En la actualidad, México ostenta la corona como el mayor exportador de cerveza en el mundo; dos de cada cinco bebidas de este tipo que se comercializan a nivel internacional fueron elaboradas en el país, sin embargo, los cerveceros artesanales compiten contra Goliaths.
El 99.9 por ciento de la producción cervecera se encuentra distribuida entre dos empresas que no son mexicanas: AnheuserBusch InBev (Grupo Modelo) y Heineken (Cuauhtémoc-Moctezuma), mientras que solo entre el 0.1 y el 0.3 por ciento de la producción corresponde a las MiPyMEs cerveceras, las cuales son las únicas mexicanas.
Además del IEPS, los cerveceros artesanales tienen que lidiar con las prácticas de estos monstruos industriales, los cuales no están dispuestos a ceder terreno.
Alejandro Magallanes Vega se enamoró de la cerveza artesanal cuando tenía 16 años, de contrabando su primo le dio a probar una cerveza Stout. Hace 7 años fundó Cerveza Loba y comenzó a vender de manera formal en Guadalajara.
Lo que empezó como una micro cervecera en casa que utilizaba ollas tamaleras y garrafones de vidrio para crear la bebida, ahora es una de las marcas más representativas de Jalisco, entidad que en 2016 fue la que más elaboró cerveza de todo el país con el 29 por ciento de la producción.
Por la calidad de su cerveza, rápidamente Loba comenzó a venderse en los mejores restaurantes de Guadalajara.
“Cada vez que conectábamos un tanque nuevo ya estaba vendida”, recuerda Alejandro.
Ahora, con una capacidad mayor, Loba se ha extendido a cadenas restauranteras, pero las dos cervezas hegemónicas han impedido su marcha.
“Uno de mis clientes de repente me sacó del menú y era una cadena de 5-6 restaurantes grandecitos, era importante para mí, de mis clientes principales, de repente fui y le pregunté qué había pasado porque teníamos años trabajando y me dijo: ‘no te preocupes, estamos renegociando con una de las grandes el apoyo anual que me dan’ (…) El apoyo anual resulta que era un apoyo de un millón de pesos en efectivo y cambios de menú, cambio de mobiliario para sus restaurantes y no sé cuántas cosas más”, dice.
Por mucho tiempo, las dos cerveceras industriales en México solamente vendían dos estilos de cerveza: la clara y la oscura, y conforme la demanda de otros tipos ha ido creciendo, Grupo Modelo y Cuauhtémoc Moctezuma han ido comiéndose a las empresas artesanales.
“Compran a cervecerías chiquitas, artesanales y las hacen ‘zombieartesanales’ o ‘semiartesanales’ para poder ofrecer en su portafolio estas cervezas.
“Lo malo es que engañan al consumidor. Yo sé que Primus, Cucapá o Mexicali no son artesanales, pero otras personas no saben que están hechas en una fábrica en lotes de miles de hectolitros.
“Por eso me duele en el alma cuando escucho una noticia de que compran otra artesanal porque cuando alguien vende es como estar en un salón con puros amigos cerveceros y alguien se sale. A la hora de irse, antes de cerrar la puerta, avienta una granada y luego cierra la puerta”, comenta el cervecero.
Pese al entorno adverso, los más de 600 cerveceros artesanales que hay en el país, según cifras de Acermex, se mantienen unidos, se apoyan, se pasan recetas y se comparten insumos en vez de quedarse cada quien con sus secretos.