Para conseguir que un país se convierta en “smart” o tener ciudades inteligentes es importante comenzar con lo local y hacer pequeñas transformaciones en los barrios para que después por efecto dominó el desarrollo continúe en el resto del territorio.
En México, las cuatro ciudades encaminadas a ser “smart cities” comenzaron de esa manera. Por ejemplo, Ciudad Maderas es un desarrollo inmobiliario que inició en 2013 en el municipio de Santiago, Querétaro. Actualmente, los habitantes del fraccionamiento cuentan con servicios de telemedicina a través de una aplicación móvil, además tienen sensores y 24 antenas de comunicación que permiten la interconexión digital de sus hogares a través del internet de las cosas.
Recientemente, el pueblo de Tequila, en Jalisco, fue reconocido como el primer destino turístico inteligente de América Latina, esto debido al uso de la tecnología como el “big data” para conocer la densidad de población, el tráfico, y el número de habitantes.
A través de algoritmos, autoridades e iniciativa privada pueden conocer cómo interactúan los turistas con los destinos y marcas de tequila para después desarrollar estrategias de marketing.
Además existe la app “Tequila Inteligente” para que los visitantes conozcan los servicios, promociones y actividades que hay en el Pueblo Mágico.
En Guadalajara, la capital del estado, después de años de polémica se construyó la Ciudad Creativa Digital, un complejo destinado a apoyar a empresas tecnológicas, generar talento local e impulsar la innovación.
Actualmente, Jalisco es pionero en la digitalización de los trámites de gobierno a través de la plataforma digital para la gestión urbana, “Visor Urbano”.
Por su parte, con el fin de crear políticas públicas que ayuden a disminuir la brecha de desigualdad social a través de la tecnología, la innovación y la participación ciudadana, autoridades de Puebla crearon la estrategia Smart Puebla.
Al respecto, Marco Martínez O’Daly, consultor de la Red de Ciudades Inteligentes México-Centroamérica, y responsable del manual “Ciudades Inteligentes, Manual de Mejores Prácticas”, comenta que según su experiencia, no se debe de cambiar una ciudad entera para modificar su imagen por completo.
“Lo primero sería crear un barrio inteligente, no piensen en transformar con todas las mejores prácticas las ciudades grandes, eso va a tomar décadas. Pero con un barrio que pongan de muestra, con una intervención visible que se pueda vivir y experimentar se puede poner el ejemplo para los demás barrios y lo van a querer copiar”, señala.
Otro de los motores que pueden impulsar la evolución de las ciudades inteligentes, dice el especialista, es el cambio de las empresas públicas, como ocurrió en Medellín.
“En Medellín el sistema de aguas estaba tronado y no les quedaba de otra más que buscar una herramienta creativa para transformarlo, incorporaron al sector privado y fueron ellos quienes revolucionaron a las empresas públicas de la ciudad. Después se convirtió en una mina de oro para el servicio financiero.
Martínez O’Daly agrega que tras las crisis y los efectos colaterales de la pandemia de COVID-19 nos encontramos en un momento perfecto para transitar hacia las ciudades inteligentes, ya que muchas veces los cambios y transformaciones surgen de las crisis.
“Es difícil generar cambios en una sociedad porque da miedo. Pero por primera vez está habiendo apertura a los cambios radicales sin que la gente salga a protestar, como en el uso emergente de calles para ciclovías.
“Las crisis son el momento perfecto para que las ciudades puedan transformarse, también para las industrias y los negocios. Estamos en un momento en donde todas las cartas están en el aire y nadie sabe cómo van a aterrizar. Ahí es en donde se hacen las grandes fortunas, ya que nacen de las crisis”, concluye.