Honor, lealtad, deber y patriotismo. Ese es el lema que la Secretaría de Marina (Semar) ha reafirmado durante la pandemia de coronavirus. Como parte del Plan Marina COVID, el Gobierno de México habilitó el Centro Médico Naval, ubicado en la alcaldía Coyoacán, para atender tanto a derechohabientes como a la población civil. Desde el 15 de marzo, este hospital de la Armada de México comenzó con la atención de pacientes con coronavirus.
En el Centro Médico Naval, al Sur de la Ciudad de México todas las personas que lleguen a la puerta 3 pueden ser atendidas después de pasar por diferentes filtros. La Marina, incluso, sale a las calles a buscar algún paciente positivo que requiera ser trasladado de forma inmediata a través de sus ambulancias aéreas y terrestres.
El ala del hospital adaptada para la emergencia sanitaria cuenta con 140 camas para quienes presenten síntomas graves de COVID-19. Ahí, Jesús Marciano Hernández Bolón, teniente de Navío del Servicio de Sanidad Naval, y Luis Roberto Hurtado Mata, tercer maestre lavandero, están al servicio de la gente.
Pacientes a buen puerto en el Centro Médico Naval
En México, la frase “llegar a buen puerto” se refiere a superar una situación difícil. Jesús Marciano Hernández Bolón, responsable del turno matutino del Servicio de Urgencias Respiratorias, adscrito al Centro Médico Naval, la usa para referirse a su labor en la primera línea de combate contra la pandemia de COVID-19.
“Otra de nuestras funciones es la coordinación de los servicios que se requieren para llevar a buen puerto a nuestros pacientes, ya sea críticos o estables”, cuenta a Reporte Índigo.
La Semar ofreció capacitación con recomendaciones de la Secretaría de Salud y la Organización Mundial de la Salud (OMS) para que el personal médico estuviera preparado ante el primer caso confirmado en el país, el 27 de febrero.
“Al inicio lo vimos con un poco de temor y miedo ante la nueva presencia del virus SARS-CoV-2 ya que a nivel mundial veíamos los índices de muerte que incrementaban, pero la Secretaría de Marina y el Centro Médico redoblaron esfuerzos y nos encontrábamos preparados”, cuenta.
“Fuimos agarrando esa confianza al grado de que si la gente tosía no había problema porque sabíamos que contábamos con el equipo y la capacidad para poder llevar este padecimiento a buen puerto”, insiste el marino
El teniente explica que todos los recursos humanos, materiales y tecnológicos del hospital están disponibles para dar de alta a los pacientes y que se reencuentren con su familia tras el aislamiento. Él, por ejemplo, sin el apoyo de su esposa, con un embarazo de cuatro meses, de sus hijos de 11 y 3 años, y de su hermano no estaría haciendo frente a la pandemia.
“Agradezco a mi esposa y a mis hijos que han tenido paciencia y a mi hermano Miguel Ángel Hernández. Gracias a él conocí un tríptico que decía planteles navales y participé en la primera etapa en Tabasco, de donde soy originario. La segunda etapa la pasé en Veracruz”, comenta.
El 4 de agosto de 2020 Jesús Marciano Hernández Bolón cumplió 17 años de servicio en esta institución.
“En lo personal he concluido mis estudios a nivel licenciatura y en lo militar he ido escalando en grados desde primer maestre hasta teniente de navío, el que el día de hoy ostento”, se enorgullece.
Una familia de lavandería naval
Luis Roberto Hurtado Mata, tercer maestre lavandero, también agradece a su familia por apoyar el trabajo que desde hace 12 años desempeña en la Armada de México.
“Vengo de una familia naval, tengo tíos y abuelos que pertenecieron a esta noble institución. Posteriormente entró mi hermano, él me lleva cuatro años de edad y es también lavandero. Me comentó de su trabajo, que si no me interesaba ingresar y a mí sí me llamaba la atención, y me impulsó para que yo consiguiera una vacante aquí”, recuerda en entrevista.
No sólo se cuida para no contagiar a su esposa e hijos de 4 y casi 2 años. Expresa que a partir de que inició la contingencia sanitaria utiliza la bicicleta como medio de transporte para no exponer a la gente.
Desde que entró a la Semar, no ha cambiado de área porque le apasiona donde está. Para él la lavandería es un servicio importante, sobre todo ahora con la pandemia de COVID-19.
“Lo que más me gusta es aportar ese pequeño grano de arena. Muchas veces estas áreas no son tan vistas pero son importantes para que el paciente se sienta cómodo y tenga una estancia confortable”, afirma.
A las seis de la mañana sale de su casa para llegar al Centro Médico Naval y comenzar la guardia de 24 horas entre secadoras de 90 kilos y lavadoras de 120. Son 18 compañeros capacitados para recolectar, separar, lavar, extraer, secar, doblar y entregar la ropa de cama, de pacientes y quirúrgica.
“Primero fue la capacitación para hacernos tomar conciencia. Al principio la carga de trabajo era mayor, al paso del tiempo ha disminuido pero no termina de ser mucha”, dice.
Son entre 500 y 600 kilos de ropa COVID-19 que se lavan al día y que se recolectan en cuatro horarios: a las once y cinco horas de la tarde y la mañana. El proceso de limpieza dura 40 o 45 minutos.