Ciudadanos de Haití huyen del caos; los recibe la discriminación

Haití ha padecido los embates de la naturaleza y una crisis social que han provocado la salida de su población, la cual cuando llega a México se enfrenta al racismo y a la violencia médica
Roberto Hernández Roberto Hernández Publicado el
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Todo inició en 2016, cuando el huracán Matthew cobró la vida de casi 900 personas y arrasó con poblados y prácticamente todas las viviendas que encontró a su paso. “Ahí comenzaron a llegar personas de Haití a Tijuana”, dice Paulina Olvera Cáñez, directora ejecutiva del albergue Espacio Migrante, pero la crisis social que se vive desde el año pasado detonó su migración y los hizo vivir otra crisis, ahora en México: discriminación y violencia médica.

Haití actualmente es un polvorín social: la enorme inflación tiene sumida en la pobreza a la población, la violencia es tan intensa que condiciona la asistencia en las escuelas. Los combustibles y el agua potable son escasos y los servicios médicos, financieros y de abasto de productos tienen problemas para operar.

Tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse, en julio de 2021, aumentó la influencia de las bandas delictivas y entonces se desató el éxodo que se reflejó en las cifras oficiales de México: la solicitud de refugio de mujeres haitianas creció de dos mil 557 en 2020 a 20 mil 844 en 2021, es decir 815 por ciento más, según el documento Mujeres en contextos de movilidad: sus dilemas y los retos para su atención, dado a conocer por la Secretaría de Gobernación.

A partir de diciembre del año pasado llegó la oleada haitiana, “y desde entonces no ha parado”, señala Olvera Cáñez, “la principal población que teníamos era de mexicanos desplazados, pero desde entonces no solo este espacio sino todos los albergues en Tijuana están rebasados de personas que llegan”.

Los nuevos refugios discriminan a personas de África y Haití

La prolongación de los tiempos de espera para cruzar de manera legal hacia Estados Unidos ha hecho que los albergues se encuentren saturados.

“En 2019 cuando abrimos el albergue eran tres meses de espera para cruzar Estados Unidos, pero cuando empezó el programa MPP (Protocolos de Protección a Migrantes) se extendió el tiempo de espera hasta un año. Desde marzo de 2020 realmente la frontera está cerrada para solicitantes de asilo, por lo que hemos tenido familias que han estado hasta dos años con nosotros”.

La saturación de refugios y la discriminación en los mismos ha obligado a la población haitiana a establecer sus propias colonias.

“Los albergues son muy importantes, pero ya son insuficientes para cubrir la necesidad de vivienda de la población migrante. Además, en muchos hay hacinamiento, la realidad es que también existe discriminación: las personas de África y Haití son las que reciben tratos discriminatorios, principalmente, por lo que hacen sus propias redes de apoyo”.

Paulina Olvera señala el caso de una colonia creada a partir de la necesidad de un espacio para vivir: un campamento ubicado en el Pedregal de Santa Julia.

“Es una colonia establecida en un cañón en donde el acceso es muy difícil. Básicamente es un terreno baldío, una especie de albergue informal, donde se instalaron alrededor de 200 personas, precisamente porque no hay cupo en los albergues y aunque lo haya existe mucha discriminación”.

’Muchas veces las tenemos que amarrar’

El acceso a la salud pública se ha vuelto un reto. De nuevo la barrera del idioma y la discriminación salen a flote.

“Tuvimos el caso de una haitiana embarazada que llevamos a una clínica de salud para recibir atención. En un inicio tuvo atención médica en el Hospital General, sin embargo, ya no le quisieron dar servicio porque no habla español”.

Al acudir a la clínica pública ubicada en el centro de Tijuana le negaron el servicio, por lo que pidió el apoyo de Espacio Migrante. “Nuestra coordinadora se presentó y puso en la línea a una intérprete”, aun así seguían sin atenderla, la clínica argumentaba que era imprescindible el apersonamiento de la intérprete.

La doctora que estaba presente aprovechó que la persona haitiana no hablaba español para vejar.

“Dijo que ellos no necesitan atención médica y tampoco migrar, solo vienen por cruzar a Estados Unidos, a diferencia de los ucranianos quienes sí huyen de una guerra (…) ‘las mujeres haitianas nunca se quieren cuidar, por eso muchas veces cuando las atendemos las tenemos que amarrar porque no hacen caso’”.

Olvera Cáñez dijo que han habido casos de mujeres que han perdido a sus bebés por falta de atención médica durante el embarazo. “En el tema de salud la falta de intérpretes es muy grave, pues la falta de acceso a la salud pone en riesgo la vida”.

La Alianza de Salud para Refugiados (RHA, por sus siglas en inglés) surgió para atender los casos de salud en Tijuana. Entre los servicios que ofrece están consultas médicas, asistencia en parto y postparto, planificación familiar, servicios odontológicos, apoyo para hospitalizaciones y atención psicosocial, entre otros, sin embargo, también están rebasados.

Educación condicionada

En Baja California existe el Programa Binacional de Educación Migrante, una oficina de menos de 10 personas para atender a todo el estado, que depende de la Secretaría de Educación Pública. Su misión es apoyar a las familias para inscribir a sus niños en la escuela.

“A principios de este año nos decían que había más de 100 niños haitianos que entraron al ciclo escolar, sin embargo, las cosas tampoco están tan bien (una vez que se incorporan a algún centro educativo).

“Muchas familias no saben que existe el programa, van a la escuela que encuentran cerca de su casa y ahí existe discriminación: los directivos dicen que no aceptan niños que no son mexicanos o piden documentos que no deberían, como la residencia, legal estancia en México o nacionalidad mexicana”, dice Olvera.

Del 5 de noviembre al 3 de diciembre el Congreso de Baja California recibirá propuestas para reformar la Ley de Educación del estado, que incluye comunidades indígenas y afromexicanas, el objetivo es revisar los temas de historia y cultura, programas educativos, capacitación docente, infraestructura y los vínculos internacionales.

Sin embargo, Paulina Olvera señala: “Falta el tema de la migración. Nosotros queremos participar para poner el tema sobre la mesa”.

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