empresa tecnológica Mariachi IO, una startup creada por jóvenes mexicanos.
Emily Fernanda Palacios Vera tiene 23 años y estudió en el Instituto Tecnológico de Tuxtla Gutiérrez, en Chiapas. La joven viajó a la capital del país para hacer una residencia con cuatro amigos más, pero después de terminarla trabajó en un mercado, donde vendía y limpiaba.
En la startup ha adquirido conocimientos que en la universidad no le enseñaron, como el proceso de desarrollo de un software. Además ha recibido capacitaciones y dado cursos de temas que ella domina, como diseño de bases de datos.
“Creo que el programa es una gran oportunidad, un proyecto que integra a los jóvenes que a lo mejor no encuentran una oportunidad, les abre un camino, una puerta para poderse desarrollar profesionalmente y laboralmente”, dice.
Bruno Arturo Jiménez López es uno de sus compañeros en Mariachi IO y estudió en la Facultad de Ingeniería de la UNAM, pero al salir de la universidad no hallaba trabajo por su falta de experiencia.
Aunque la beca que Bruno recibe de 3 mil 600 pesos mensuales es insuficiente para cubrir sus necesidades, valora la oportunidad que tiene de adquirir experiencia y de quedarse a trabajar en la empresa.
“Para mí significó mucho porque este tipo de programas si lo sabes aprovechar son fundamentales porque a mí me enseñó a trabajar en equipo, a ser ordenado, a no quedarme de aprendiz, sino en seguir aprendiendo, además te abren un buen las puertas”.
José Ángel López Mondragón tiene 24 años y es director de operaciones de Mariachi IO y uno de los fundadores de la empresa. Relata que antes de Jóvenes Construyendo el Futuro ellos tenían un programa donde capacitaban a personas para después integrarlos.
“Con el programa nosotros vimos que de esta manera los jóvenes pueden recibir un apoyo, entonces dijimos, qué mejor que podamos mantener esta metodología y puedan recibir la ayuda”, explica.
También puedes leer: Por presuntos “moches”, reubican a becarios de Jóvenes Construyendo el Futuro
Motivación para emprender
En Santa Rosa Xochiac, una comunidad boscosa de la alcaldía Álvaro Obregón de la Ciudad de México, Jessica Seguro y Cristian Gutiérrez aprenden los procesos de siembra y cosecha de hortalizas en huertos hidropónicos.
Mientras la joven de 26 años es bióloga de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, su compañero tiene 18 años y estudió hasta segundo semestre de preparatoria. Sin embargo, los dos son becarios en Huertos de Luz, una empresa familiar.
Ahí han aprendido los procesos de cultivo, el control de plagas, la deshidratación de frutas y verduras y su comercialización.
“Todos tenemos un papel en todos los aspectos, no solo yo me dedico a la hidroponia, también mis otros compañeros me ayudan a eso y pues aprendemos mutuamente aquí del invernadero”, dice Jessica.
El programa ha motivado a la joven, que vive en la alcaldía Cuajimalpa, a tener su propio huerto en un futuro.
“Con este tipo de invernaderos te das cuenta de que sí puedes emprender, es como una motivación de que ‘yo también puedo poner mi invernadero, sí se puede’”, dice.
También puedes leer: Estos son los beneficios que Aeroméxico da a sus becarios “Jóvenes Construyendo el Futuro”
Aprender oficios
La cerrajería Ruiz es el lugar donde Roberto Cruz, Abraham, César y Eduardo aprenden un oficio.
En este lugar han encontrado no solo la oportunidad de ser capacitados en un oficio, sino de tener seguro social, un horario fijo y una beca de 3 mil 600 pesos al mes.
El negocio está ubicado en la colonia San Cosme de la Ciudad de México y es parte del Programa Jóvenes Construyendo el Futuro. Ahí aprenden a cambiar chapas, hacer duplicados y abrir carros, entre otras cosas.
De becaria a empleada
La veterinaria Guadalupe Noriega Constantino empezó como becaria del programa Jóvenes Construyendo el Futuro y ahora ya es técnica productiva del programa Sembrando Vida, en Tabasco.
Sin embargo, Guadalupe se enteró del programa y se registró. Casi cinco meses después fue contratada.
“Que le echen ganas los jóvenes becarios, que no se rindan en este programa porque ahí va a haber una oportunidad para que puedan salir adelante”, dice.
Construyendo el Futuro: Áreas de oportunidad
Para la doctora en Derecho, Verónica Hernández Alcántara, el programa Jóvenes Construyendo el Futuro es fantástico porque se ocupa de la transición entre ser estudiante e ingresar al mundo laboral.
Sin embargo, la también profesora de Derecho Civil del Tecnológico de Monterrey del Departamento de Derecho del Campus Toluca, explica que cuando se diseña un programa se tienen que visualizar cada uno de los pasos y hacer el seguimiento correspondiente, pero por los resultados se advierte que esa parte no se hizo.
“Se generó el proyecto como tal y se celebra, la cuestión es: ¿Y las reglas de operación, el seguimiento? Entonces, hay un tema de fondo que es la rendición de cuentas”.