La respuesta que mandó el Gobierno de México al Parlamento Europeo tras la preocupación de la violencia, exacerbó una crisis diplomática

Claroscuros diplomáticos, la política exterior de México

La respuesta que mandó el Gobierno federal al Parlamento Europeo tras la preocupación demostrada por la violencia que existe en el país contra los periodistas, exacerbó una crisis diplomática que se venía gestando desde Presidencia por la falta de asesoría de la cancillería y la decisión de controlar la política exterior desde Palacio Nacional

Tanto en la diplomacia como en la política exterior el fondo y las formas importan. Es por eso que la respuesta del Gobierno de México al Parlamento Europeo, después de que nombrara al país como el más mortífero y peligroso para los periodistas fuera de una zona de guerra, fue calificada como desafortunada e incendiaria por la sociedad y por políticos, incluso de Morena y afines a la Cuarta Transformación.

En tan solo pocos minutos la diplomacia de México con el Viejo Continente entró en crisis, tirando la posición de poder y respeto que había ganado el país al formar parte del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), presidir del 7 de enero del 2020 al 7 de enero del 2022 la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y convertirse en la nación líder de la región.

Mientras que en la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), a cargo del canciller Marcelo Ebrard, y la representación de la ONU, a manos de Juan Ramón de la Fuente, se trabaja para impulsar el nombre de México en el extranjero y estrechar las relaciones de diálogo y respeto con los demás países, desde la Presidencia de la República se mandan mensajes contrarios.

Ya sea por cartas como la del pasado jueves, la “pausa” de las relaciones con España y Austria, o nombramientos diplomáticos polémicos como los de Claudia Pavlovich, Pedro Salmerón y Quirino Ordaz Coppel para ocupar las embajadas de la República de Corea, Panamá y España, respectivamente. Durante las primeras horas después de que se diera a conocer la respuesta de la Presidencia al Parlamento Europeo, desde la Coordinación General de Comunicación Social y Vocería del Gobierno de la República, la primera reacción de propios y extraños fue que todo se trataba de un comunicado apócrifo.

“Me parece muy desafortunado. Pensé que era falso. Pero me parece, por decirlo suave, poco diplomático; podría ser enérgico sin ser panfletario”, criticó uno de los cuadros más radicales de la Cuarta Transformación, el diputado federal, Gerardo Fernández Noroña. Horas después, durante su conferencia de prensa matutina, el presidente López Obrador defendió la carta y aceptó haberla escrito sin el aval, ni asesoría de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

“Estos señores legisladores europeos, muy conservadores, con mentalidad colonialista, aprueban una resolución condenando al Gobierno de México, antes como México tenía gobernantes sin autoridad moral, se tenían que quedar callados, cualquiera ‘ninguneaba’ a las autoridades mexicanas, nosotros no podemos aceptar que nadie le falte al respeto a las autoridades legal y legítimamente constituidas, entonces por eso fue la respuesta, no tardó mucho, ayer mismo (jueves pasado), nos enteramos y se envió la respuesta”, insistió.

Mensaje ‘presidencialista’ de México a Europa

Sobre esta crisis diplomática y falta de coordinación entre la Presidencia y las otras secretarías de Estado, el especialista en imagen y profesor de Gestión de la Comunicación, Enrique Ortega, comenta que el principal desacierto que cometió el jefe del Ejecutivo federal fue “saltarse” a la Secretaría de Relaciones Exteriores, mandando el mensaje de que regresamos a la época del presidencialismo.

“El comunicado nos deja varias cosas, la principal y en términos de imagen, es el mensaje de que el que manda es López Obrador, que no le rinde cuentas a nadie, ni pide permiso, regresando a la vieja escuela de gobierno del ‘yoismo’, yo hago todo, yo decido, y por mí pasa todo. Entonces me pregunto ¿para qué tiene un canciller?”, dice Ortega.

Además de las fallas de redacción, puntuación y uso de ciertas palabras y términos no propios de la diplomacia, el especialista criticó que el comunicado no haya sido planeado ni estratégico para tener más impacto.

“En el fondo, la carta está escrita desde la bilis, el coraje, el enojo y no desde la razón. Si el presidente gobierna de esta forma, es algo que nos debe de preocupar a todos. En la diplomacia hay que cuidar tanto el fondo como la forma y el problema es que en esta situación las dos fallaron”
Enrique OrtegaEspecialista en imagen y profesor de Gestión de la Comunicación

Ortega además considera que el objetivo del comunicado ni siquiera fue responderle al Parlamento Europeo, si no, una especie de propaganda para sus propios seguidores.

“La carta nos deja muy mal parados con la comunidad europea, sobre todo porque tenemos relaciones comerciales con ellos. El problema es que López Obrador se está peleando, literal, con todo el mundo, ya que lo que no le gusta lo desaprueba.

“Al final, yo creo que esta carta no va dirigida ni siquiera a la comunidad europea, en realidad va dirigida a sus huestes, a la gente que todavía cree en él, a su público. Pero lo que sí es cierto, es que el presidente ya no está controlando su propia narrativa y por eso mismo está buscando desesperadamente controlar la agenda pública”, acusa.

Finalmente, Ortega cuestiona por qué la respuesta del Gobierno federal no fue tan enérgica con Estados Unidos durante la presidencia de Donald Trump, y actualmente tras la revelación de varios escándalos que han golpeado a su círculo cercano, familiar y el trabajo de su administración, López Obrador emprendió una ofensiva y pausa de relaciones diplomáticas, primero con España y Austria y ahora con todo el Parlamento Europeo.

“La carta debió de haber sido enérgica pero cortés. Como lo hizo nos deja muy mal parados a todos”, concluye.

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