Para Iván Martínez, la esencia del festival Cervantino es que sea un espacio de excepción, una ventana para ver propuestas que difícilmente se podrían ver en el país, y él no ve ninguna novedad en que vuelva a venir Gustavo Dudamel, quien se ha presentado en México 10 veces en los últimos cuatro años.
“Independientemente de que a la gente le guste o no, ya lo vimos múltiples veces, con las orquestas de Los Ángeles, con la de Viena, y con otras, es lo mismo”, afirma.
Además de Dudamel, quien encabeza la programación de este año, Martínez señala que los artistas internacionales que estarán en la edición 50 vienen todos los años.
“No hay imaginación en la actual administración, su conocimiento de los artistas internacionales es limitado. No se me antoja ir a Guanajuato a ver a pianistas que puedo ver aquí en la Ciudad de México, incluso, la gente de Guanajuato está presentando programas sin chiste”, considera.
Martínez, quien cubrió el Cervantino 12 años consecutivos, recuerda que hace 15 años la programación estaba tan completa que era difícil escoger qué cubrir y batallabas todos los días porque las presentaciones estaban cargadas de calidad.
“Hace 10 años el Teatro Juárez todavía tenía cosas relevantes de lunes a domingo; ahora, deja tú que sean relevantes, hay días entre lunes y jueves en los que no hay programación en el Teatro Juárez, que es el foro más importante del festival”, explica el crítico musical.
Por primera vez en sus 50 años de historia, la Ciudad de México fue invitada a participar en este festival como el “Estado invitado de Honor”. La curaduría de lo que representará a la capital del país fue realizada por Ángel Ancona, director del Sistema de Teatros de la Ciudad de México. La Sonora Santanera, Caifanes y personajes de la lucha libre encabezan la propuesta.
El doctor Juan Hernández considera que la selección es producto de un criterio político y no representa la cultura capitalina, sino que van los grupos que son afines al gobierno de Claudia Sheinbaum y que gozan de su apoyo.
“Me parece que es más una decisión política que una decisión de curaduría artística; en mi opinión, hay algunas compañías que pueden salvarse, porque tienen alguna trayectoria continua de algunos años, pero te voy a decir algo, el signo de la decadencia es cuando el protagonista de la fiesta eres tú mismo”, señala.
Para él, es bastante ridículo hacer un festival internacional “con lo que tienen enfrente” y no es porque lo menosprecie, pero el Cervantino ofrecía la posibilidad de ver aquello que la capacidad económica no permitía.
Te puede interesar:
El Cervantino, ¿un festival en decadencia?
El cervantino está condenado a desaparecer