Con la reactivación gradual de las actividades económicas en la Ciudad de México, la nueva normalidad comenzó.
Apenas el día de ayer, pequeños negocios reabrieron y con ello, regresaron miles de personas a trabajar.
Sin embargo, los capitalinos retornan a un contexto complejo de crisis económica y aún en la etapa más crítica de la pandemia por COVID-19.
Mercerías, papelerías y tiendas al mayoreo y menudeo volvieron a abrir sus puertas después de que el 2 de abril, el Gobierno de la Ciudad publicara un decreto en el que ordenó el cierre de negocios no esenciales como medida para evitar contagios.
A nivel nacional, existen 4.1 millones de pequeñas y micro empresas que representan el 41.8 por ciento del total de los empleos en el país.
Las calles de la ciudad que en abril y mayo estuvieron casi desiertas, ahora tienen gente, empleados y locatarios que se alistan para volver a atender a su clientela.
No obstante, esta nueva normalidad se dejó sentir desde antes, ya que durante la última semana de mayo y la primera de junio, los índices de movilidad aumentaron y las personas empezaron a salir de sus casas ante un pico de contagios que se ha ido extendiendo cada vez más.
El 10 de abril, según datos de la Secretaría de Movilidad (Semovi) de la Ciudad de México, se reportó una disminución de hasta 80 por ciento en la movilidad con respecto a un día normal. Para el 16 de junio la afluencia vehicular ya había aumentado en un 20 por ciento.
Lo que suceda en la capital del país durante los próximos días podría marcar la pauta para el resto de México, pues no solo es en donde se concentra el mayor número de contagios de COVID-19 con 38 mil 117 y de decesos con casi 5 mil, sino que se trata del epicentro político y económico del país.
Además, es la entidad federativa que más aporta al Producto Interno Bruto (PIB) con 16 por ciento, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
En el principal punto de comercio de la metrópoli, el Centro Histórico, los negocios de las calles Correo Mayor, Regina y Venustiano Carranza, dedicados a la venta de mercería, ropa, bisutería y artículos para fiestas abrieron a medias.
Con la cortina abajo, solo dejaban acceder a una persona. Se podía escuchar a lo lejos las cortinas de los locales subiendo y bajando. Así empezó para ellos la nueva normalidad.
Empleados de una tienda de estambres en Correo Mayor explicaron que las autoridades les informaron que los comercios del primer cuadro de la ciudad abrirán totalmente hasta el 23 de junio. Mientras, a partir del 18, pueden retomar su trabajo pero con la cortina abajo.
Un día antes, Correo Mayor estaba casi vacía. Solo algunos transeúntes pasaban y pocas tiendas de artículos médicos estaban funcionando.
Las papelerías de la colonia Roma, también zona centro, ya están abiertas. Aunque algunas nunca cerraron, dicen los encargados.
Eugenio atiende un pequeño local que además de vender artículos escolares, es café Internet en la calle Frontera. Confiesa que nunca cerró, aunque sí procuró las medidas de higiene como el uso del cubrebocas y gel antibacterial.
Este tipo de negocios y comercios locales son los primeros de actividades no esenciales que se incorporan a la nueva normalidad.
Se une el Mercado Sonora en nueva normalidad
El mercado de Sonora, uno de los más importantes de la ciudad, famoso por la venta de plantas medicinales, trajes, disfraces, juguetes y animales reabrió con permiso de la alcaldía Venustiano Carranza el 15 de junio.
Antes de su reapertura, fue el de Jamaica, dedicado a la venta de flores, que retomó sus actividades el 24 de mayo.
Sonora cerró desde el 12 de abril, aún en la fase 2 de la pandemia y Jamaica el 6 de mayo, ante el inicio de la etapa más crítica de la contingencia por COVID-19.
Con gel antibacterial y grandes lonas en las entradas advirtiendo de las medidas para evitar contagios, trabajadores permiten el acceso. También miden la temperatura y piden pisar un tapete de plástico con cloro.
Así los más de 460 locales divididos en 11 pasillos ingresaron a la nueva normalidad.
Frente a un tráfico inusual durante los primeros días del confinamiento social, las personas entran poco a poco al Sonora.
Los pasillos están semi vacíos, un puesto está abierto y el otro no. Comerciantes explican que así se hizo para evitar aglomeraciones.
La parte del Mercado dedicada a la venta de animales está cerrada.
Miguel Ángel Silva, quien es propietario de un local de disfraces y trajes típicos, relata que es un alivio regresar a su oficio.
El 17 de junio, ya había vendido tres trajes y el lunes 15, cuatro.
“Afortunadamente nos está yendo bien, teníamos bastante tiempo sin trabajar aquí, nos promocionamos en redes y por ahí vendimos durante la contingencia”, dice.
Silva explica que es obligatorio para todos los comerciantes y trabajadores del Sonora portar cubrebocas, tener gel antibacterial y ofrecerlo a sus clientes.
No obstante, refiere que a los propietarios de puestos del interior del mercado, la alcaldía les puso protocolos estrictos y necesarios para evitar nuevos casos de COVID-19. Mismos que no siguen los ambulantes que trabajan afuera, sobre Fray Servando Teresa de Mier.
“Nosotros estamos trabajando con las medidas con el riesgo de volver a cerrar si hay contagios, pero a los de afuera no les piden nada y también son un peligro, incluso pueden infectar a uno de nosotros y nadie les dice nada, eso no es justo”, acusa Silva.