Comunidad LGBT de Nuevo León en resistencia ante la violencia

Pese a que Nuevo León es la quinta entidad con más habitantes de la comunidad LGBT+, la administración local no impulsa acciones para proteger sus derechos humanos
Melina Barbosa/ Verificado MX Melina Barbosa/ Verificado MX Publicado el
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Pese a las recomendaciones de organismos como la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, que sugiere a estados miembros de la OEA que se creen sistemas de de información y de denuncias que expresamente incorporen variables sobre orientación sexual e identidad de género, para poder generar estadísticas sobre violencia por prejuicio, en México el registro oficial no sucede, lo que constituye un acto de discriminación.

Aunque es responsabilidad del Estado generar registros estadísticos oficiales e inclusivos de los delitos de alto impacto, hasta la fecha son organizaciones, colectivos, activistas y periodistas quienes realizan la labor de registro y reporte abierto de las violencias que atraviesan las personas LGBTIQ+ en México.

De acuerdo con la organización civil Letra S, en los últimos cinco años se suman al menos 461 muertes violentas de personas lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, transgénero, intersexuales, queer u otras personas con identidades y orientaciones no normativas en México.

En el último lustro se han registrado 95 en 2017; 92 en 2018; 117 en 2019; 79 en 2020; y 78 en 2021.

Las mujeres trans fueron las víctimas más numerosas, con 55 transfeminicidios, cifra que representó un aumento con respecto a 2020, año en el que hubo 43 víctimas. En porcentajes, las mujeres trans pasaron de 54.5 por ciento a representar 70.5 por ciento del total de homicidios LGBTIQ+.

Séptimo lugar en ataques contra personas LGBTIQ+

5 millones de personas mexicanas de más de 15 años de edad se autoidentifican como LGBTIQ+ y en el caso de Nuevo León, son 286 mil 490 personas quienes integran esta población, según datos de la Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género (ENDISEG) 2021 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Pese a que Nuevo León es la quinta entidad con más habitantes LGBTIQ+, el estado aún no cuenta con medidas de carácter jurídico, político, administrativo y cultural que protejan efectivamente los derechos humanos y que atiendan los múltiples reportes de discriminación o crímenes de odio.

Estadísticas de Visible, plataforma creada por la organización Amicus, posicionó a Nuevo León como uno de los 10 estados de la república con mayor número de actos de violencia y discriminación contra la comunidad LGBTIQ+ durante 2022.

El reporte ubica en el séptimo lugar al estado norteño en este tipo de violencia con 31 casos. Las cifras indican que los ataques contra hombres gays y mujeres trans son los más recurrentes.

La recopilación de denuncias al respecto dejó ver que la mayoría de los agresores resultaron ser patrones, familiares, compañeros de trabajo, parejas, servidores públicos y medios de comunicación.

Visible confirma que actualmente las personas LGBTIQ+ de Nuevo León enfrentan todo tipo de agresiones verbales, físicas y psicológicas, tales como despidos y detenciones injustificadas, rechazo familiar y expulsión del hogar, exposición de la vida privada y datos personales hasta maltrato físico.

No obstante, en un panorama más alentador, los datos del INEGI muestran que más de 80 por ciento de la población tanto de orientación sexual LGB+ como de identidad de género Trans+ ha recibido aceptación, respeto o respaldo por parte de sus padres.

Resistimos bailando

Una bailarina que forma parte de una de las compañías de danza más importantes de México, compartió en entrevista con Verificado las implicaciones de ser una mujer queer en Nuevo León, estado en el que se enfrenta el machismo sistémico y estereotipos o roles de género muy marcados, al igual que en el ballet clásico.

La profesional de la danza narra que al crecer conoció a muchos bailarines homosexuales pero que durante su formación nunca conoció a una bailarina lesbiana, por lo que encontrar referentes de mujeres diversas le era difícil.

“En el ballet hay muchos hombres gays, es algo que siempre se ha sabido y mi madre me decía no porque veas que así son, quiere decir decir que así eres tú también, no es normal, tu eres mujer, tu eres femenina. Las lesbianas no se arreglan, se visten como hombre”, detalló la bailarina, quien prefirió conservar el anonimato.

La joven explicó que “no conocía nada de eso, hubo una verdadera falta de representación de mujeres queer” y recuerda que desde una edad temprana observó que el ballet además de ser un arte que traspasa la flexibilidad física y mental, al mismo tiempo es una disciplina basada en valores estéticos rígidos de género.

La danza clásica y tradicional defiende ideales estrechos para todas las personas: para los hombres, el arquetipo del príncipe caballeroso y macho, y para las mujeres, personajes frágiles, inocentes o hipersexualizados con narrativas que involucran romances heterosexuales.

Desde lo coreográfico, los hombres aprenden a levantar, las mujeres a ser levantadas. En las aulas, a menudo se aplican estrictos códigos de vestimenta para hombres y mujeres, lo que a veces impide el desarrollo de la personalidad y excluye a personas no binarias.

No obstante, tal y como refiere la bailarina Jaqueline López en Cuerpas que danzan, mujeres previniendo la violencia en el entorno dancístico de Cultura UNAM, en la actualidad ya muchas compañías apuestan por la diversidad y realizan piezas para romper la cisheteronorma.

En 2018 se presentó Rey y Rey, el primer ballet con una temática homosexual presentado en México, basado en un cuento holandés.

Por su parte, la bailarina que compartió su testimonio detalló que sus padres en primera instancia negaron su atracción hacia las mujeres por su expresión de género y en parte, por los estereotipos que rodean a las bailarinas de ballet.

Por otro lado, la joven mencionó que si bien es cierto que el ballet conserva prácticas machistas y es un ambiente que al día de hoy excluye a ciertas corporalidades, al mismo tiempo ha sido un lugar seguro y de resistencia para varias personas que conforman la población LGBTIQ+.

“Resistimos bailando y tomamos los espacios y personajes cisheteronormados y los resignificamos, cada vez más impulsamos el cambio a través de lo coreográfico y retamos los roles de género impuestos en el ballet, aún falta mucho camino por recorrer pero vamos avanzando”, afirmó.

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