Roberto Lugardo ha dedicado los últimos 27 años de su vida a cuidar y proteger a las tortugas marinas en peligro de extinción que anidan las playas de Guerrero, en el sur de México.
En la actualidad, este ecólogo marino es el responsable del campamento tortuguero independiente Las Playas, en el municipio de Coyuca de Benítez. En los últimos años ha visto la desaparición de la mayoría de los campos independientes por la falta de apoyo de las autoridades estatales y federales, pese a que son una pieza clave para la preservación de estas especies.
“En los últimos cinco años prácticamente están abandonados los campos tortugueros, nadie los viene a ver, si alguno de nosotros existe es por los méritos y recursos propios buscados como se pueda para seguir operando.
“Es grave. De los 25 a veces no llegamos a operar ni 10 porque nadie tiene recursos, nadie tiene forma de que puedan llevar a cabo la actividad de la protección”, explica.
Incluso llegaron a conformarse en una agrupación esperando que se resolvieran muchos de los problemas y pudieran llegar apoyos, pero no funcionó.
Solo cuando la situación se pone muy tirante, las autoridades estatales les han dado algunos recursos en especie como para silenciarlos, pero no es suficiente, dice.
“Pero un apoyo real a los campamentos de la zona de Guerrero no ha estado a la altura de considerarse un verdadero apoyo para la protección de las tortugas marinas, del medio ambiente y de la zona donde tenemos las tortugas con muchos problemas”, menciona.
Una las principales amenazas de las tres especies de tortugas que llegan a las playas guerrerenses es el saqueo ilegal de huevos y ejemplares para ser vendidos en el mercado negro, lo que está prohibido en la Ley.
Mientras que otras de las amenazas son la basura y los perros que rondan las playas, generalmente adoptados por los habitantes locales, ya que se comen los huevos y matan a las tortugas que se encuentran, explica.
Pese a que entre las actividades que se realizan en los campamentos está la protección de las tortugas, Roberto dice que han sido dejados a su suerte y muchos campamentos han desaparecido por la falta de apoyo.
Incluso, menciona, durante un recorrido que hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador durante 2020, él le entregó un oficio pidiendo apoyo para los campamentos tortugueros independientes, pero la ayuda no ha llegado.
Principales amenazas a las tortugas marinas
Siete de las ocho especies reconocidas en el mundo anidan en las playas de México y, de ellas, tres lo hacen en las costas de Guerrero: la tortuga laúd, la tortuga golfina y la tortuga prieta.
De acuerdo con la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010, todas las especies de tortuga están clasificadas en la categoría “en peligro de extinción” y se encuentran en veda desde 1990, es decir, está prohibida su captura.
Pero eso no ha detenido prácticas ilegales como el saqueo de las tortugas que llegan a las playas para la venta de su carne, de sus vísceras, de su sangre y de sus huevos, por mencionar algunos ejemplos, detalla Roberto.
“Incluso, tan grave ha sido la situación que en muchas de las playas que hay en Guerrero ha empezado a bajar la cantidad de tortugas que normalmente tenían, dada la misma situación de que todo el mundo se justifica con que ‘no hay otra forma de emplearme y me dedico a saquear’”, dice el ecólogo marino.
Los campos tortugueros son vitales para evitar la depredación de las tortugas ante el peligro en el que se encuentran, pues entre sus actividades de protección y conservación está realizar recorridos en las playas para recolectar y trasplantar nidos, sembrar huevos en corrales de incubación y liberar crías.
En el caso de Roberto, su campo tortuguero recuperó 90 mil huevos en el 2020, una cifra récord, pues en promedio cada año logra salvar entre 40 mil y 50 mil huevos.
Amor a la naturaleza
Desde hace 3 años, Concepción Carmona Balbuena es la responsable del Campamento Tortuguero Lobo Marino ubicado en la playa La Bocaina, en Guerrero.
El campo abrió hace 16 años y lo administraba su esposo Roberto López Clemente, quien falleció hace tres años, por lo que ella se hizo cargo desde entonces y lo mantiene con su restaurante, pues no tiene apoyo de las autoridades.
Con la ayuda de dos voluntarios (a quienes les da un sueldo, hospedaje y comida) todos los días realiza dos recorridos en búsqueda de tortugas que desovan para proteger sus huevos de las personas que los saquean.
El primero es de las 5 o 6 de la mañana a las 8 de la mañana; y el segundo de las 10 de la noche a la 1 o 2 de la mañana, pero es insuficiente para abarcar los 8 kilómetros de recorrido.
“No te das abasto, no alcanza a hacer las caminatas”, dice.
Concepción dice que con una cuatrimoto podrían hacer los recorridos y evitar que las personas saqueen a las tortugas.
Otro de los retos a los que debe de enfrentarse es a la inseguridad de la zona, pues en sus recorridos se encuentran a los saqueadores.
Ella pide a las autoridades hacer más difusión de los campos tortugueros para poder obtener recursos, de lo contrario están destinados a desaparecer; también a proporcionales cursos de capacitación.