¿Cómo llegan los uniformes escolares a México?

Para que las mujeres no llevaran vestidos lujosos a clases, por cuestiones de religión y pobreza y a la usanza de países socialistas son algunas de las razones detrás del uso de estas prendas
Luis Fragoso, Arantxa Lara, Andrea Solís, Jorge Suárez y Luz Rangel Luis Fragoso, Arantxa Lara, Andrea Solís, Jorge Suárez y Luz Rangel Publicado el
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En América Latina, los uniformes escolares tienen elementos similares de acuerdo con Cuando las apariencias no engañan, una historia comparada de los uniformes escolares en Argentina y Estados Unidos (siglos XIX y XX), del filósofo argentino Enrique Dussel. Por ejemplo, en dicho país latino se impuso el uso del “guardapolvo blanco” con la idea de proporcionar un vestuario económico, higiénico y democrático. Pablo Pizzurno, educador argentino, consideró frívolo que las alumnas llevaran vestidos lujosos para tomar clases, de tal manera que las distinciones de género también han estado presentes en lo escolar.

 En México, el uso de uniformes en los planteles educativos llega al país desde Europa y va de la mano con la religión. En el siglo XVI, Juan Bautista de La Salle, fundador de la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, daba clases en sectores en situación de pobreza. Estas prendas eran una distinción negativa, una marca de quien los había donado según la tesis doctoral School uniforms and the disciplining of appearances: Towards a comparative history of the regulation of bodies in early modern France, Argentina, and the United States, de la filósofa argentina Inés Dussel.

Posteriormente, durante su gobierno, el presidente Lázaro Cárdenas introdujo a México el uniforme escolar a la usanza de la educación socialista, según su reforma al artículo 3 constitucional en 1934.

Actualmente, los uniformes escolares no son una obligación en este país. No existe ninguna disposición que establezca que las y los estudiantes de escuelas públicas deben llevar una vestimenta específica para poder ingresar a clases, pero la SEP recomienda su uso como una medida de seguridad tanto para la escuela, como para el alumnado.

“Compartimos la idea de que en la escuela se mantenga el uso del uniforme escolar no obligatorio y con la libertad de comprarlo donde nuestra economía nos lo permita. Los colores dan identidad a los alumnos de un plantel y nos ayudan a que toda la comunidad participe en su seguridad porque es fácil saber en dónde encontrar datos para su ubicación cuando sucede algún incidente dentro o fuera del plantel escolar y cuando en la lógica de la travesura pueden arriesgarse a irse ‘de pinta’”, reforzó sobre los uniformes neutros Áurea Berenice Juárez Ruiz, una madre de familia de la Primaria “Guadalupe Ceniceros de Zavaleta”.

En cambio, en Estados Unidos el uso de los uniformes escolares era una excepción; la mera idea era considerada “sovietizante”. En el capítulo Los uniformes como políticas del cuerpo. Un acercamiento foucaultiano a la historia y el presente de los códigos de vestimenta en la escuela, la también pedagoga argentina Inés Dussel explica que en 1996, en plena campaña para su reelección, el presidente William Clinton propuso el uso de uniforme escolar con el argumento de que las y los estudiantes estuvieran más seguros en las calles.

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