Decenas de dueños de perros de la raza pitbull y PPP (perros potencialmente peligrosos) salieron a la calles del Centro Histórico de la Ciudad de México para pedir que no se estigmatice a estos animales como agresivos por naturaleza.
“¡Dueños responsables! ¡No a las peleas! ¡Mi perro no es asesino!”, fueron algunas de las consignas que los dueños, acompañados de los canes, gritaron durante la Quinta Caminata Mundial en Apoyo al Pitbull y Razas PPP que se celebró la mañana de este domingo.
A la caminata asistieron familias enteras, incluidos niños, quienes portaban cartulinas en apoyo a los perros de esta raza. En una de las pancartas se podía leer “ella (una hembra pitbull9 es la compañera y protectora de mis hijos”.
El debate sobre la supuesta agresividad que estos perros muestra por naturaleza se ha destapado nuevamente, luego que en la semana una niña de 3 años perdió la vida por el ataque de dos perros pitbull al interior de un domicilio de la delegación Coyoacán.
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Tras el fatal incidente, algunos usuarios de redes sociales señalaron que esa clase de perro son agresivos por naturaleza, mientras que otro sector aseguró que los animales, por si mismos, no son violentos, sino que adquieren esa conducta por la manera en que los entrenan.
Conductas permisivas o dominantes pueden desencadenar agresividad en perros
Ser permisivos o dominantes con los perros, puede desencadenar su agresión, la cual es parte de la conducta normal en la mayoría de las especies, incluidos los canes, pero si se incrementa o aparece con frecuencia se convierte en un problema.
Cuando esto sucede, es posible controlar la conducta del animal, señaló en un comunicado el etólogo de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, de la UNAM, Alberto Tejeda.
Mencionó que en el Hospital Veterinario de Especialidades de Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), aproximadamente la mitad de las consultas son por problemas de agresividad. “Éste es un dato importante si consideramos que al año tenemos un promedio de 450”, apuntó.
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La agresividad puede reducirse y controlarse evitando las situaciones que la generan. Sin embargo, en casos donde además de un detonador detectable hay un alto grado de ansiedad, el pronóstico no es muy bueno.
En ambos casos, dijo, la mejoría de la situación “depende de la cooperación del propietario, de que entienda el problema y esté consciente del riesgo”, y esta labor es de los especialistas en comportamiento animal (etólogos), no de los entrenadores, la cual, en promedio, destacó, se controla en cuatro o seis meses, y casos complicados pueden tardar más de dos años.
Detalló que la agresividad de los perros tiene etapas: empiezan con una amenaza a través un gruñido, luego muestran una conducta hostil al levantar los belfos y enseñar los dientes, o al pararse firmes y ver fijamente a otros individuos.
Si la agresión esta mediada por un estado emocional de miedo, habrá otras señales de tipo corporal, o incluso evitará la situación huyendo. Éstas son agresiones mediadas socialmente, en las que no siempre se pasa a un daño físico. “Si ocurre un ataque, entonces ya hablamos de la última etapa”, explicó.