El 20 de marzo fue el último día que estuvieron en un salón de clases, desde entonces en algunos colegios les notificaron que no volverían de las vacaciones de Semana Santa y tenían que comenzar a preparar materiales para trabajar en casa e impartir clases en línea.
Sheila Vela, maestra de español del colegio El Heraldo, cuenta que ellos no tuvieron vacaciones, pues mientras los niños estaban en casa, los docentes del colegio particular en el que trabaja, recibieron capacitación para utilizar plataformas como Zoom y Meet. Para entonces el regreso a clases se tenía previsto para el 20 de abril.
No obstante, no todos los colegios públicos ni privados prepararon a sus docentes para esta “nueva normalidad” a Sergio Alpizar, profesor de matemáticas a nivel secundaria también le notificaron durante el periodo vacacional que sus clases tendrían que ser grabadas como tutoriales de entre 8 y 10 minutos, pero no recibió capacitación sobre cómo grabar y editar sus videos, por lo que su jornada laboral se ha extendido hasta 12 horas continuas.
Para Olimpia el apoyo de sus alumnos ha sido esencial para desempeñar bien su trabajo: “Han aportado mucho , por ejemplo si falla el audio o alguna cuestión técnica, mis alumnos me van diciendo, no se oye, se traba, etcétera”
De acuerdo con los profesores en el trabajo que está detrás de una clase se llegan a invertir hasta cinco o seis horas, ya que se debe elegir el material didáctico para asegurarse que los alumnos entiendan los temas, además de grabar y editar los videos, mismos que en ocasiones se tienen que repetir varias veces para evitar el ruido, cuidar la luz, entre otros aspectos
La autocapacitación ha jugado un papel importante, pues en menos de dos meses tuvieron que trasladar todo su conocimiento al plano virtual. “Las clases online ya existían desde hace tiempo pero nunca imaginamos que las fuéramos a utilizar en este momento, entonces se ha convertido en una gran reto”, por ello la consulta de tutoriales y las pláticas con sus colegas han sido parte de su formación.
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Hacer de lo privado un espacio público
El otro reto ha sido encontrar un balance entre su trabajo y su vida personal, pues muchos de ellos tienen hijos que también toman clases en línea o hacen Home office.
Sheila tiene dos hijos, uno de cuatro años y una niña de 8 años que cursa la primaria y aveces coinciden los horarios de sus clases por lo que el audio de una interfiere con la otra. Además ha tenido que buscar maneras de entretener a su hijo de cuatro años para que se mantenga en silencio durante las clases.
Por otro lado Olimpia tiene dos hijos, una de 24 y un joven de 18 “Si mi hija tiene una clase yo me tengo que mover a mi cuarto, en mi escritorio y entonces esos espacios se van modificando”
A pesar de que tratan de mantener un horario similar al de las clases presenciales, su jornada laboral se mezcla con sus actividades como madres y jefas de familia.
Las sesiones comienzan a las 7 de las mañana, pero preparar las clases en línea les lleva hasta cinco horas, además de evaluar las actividades de los alumnos, quienes ahora cuentan con el número de teléfono del profesor y lo utilizan para atender dudas durante el día o manifestar problemas para enviar sus trabajos, mismos que llegan incluso hasta la medianoche.
“Después de las tres nos dedicamos a la casa, la comida, y aproximadamente a las ocho me vuelvo a conectar y ya me duermo como hasta la una, dos o tres de la mañana”
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Afecciones en su salud
Además de horarios extendidos y tener que aprender a marchas forzadas una nueva forma de impartir el conocimiento, los docentes enfrentan repercusiones en su estado anímico y de salud, tales como dolores de espalda, cefaleas, inflamación abdominal por permanecer tanto tiempo sentados, aumento en los niveles de estrés y alteraciones en el sueño.
Sergio Alpizar cuenta que ha tenido que esperar a las dos o tres de la mañana para poder grabar un video sin ruido.
“Parece que nunca terminas, a pesar de los horarios están establecidos para las clases, pero preparar y calificar conlleva mucho más tiempo” Sheila Vera.
La nueva normalidad
Sin embargo, tanto Olimpia, como Sheila y Sergio han visto en esta experiencia una oportunidad para desarrollar nuevas aptitudes como docentes y mejorar en su labor de formar a sus alumnos.
“A pesar de que es el mismo conocimiento hay que buscar nuevas maneras, y el tiempo que se invierte es bastante, pero ahora lo veo como algo positivo porque estos materiales se van a poder ajustar y seguir utilizando” expresó Sheila.
A Sergio Alpizar le ha permitido conocer más herramientas que se pueden implementar dentro del aula , mientras que Olimpia Zamora considera que aplicar los exámenes en línea simplifica su trabajo a la hora de calificar e incluso quiere aprender a hacer un blog de sus materias para poder compartirlo con sus alumnos.
Esta nueva forma de impartir clases se ha convertido en un trabajo que involucra no solo a los alumnos, sino también a los padres de familia, “no los vemos pero están ahí detrás escuchando las clases y eso los involucra en lo que están aprendiendo sus hijos” asegura Sheila.
Para Olimpia está claro, maestros, alumnos y padres de familia tienen que enfrentar este reto juntos, pues su labor no solo radica en transmitir conocimiento, sino formar grandes seres humanos.