Más allá de los escándalos mediáticos y posibles dimensiones legales, la guerra de filtraciones en curso muestra que la clase política mexicana está acostumbrada a perpetrar actos de control y vigilancia entre sus mismos miembros, siendo una práctica bastante común, como muestra, la amplia gama de materiales dados a conocer a lo largo de los años.
El duelo entre Layda Sansores y Alejandro Moreno o los escándalos de Alejandro Gertz Manero son solo la continuación de casos que marcaron la política mexicana como los videoescándalos contra el entonces jefe de Gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador, o el uso del spyware Pegasus durante el sexenio de Enrique Peña Nieto.
Edgar Ortiz Arellano, doctor en gestión estratégica y presidente de Bismarek Consultoría, comenta a Reporte Índigo que esta oleada de filtraciones obedece a los agravios entre facciones políticas y al ambiente de revanchismo que se ha vivido durante los últimos años, aunado a la gran falta de oficio político de los involucrados.
“La lucha política en nuestro país no se dirime por los canales institucionales de poder. Es decir, en los parlamentos, los espacios jurisdiccionales o administrativos. En la práctica, la lucha se resuelve en los espacios de poder fáctico y los medios de comunicación son uno de ellos. De aquí que los políticos utilicen todo tipo de artimañas y estrategias que buscan el escándalo público de sus rivales”.
Dado el pragmatismo y los privilegios que caracterizan a la clase política mexicana, esta tiende a cometer errores básicos por soberbia.
“Ahora imaginemos otros actores que son amenaza para el Estado nación, como el crimen organizado, que pudiesen desarrollar este tipo de estrategias sobre aquellos que se encargan de tomar decisiones trascendentales para el país”.
Agregando que “lo que se está exhibiendo son los altos grados y niveles de corrupción que tiene esta clase política.
Si bien en casos históricos como los videoescándalos de 2004 contra Andrés Manuel López Obrador o los relativos al caso Lozoya en 2020 el filtrador permanecía en la clandestinidad, ahora vemos cómo la gobernadora de Campeche protagoniza sus “Martes de Jaguar” mientras el dirigente nacional de Morena observa con palomitas en mano la siguiente gran filtración.
Aunque prefirió no opinar sobre el asunto, AMLO reiteró su confianza hacia el fiscal Alejandro Gertz Manero, quien se vio involucrado en unos audios con el padre de Emilio Lozoya https://t.co/1MVb6yaRTf
— Reporte Índigo (@Reporte_Indigo) June 24, 2022
“Se dedican a construir, prácticamente, reality shows. La política mexicana va de escándalo en escándalo y la ciudadanía, la opinión pública, la vamos siguiendo en los medios de comunicación como si los políticos fueran celebridades de segunda categoría”, critica el doctor Ortiz Arellano sobre esta nueva modalidad.
“En los últimos años, todos los políticos mexicanos en general han vivido un proceso de banalización”, dice, “la quieren presentar como si fuese un reality show de baja calidad, pero la realidad es que son formas de violencia política que no abonan en nada. Además, pueden ser susceptibles de ser categorizadas como posibles delitos”.